DOMINGO
ELECCIONES
A pesar de todos los augurios, de todas las amenazas, de todos los enfrentamientos con sus socios, de todas las votaciones perdidas en el Congreso y de la falta de presupuestos, Pedro Sánchez empieza a hacer movimientos para agotar la legislatura.
Cuatro ministros, Alegría, Morant, López y Montero, preparan el terreno para la remontada autonómica de los años 2026 y 2027, justo antes de ir a generales.
Ante las dificultades para gobernar, el Gobierno asume la tarea de transformarse en plataforma electoral de sus ministros, convirtiendo la legislatura en una larga precandidatura. Lo único que haría que el presidente del Gobierno cambiara de opinión, otra vez, y fuéramos de inmediato a elecciones, es que le dieran los números, cosa que haría cualquier otro político. Sin embargo, a Sánchez, de momento, sólo le dan los del CIS.
LUNES
PAGE
Cada vez estoy más convencido de que el PP debería nombrar a Emiliano García-Page portavoz de la oposición. Ahora le ha dado por decir que en España manda Puigdemont, y que no existe una xenofobia buena, la de Junts, y una mala, la de Vox. Page es Pedro Sánchez hace tres semanas, o hace tres años, dependiendo del tema que se le pregunte, sale su precuela. Su error es decir que sigue defendiendo ideas socialistas, cuando lo que se le pide es defender a Pedro Sánchez, y enterarse, de vez en cuando, de por dónde andan sus ideas.
MARTES
PRESUPUESTOS
No sé quién dijo, o a lo mejor lo digo yo ahora, que los presupuestos son la partitura que tiene que interpretar un gobierno, y por eso estamos escuchando esta melodía.
Tampoco es que el Gobierno de España le esté dando demasiada importancia a este contratiempo. Se explica porque, con tanto socio, es normal que a veces las reclamaciones sean contradictorias. En la imposibilidad de contentarlos a todos está la fortaleza de la presidencia de Sánchez, sostenido por las peleas de quienes intentan ganarse su favor a base de amenazas que no pueden cumplir.
JUEVES
REARME
Veo a poquísima gente a mi alrededor preparando sus kits de supervivencia contra la invasión rusa, y empiezo a pensar que a España le cuesta tomárselo en serio. Especialmente al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien el miércoles tuvo que activar el kit de extrema derecha para no tener que hablar de rearme, que es como decir, para no tener que hablar de lo que no sabe.
En España tenemos ciertas dificultades para preocuparnos de todo lo que pase más allá de los Pirineos. Como demuestra nuestra reacción cuando empezamos a ver chinos con mascarillas. Para lo que aún no tenemos kit de supervivencia es para el trumpismo, que sigue gobernando a golpe de amenazas militares, o más bien de amenazas de suprimirnos los militares, y cambiárnoslos por aranceles.
Feijóo ni siquiera tuvo que hacer oposición en el Congreso, ya que todos los socios preferentes, medio preferentes y muy preferentes, se unieron para exhibir lo evidente: que el plan de defensa de Sánchez no existe, porque no hay plazos, no hay dinero y no hay votos.
En cuando el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, se enteró de las dificultades de Sánchez para decir la verdad, nos chivó que el presidente se había comprometido a llegar al 2% de gasto militar este verano. Rutte sabe que Sánchez no es de fiar. Todavía me acuerdo de cuando, en la última crisis económica, y como presidente de los Países Bajos, se partía de risa con los camioneros que le rogaban que no malgastara su dinero con los españoles.
Rutte trató de asustarnos asegurando que «un misil ruso tarda solo diez minutos más en llegar a Madrid que a Varsovia», cuando todos sabemos el miedo que da que Sánchez tarde mucho menos en cambiar de opinión.
Como el presidente aún no sabe cómo va a proteger el país de una invasión, se contenta con proteger al Gobierno con eufemismos. No es rearme ni defensa, es seguridad y salto tecnológico, como si quisiera derrotar a Putin robándole las claves de Netflix. Yolanda Díaz, por supuesto, se cree este argumento, porque no le queda más remedio, si quiere seguir siendo la vicepresidenta del Gobierno. Su riesgo es que, a estas alturas, puede que ya sea la única.