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Las fake news crecieron en redes sociales al mismo ritmo que el nivel de agua durante la noche del martes. Este latigazo de desinformación no es nuevo, pero presentó algunas particularidades. Acostumbrado a convivir con los bulos durante los momentos más duros de la pandemia y en cada cita con las urnas, el público español asiste con la DANA a un nuevo subidón de la mentira. ¿Qué patrones tiene la desinformación cuando la Naturaleza es violenta y se produce un desastre natural de tan trágicas consecuencias?
El primero corresponde a las falsedades sobre los daños ocasionados y la magnitud del desastre. Esto se produce cuando se exagera el número de víctimas mortales, cuando hay todavía confusión y faltan datos oficiales, o se intenta sembrar el pánico con información falsa. El mejor ejemplo es el de las presas que supuestamente iban a reventar al inicio de la crisis. «Se prepara otra gorda!!! Una presa de Manises se ha desbordado y se prevé otro Tsunami!!!», decía uno de los mensajes que se viralizó en X, el antiguo Twitter, y que generó angustia en los ciudadanos que vivían en esas localidades. Otro ejemplo de bulo torticero de situación se puso en evidencia, cuando el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, tuvo que desmentir que hubiera ordenado la evacuación de ningún municipio, cuando los buleros hablaban sin pudor de Sedaví, Paiporta, Benetúser y Alfafar.
Un segundo patrón se da cuando se desinforma de los delitos que se cometen. Es otra forma de desestabilizar y amplificar el altavoz de la inseguridad. Aunque ayer se registraron conductas despreciables, como robos y hurtos, tal como informó la Fiscalía Provincial de Valencia, en las redes algunas cuentas quisieron dar una imagen de que las zonas afectadas eran un mundo Mad Max, donde todo el mundo saqueaba los comercios y casas ajenas en busca de agua y gasolina con armas de fuego.
El tercer patrón es el cultivo de una conspiración. «La desinformación tiene que ver con la construcción ideológica, que tiene como objetivo socavar la confianza, sea en la ciencia o en las instituciones», dice Beatriz Gallardo-Paúls, catedrática de Lingüística de la Universidad de Valencia, y autora del libro La voz más alta. Ruido mediático, opinión pública y Estado de Derecho, junto a José Luis Espinosa.
El objetivo es claro, sostiene: pulverizar el orden social y generar desconfianza. Y vale todo, como incluso apuntar en redes sociales que la DANA en realidad es un «ataque meteorológico HAARP orquestado por Marruecos». Hola, Miguel Bosé.
Para aclarar, HAARP, el High-Frequency Active Auroral Research Program, es un proyecto científico estadounidense que investiga la ionosfera mediante señales de radio, si bien no tiene capacidad de alterar el clima. Pero hay gente que piensa que es algo así como la Estrella de la Muerte de Star Wars.
En ese sentido, la profesora Gallardo lanza una advertencia: «Cuando alguien se apropia ideológicamente de un bulo siempre es muy peligroso». Beber lejía para curar un virus, buscar un falso culpable o generar odio hacia otro son pruebas de ello.
En el cuarto puesto podríamos poner las falsas peticiones de auxilio, muy comunes en los fenómenos meteorológicos extremos. Su carta de presentación suele ser un mensaje en el móvil con las palabras «SOS» o «difúndelo».
Por último, está quizás el más miserable de los patrones: el fraude para lucrarse con el drama. Cuando se produce un desastre natural, las bandas de delincuentes intentan aprovecharse de la sensibilización social organizando falsas campañas de donativos para ayudar a los afectados. En ese rumbo están los timos que buscan ganar dinero con la desesperación de la víctima, como cuando circuló el miércoles el bulo de la sustitución del número 112 de Emergencias por otro, que resulta que era de pago y un fraude telefónico.
Los incendios, las inundaciones o los terremotos se han convertido en los mejores ensayos posibles para la difusión de fake news. Sin duda, la fuerza del problema aumenta gracias a la inteligencia artificial (IA). El mejor ejemplo se dio con el huracán Helene, en septiembre de este año, cuando se difundieron por internet imágenes generadas por IA de supuestas víctimas con consignas contra el gobierno de Joe Biden y de Kamala Harris. La imagen más famosa fue la de una joven que lloraba mientras sostenía a un cachorrito. Snif.
En Japón durante los terremotos de este año esta forma de desinformación también ha estado muy activa.
«La cuestión es que en las campañas orquestadas de bulos siempre hay un fin político que busca desacreditar», apunta Javier Martín Merchán, profesor de Ciencia Política de la Universidad Pontificia Comillas. "Un desastre natural es casi siempre inesperado y aunque se pueden dirimir responsabilidades en el ciudadano siempre hay confusión sobre a quién corresponden. Hay muchas evidencias de cosas que afectan al escrutinio del voto que no son previsibles, pero que castigan o premian al político de turno».
¿Es fácil apuntar el tiro hacia algún político en particular en estos casos? Para Martín Merchán, es muy difícil. «Por eso estas campañas tienen un potencial destinado más bien a hacernos dudar de todo, no a atacar a alguien en concreto».
Lo dicho, caos y más caos.