Fue hace un par de veranos, en plena batalla entre Twitter -que entonces todavía se llamaba Twitter- y Threads, la nueva red social de Mark Zuckerberg. Elon Musk se enfadó con el nuevo invento del fundador de Facebook y le retó "literalmente" a un concurso de medirse los penes. Lo de "literalmente" es literal. Musk, por si alguien no pillaba la ausencia de ironía, utilizó también el emoji de una regla. Justo él, que se las pasa todas por el forro.
Un tiempo antes el dueño de Twitter ya había desafiado a Zuckerberg a darse de hostias dentro de una jaula y Zuckerberg respondió pidiéndole ubicación como si hubieran quedado para tomar unas cañas en San Francisco. El Gobierno de Italia se ofreció a organizar la velada en el Coliseo romano. Dónde si no.
Me acordé de esto del duelo de mingas -que diría el siempre añorado Echenique- ahora que Elon Musk ha vuelto a sacar la regla para ver quién tiene el cohete más grande. Se lo mide esta vez con otro magnate tecnológico, Jeff Bezos. El hombre más rico del mundo frente al segundo hombre más rico del mundo. Fight! Este jueves, 25 años después de fundar su compañía espacial Blue Origin, el dueño de Amazon logró poner en órbita el New Glenn, el cohete con el que pretende competir con Space X, la marca de Musk para colonizar la galaxia. Sólo unas horas después, el bueno de Elon lanzó su propia nave y le explotó a la altura del Caribe. Los dos quieren ser astronautas de repente, aunque ya les dijo Pedro Duque que creerse astronauta por subir y bajar del espacio es como dárselas de alpinista por pasar una tarde en Navacerrada.
A mi cuñado le pasó algo parecido al cumplir los 50, pero en lugar de viajar a Marte se puso pelo, se compró una televisión de 70 pulgadas y se apuntó a crossfit, que es lo que hacen los hombres a cierta edad cuando no se pueden pagar una lanzadera espacial. Lo malo de estas crisis galopantes de masculinidad es cuando se producen en los más alto de la lista Forbes y cuando sus caprichitos multimillonarios se convierten en un espectáculo global de consecuencias imprevisibles.
Elon Musk, que en 2022 fue acusado de enseñarle su cohete erecto a una azafata de su empresa aeroespacial y de ofrecerle un caballo a cambio de un masaje erótico, es hoy la persona más rica y poderosa del mundo (valga la redundancia), el consigliere particular de Donald Trump al frente de la primera potencia del planeta. Es Julio César con sombrero de cowboy. Y lo más peligroso es que todo su pensamiento se resume en el emoji de la berenjena.