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Entrevista no vista

Alberto Sanfeliu, el experto en robots contratado por Japón: "Si Robocop existiera, la batería le duraría segundos"

Científico experto en robots, catedrático de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), dirige el grupo de Robótica Móvil del Instituto de Robótica e Informática industrial (IRII) que pertenece al CSIC. Es el único extranjero en un proyecto multimillonario del que el Gobierno de Japón para introducir avatares humanoides en las casas

Alberto Sanfeliu posa para EL MUNDO
Alberto Sanfeliu posa para EL MUNDOGORKA LOINAZARABA
Actualizado

¿El proyecto busca crear un super robot Emilio?
Es un poco distinto. Después de la revolución de la robótica industrial, ahora vivimos la revolución de la robótica de servicios. El robot camarero es parte de eso, pero va más allá. Nuestro proyecto se centra en crear avatares que ayuden en las labores domésticas, especialmente a personas con problemas de movilidad o gente mayor. Inicialmente serían robots quietos con rostros humanos, bustos con capacidad para comunicarse, expresarse y que, en caso de necesidad, pasen a ser controlados por una persona de teleasistencia en remoto. Este tipo de robots, en sus versiones básicas, podrían empezar a verse muy pronto, quizá en tres o cuatro años. Más adelante llegarían los avatares móviles y manipulativos que pueden cambiar la sociedad como la conocemos
¿Una especie de Alexa o de Siri?
No. Porque hablamos de robots que tengan cierta empatía, que entiendan cómo gesticulas, que reconozcan tus intenciones, que conecten con la persona. No sólo que proporcionen información. Ya hay algunos modelos de estos avatares completos, como la copia de sí mismo que se hizo Hiroshi Ishiguro, el responsable del proyecto, que plantea si todo el mundo acabará teniendo su réplica en robot. O modelos adaptables a varios rostros que se han utilizado para dar videoconferencias a distancia, por ejemplo. Ese puede ser otro camino. Que los mayores de 65 años, que empiezan a ser mayoría en muchos países, puedan utilizar uno de estos avatares alquilables y realizar ciertos trabajos, como dar una clase, sin necesidad de salir de casa. O incluso disfrutar de ocio, como una cena con amigos de varios lugares.
¿Se puede ver ya alguno?
En la Exposición Universal que se celebrará este año en Osaka habrá un pabellón del Gobierno de Japón con unos 50 avatares, muchos de ellos ya móviles, tipo androide, que podrán ser controlados desde cualquier sitio del mundo. Es decir, se podrá hacer una visita sin tener que viajar.
¿Cómo llegó a un proyecto tan japonés?
Cuando empecé a trabajar en robótica me centré en el reconocimiento de formas y tras organizar una conferencia internacional en Barcelona me invitaron a Japón. Fue en 2001 y allí conocí a Ishiguro, que entonces era un estudiante de doctorado que ya desarrollaba esta idea de crear su propio humanoide, su avatar. Cuando el Gobierno de Japón convirtió su proyecto en un proyecto bandera, un proyecto nacional, con 250 millones de dólares de presupuesto me invitó a participar. Mi parte de la investigación se basa en que estos avatares entiendan la intención humana, enseñarles parte de esa empatía.
¿Cómo lo hace?
Con mucho entrenamiento. No puede ser que la persona se adapte al robot, es el robot el que debe adaptarse a la persona. Si no es así, el robot es inútil. Entrenamos a los robots para que estudien el entorno, para que nos sigan con la vista, para que entiendan nuestro lenguaje no verbal, incluso que aprendan a diferenciar si sonreímos o estamos tristes. Un avatar de asistencia debe saber cuándo una persona se está riendo y cuándo está pidiendo ayuda. O en el futuro, si puede manipular y nos ayuda a cocinar, debe entender nuestras instrucciones si le pedimos que corte las patatas de una manera concreta.
Parece algo casi imposible.
No lo es, pero obviamente es un desafío enorme. Y lo es porque el ser humano es complejísimo. Somos muy difíciles de predecir. No somos repetitivos, siempre hacemos las cosas de manera distinta, y no somos óptimos, actuamos por costumbres.
GORKA LOINAZARABA

El cine nos ha enseñado que ese entrenamiento puede llevar al robot a adquirir conciencia y, por lo tanto, a tomar sus propios decisiones.
La ciencia ficción plantea escenarios que están muy lejos del lugar donde está la robótica. Por ejemplo, la alta computación que nos permite entrenar a estos robots consume una brutalidad de energía y no hay baterías portátiles que lo aguanten. Necesitamos que los avatares estén enchufados o aguanten como mucho 20 o 30 minutos. Luego se apagan, se caen y ya no funcionan. Si Robocop existiera, la batería le duraría segundos.
Y seguramente se caería por las escaleras. ¿Por qué son tan torpes todos los robots androides que se presentan en las ferias?
La movilidad es otro gran reto de la robótica por muchas razones. Lo primero es la localización. Ya hay robots a prueba en Estados Unidos o en Reino Unido que cogen tu compra del supermercado y te la llevan a casa. ¿Qué les pasa? Que sus localizadores satélite tienen un margen de error de dos metros así que, en lugar de esperarte en la puerta del portal, quizá te están esperando en mitad de la carretera. Y esos robots van con ruedas. Los robots androides bípedos, que deben subir escaleras y superar obstáculos, se van desarrollando, pero todavía les queda un largo camino. El equilibrio es algo muy complejo, muy humano, muy animal.
¿Cuándo los coches irán solos?
En Estados Unidos existen licencias de robot taxi y se están probando en ciudades como San Francisco. Son modelos que están haciendo millones de kilómetros, adquiriendo mucho entrenamiento y que imagino que no tardarán en estar en el mercado a un alto coste. Los accidentes ya se han reducido muchísimo, aunque siempre habrá, es inevitable. Luego cómo se desarrolle aquí es distinto.
¿Por qué?
En Estados Unidos dejan que ese tipo de tecnología se pruebe y, cuando hay un accidente, se crea jurisprudencia. En Europa es distinto. Aquí primero se aprueba la legislación y luego se realizan las pruebas. Nosotros si queremos sacar un robot a la calle en Barcelona para que aprenda sobre los movimientos de las personas, debemos pedir un permiso y vallar la zona, lo que impide que interactúe directamente. De esta manera avanzamos, pero más lento.
¿La robótica ha dejado de estar de moda ante el 'boom' de la Inteligencia Artificial?
La robótica y la IA están ligadas íntimamente. Quizá ahora no se atiende tanto a la parte mecánica de la robótica, pero lo que hacemos nosotros, el desarrollo de la capacidad de percibir, de entender y de razonar de los avatares, es trabajo relacionado con la IA. La IA se puede aplicar a muchos campos y, de ahí, que se hable más ahora, aunque su desarrollo es cíclico. También hubo un primer 'boom' de la IA en los años 60 y luego hubo un bajón impresionante, en los años 80 se recuperó y volvió a frenarse más tarde.

LA PREGUNTA IMPERTINENTE

Pregunta. ¿Cuándo fue la última vez que lloró?

Respuesta. Fue cuando murió mi hermano, hace ya 15 años. Estaba jugando conmigo un partido de tenis. Delante de mí se cayó, por un problema de corazón. Esa fue la última vez en la que realmente lloré.