COLUMNISTAS
El primer cruce

La violencia a la izquierda del PSOE

Estos 'pacifistas', tan críticos con la policía como con los militares, son los primeros en mitificar la violencia de grupos no oficiales

Rueda de prensa del Movimiento Sumar.
Rueda de prensa del Movimiento Sumar.
PREMIUM
Actualizado

Entiendo la tentación de llamar «coalición kumbayá» a ese grupo de diputados que profesa que en lugar de aumentar el gasto en tanques y metralletas deberíamos hacerlo en hospitales y pasta de dientes. Tiene gracia, no lo niego, pero la etiqueta puede llevar a equívoco. Es cierto que sus declaraciones rezuman un infantilismo impropio de un legislador, y que el día que soliciten renovar sus iPads, el Congreso debería ofrecerles un cuaderno y lápices de colores, porque no vale ser un adulto para los beneficios y un crío para todo lo demás. Pero su infantilismo no es un síntoma de su omnibenevolencia, sino el reflejo de su ignorancia, en algunos casos, y la máscara de su verdadera filosofía en la mayoría. «Coalición kumbayá» denota un pacifismo, ingenuo y pueril, muy alejado de las opiniones que los diputados en cuestión tienen sobre los usos políticos de la violencia.

Entre quienes rechazan el plan de rearme, hay muchos a quienes no les disgustan las armas, pero sí que estén en manos del Estado. Estos pacifistas, tan críticos con la policía como con los militares, son los primeros en mitificar la violencia de grupos no oficiales, sean guerrillas revolucionarias, ejércitos populares u organizaciones terroristas. Imparten lecciones de pacifismo mientras incluyen en sus listas a ex miembros de ETA o celebran las hazañas de Terra Lliure y/o el FRAP. Y a otro nivel, aplauden a los estudiantes que, violencia mediante, impiden que se expresen en la universidad conferenciantes incómodos.

Diría que nuestros pacifistas no asimilan que el Estado ostente el monopolio del uso de la fuerza, pero su antiestatismo es relativo. Si hablamos de Estados que perciben como enemigos del capitalismo imperialista, como Rusia, Cuba o Venezuela, entonces son los primeros estatistas. No escatiman en loas a la revolución cubana o al comandante Hugo Chávez. Se dicen antimilitaristas, pero sólo les molesta el militarismo de las democracias. Su pacifismo kumbayá nunca les ha llevado a adherirse a los manifiestos que exigen a Putin el cese de la agresión, ni a condenar lo que ocurre en el Helicoide. El verde militar es como cualquier otro color, sienta bien o mal según quien lo vista.