EL MUNDO DE PAR EN PAR
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Carlo Ratti: "Me da pena defraudar, pero la ciudad del futuro será parecida a la actual, lo que cambiará es cómo la usamos"

El gran gurú de las ciudades y comisario de la Bienal de Arquitectura que se celebra el próximo mayo en Venecia es optimista sobre los cambios que impone la tecnología: "Estamos llamados a ser arquitectos del futuro, no sus víctimas"

Carlo Ratti: "Me da pena defraudar, pero la ciudad del futuro será parecida a la actual, lo que cambiará es cómo la usamos"
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Carlo Ratti (Turín, 1971 ), el gran gurú de las ciudades, como director del Senseable City Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), exprimió al máximo el día escaso que pasó en Sevilla para participar en el Hay Festival dentro de su ajetreada vida recorriendo medio mundo. Aterrizó procedente de Venecia, donde tuvo que ultimar los detalles de la Bienal de Arquitectura que se celebra en mayo y que él dirige. Y salió con destino a Estados Unidos, donde trabaja.

El ingeniero, arquitecto, profesor y escritor participó en un conferencia con Martha Thorne, directora ejecutiva durante 16 años del Premio Pritzker, considerado el Nobel de la Arquitectura, charló con el novelista James Ellroy, con periodistas, con otros colegas... Y, en medio, alquiló una bicicleta y se plantó ante las Atarazanas, el astillero construido en el siglo XIII, muy cerca de la Giralda y la Catedral, que está rehabilitando el arquitecto Vázquez Consuegra. Cuando se le pregunta por la ciudad del futuro, Ratti sonríe porque edificios históricos como las Atarazanas van a formar parte, irremediablemente, de la Sevilla del siglo XXI, XXII... Y así será en otras ciudades monumentales.

Estamos en un planeta en constante cambio, un "mundo en llamas", como usted lo ha llamado. Ante esas amenazas y el cambio climático, ¿qué respuesta puede dar la arquitectura?
Frente a los grandes retos, como el cambio climático, el trabajo de los arquitectos es sólo una pequeña parte. Sin embargo, cuando hay ciudades en el mundo como Río de Janeiro, donde la temperatura alcanza los 45 grados, pero parece 65 por la humedad, o cuando miramos lo que ha ocurrido en Valencia, con las inundaciones, entonces la arquitectura, en efecto, es una de las soluciones. Es la que debe trabajar sobre esos problemas y la que da soluciones, con la ayuda de otras disciplinas. No deberíamos centrarnos sólo en mitigar, sino que, como arquitectos, debemos aprender a adaptarnos. La arquitectura es la única que puede dar soluciones a los retos que plantea el cambio climático.
¿Es suficiente con construir edificios sostenibles?
La arquitectura ha trabajado sobre el cambio climático desde hace mucho tiempo, pero normalmente para hacer edificios más sostenibles y eficientes. Hay que ir más allá. En los próximos años, necesitamos empezar con una adaptación al entorno y para eso son precisas todas las inteligencias: la natural, la artificial y la colectiva.
¿Hay alguna ciudad que esté mejor preparada para este contexto de cambio?
No creo que haya una ciudad que lo reúna todo. Al escritor francés George Perec le preguntaron cuál era el mejor lugar de la ciudad para vivir. Y respondió que sería una casa en París, en la que cada habitación estaría en una zona diferente de la ciudad. Con la ciudad ideal pasa algo parecido porque sería un conjunto de lugares diferentes. Por ejemplo, Singapur está haciendo trabajos muy interesantes sobre la movilidad, Copenhague está centrada en la sostenibilidad y Milán, en la naturaleza. Habría que poner juntos todos esos elementos y mezclarlos.
Una especie de ciudad Frankenstein.
Sí, un poco, pero en positivo. Cada ciudad se centra en proyectos diferentes, como un caleidoscopio.
Para saber más

Usted defiende la colaboración interdisciplinaria, pero la enseñanza se divide en compartimentos estancos: por un lado, las ciencias y, por otro, las letras. ¿Habría que ir a una enseñanza más integral?
Edward O. Wilson, uno de los más grandes biólogos del siglo pasado, profesor de Harvard, escribió un libro muy bello, que se llama Consilience sobre la unidad del conocimiento. Estoy de acuerdo con él. Hay que abordarlo de esa manera filosófica. En el pasado, para afrontar toda la mole de conocimiento, había que dividirlo, pero ahora, con internet y otras herramientas, es más fácil encarar las diferentes disciplinas. Necesitamos la arquitectura, el diseño y la urbanística juntos, con otras disciplinas, para encontrar las mejores soluciones.
También es el gran gurú de las ciudades. ¿Cómo cree que serán en el futuro?
Cuando me hacen esa pregunta, me da pena defraudar al periodista, pero realmente las ciudades del futuro se van a parecer físicamente mucho a las de hoy en día. Los edificios que llevan siglos van a quedar ahí y van a formar parte de la ciudad del futuro. Al ser humano le gustan las cosas más conocidas: el suelo horizontal y las paredes verticales. Lo que va a cambiar es cómo usamos la ciudad del futuro.
¿Y cómo las usaremos?
Si pensamos en la ciudad como hardware y software, el hardware seguirá bastante igual. Esta plaza de Sevilla, con sus edificios de más de 100 años, van a permanecer. Pero el software, en los últimos años, sí ha evolucionado bastante. Por ejemplo, en la pandemia del covid, se implantó el teletrabajo y eso afecta a cómo usamos la ciudad. La forma de trabajar y de comunicarnos ha cambiado mucho y la rapidez de la evolución del software es lo que veo paralelo a la ciudad, a la evolución de la forma de vivir en ella.

Se dedica a pensar las ciudades del futuro desde el Senseable City Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), del que es director. ¿Cómo es su trabajo allí?
Es un laboratorio con muchas disciplinas. Hay arquitectos, diseñadores, científicos... todos enfocados en la ciudad y sus vecinos, pero con visión de conjunto.
El MIT está entre las mejores universidades del mundo. Cuenta con 105 premios Nobel entre su personal de ex alumnos, investigadores y profesores.
Hay muchas universidades buenas. Ha estado en distintos sitios antes de llegar al MIT. Pero una de las cosas que la hace única es que se aprende haciendo.
Las ideas que fluyen allí, ¿llegan al resto del mundo? ¿O se quedan sólo para una pequeña élite?
Lo que nos motiva en el Senseable City Lab es que haya impacto y llegue a la población. Es importante establecer un diálogo con la gente, no sólo entre arquitectos, sino con personas con intereses diferentes.
Luego deben convencer al político, al alcalde...
Hay que empezar por los arquitectos. Muchas veces, me hago la pregunta: ¿cómo debe ser la relación entre la política y la arquitectura? Considero que cada uno debe trabajar en su parcela y, si hablamos de la política profesional, debemos estar cada uno en lo nuestro. Pero la arquitectura es también una forma de política.
¿En qué sentido?
Si necesitamos, por ejemplo, hacer algo en una plaza, el arquitecto aporta sus ideas, su visión del mundo... O sea, es una visión política de lo que es una buena ciudad, en la relación entre los ciudadanos y el espacio público. La arquitectura es política porque debe tener una idea sobre lo que es una buena ciudad.
En sus investigaciones sobre ciudades y movilidad urbana son claves la tecnología y los datos. ¿De qué manera?
La tecnología es interesante siempre para la arquitectura. Siempre hemos intentado abrazarla y adaptarla. En el Renacimiento, también en el siglo XX, Le Corbusier se fijó en el hormigón reforzado y lo utilizó para ver cómo podía hacer avanzar la arquitectura. Me gusta la cita de Richard Buckminster Fuller sobre las dos opciones que tenemos: «Estamos llamados a ser arquitectos del futuro, no sus víctimas».
Su equipo del City Lab del MIT estuvo involucrado en un proyecto de patinetes eléctricos, otra de las claves para la movilidad en las ciudades.
Hemos trabajado sobre en ello porque pensamos que la movilidad es crucial. En las ciudades son necesarias diferentes alternativas, no sólo el coche. En el City Lab hemos creado diferentes startup y esta del patín eléctrico era una de ellas. El lema del MIT es 'mente y manos'. Pensar y hacer.
¿Es contradictorio que un país como Estados Unidos, que tiene una institución puntera como el MIT, haya votado por un presidente como Trump?
Estamos en un momento histórico. Se cree que fue Lenin quien dijo que hay décadas en las que no sucede nada y, por el contrario, hay semanas en las que suceden décadas, como ahora. Muchos de esos cambios no me gustan, pero yo estoy en Cambridge, Massachusetts, donde el número de personas que votaron por el presidente actual fue del 8,3%. Estados Unidos es muy diferente, según el lugar que se mire.
En su ciudad no votaron por Trump, pero sí en el resto del país.
El sistema, el viejo sistema, tiene muchos puntos de corrupción y por eso la gente está enfadada y quiere cambios. Muchos de estos cambios me preocupan, pero entiendo por qué la gente los exige. El economista Mancur Olson hablaba de sistemas que eran hackeados por la clase poderosa para convertirlos en un vehículo para su propio beneficio. Creo que las cosas van a ser peores en los Estados Unidos. La gente se enfada y vota para cambiar. Entiendo el enfado, pero el remedio puede ser peor que la enfermedad.

"La arquitectura es también una forma de política porque debe tener una idea sobre lo que es una buena ciudad"

Ha mencionado la corrupción.
Corrupción un poco ideológica. En las universidades, por ejemplo, hubo un escándalo que no le afectó al MIT, pero sí a otros centros, como Yale o Harvard, donde la gente pasaba el examen de admisión a cambio de dinero. Eso es corrupción. Y si ocurre, la gente no cree en el sistema porque no es justo.
Las grandes ciudades sufren una especie de turismofobia, un choque entre turistas y locales, que se ven desplazados de los centros históricos por la presencia masiva de visitantes. ¿Qué se puede hacer?
Es una pregunta clave. Venecia es un caso extremo, con una población residente muy reducida, pero con más turistas que Barcelona y Madrid. Lo importante es la relación entre los residentes y los turistas. Una manera de solucionarlo es que los turistas pasen más tiempo en la ciudad que visitan, como un residente temporal. Los alcaldes o los políticos dicen: el turista que gasta mucho es el bueno y tenemos que atraer al de alto nivel. No, esa no es la cuestión. Es el tiempo que pasa en la ciudad que visita. Si eres un residente temporal, tienes contacto con la cultura y la gente y todo cambia. Para hacer un turismo más sostenible, la clave es el tiempo. Tenemos que buscar maneras para mezclar mejor los turistas con la comunidad.
Es el comisario de la Bienal de Arquitectura de Venecia que se celebra en mayo. ¿Qué podemos esperar de la cita?
En el pasado, la Bienal ha mirado hacia afuera: el arte, la política... Este año espero que se enfoque en la arquitectura, pero atraiga otras disciplinas. Analizaremos cómo las diferentes inteligencias pueden ayudarnos a construir un mundo más resiliente. Aunque, bueno, a veces me pregunto qué hay de la inteligencia humana, cuando veo lo que está pasando en Estados Unidos. Pero sí, en las ciudades, en la manera de vivirlas y de transformar el planeta, hay muchísimos tipos de inteligencia.