HISTORIAS
El mundo en 2025

La "arena ensangrentada" con la que no se quiere manchar Donald Trump: así queda el nuevo laberinto de Oriente Próximo

La caída de Bashar Asad impacta en todos los países de la región: debilita a Irán, asusta a Irak y amplía las opciones de Israel

Una niña herida en el Hospital de los Mártires de al-Aqsa en Deir al-Balah, en la Franja de Gaza, el 12 de diciembre.
Una niña herida en el Hospital de los Mártires de al-Aqsa en Deir al-Balah, en la Franja de Gaza, el 12 de diciembre.EFE
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El año 2024 cierra su último capítulo con la inesperada culminación de una de las revueltas de la primavera árabe, en Siria, con el derrocamiento del régimen de Bashar Asad. Las llamadas de libertades y derechos iniciadas en 2011 fueron sofocadas con tanta crudeza por el ex dirigente, que las tensiones derivaron en una revuelta armada contra el régimen y una posterior guerra civil. Más de medio millón de personas murieron en trece años de conflicto y otras miles desaparecieron en las cárceles de Asad, en una práctica de represión iniciada incluso antes de la guerra. Ahora miles de familiares de estas víctimas trabajan por conocer el paradero de sus allegados e iniciar un proceso de identificación y reparación de las fosas comunes que están apareciendo, reveladas por vecinos tras décadas de silencio bajo el yugo del régimen.

Una ofensiva de grupos rebeldes puso fin a cinco décadas de gobierno de la familia Asad el 8 de diciembre, abriendo una nueva etapa que será decisiva para el país este 2025. La milicia insurgente que capitaneó el asalto, Hayat Tahrir Al Sham -una exfilial de Al Qaeda- tiene una tarea titánica sobre sus hombros para reconstruir y unir a un país dividido por trece años de guerra. Por el momento, el grupo rebelde no parece dispuesto a compartir estos deberes.

Su líder Ahmed al-Sharaa -conocido por su nombre de guerra, Abu Mohamed al-Jolani-ha nombrado un gobierno interino con los dirigentes políticos -entre ellos su propio hermano- que le acompañaron en Idlib en este último lustro, territorio que era el último cantón opositor a Asad antes del asalto contra el régimen. Sin embargo, establecer una dirección provisional contando con todas las facciones rebeldes sería aún más complicado, ya que la mayoría son una metástasis de grupos islamistas y yihadistas que cuentan con militantes extranjeros con intenciones diversas. Se espera que en los próximos meses Sharaa conduzca al país a la creación de una nueva constitución y estructuras de gobierno que incluya a todas las minorías de Siria. Lejos de estar a la expectativa de cómo transcurre la transición de gobierno, los sirios han tomado las grandes ciudades exigiendo un futuro secular, libre de la influencia de intereses regionales que durante décadas han impedido el desarrollo del país.

Sharaa ha hecho un llamamiento al regreso de los seis millones de sirios que huyeron por la guerra y cuyo desplazamiento masivo ha reconfigurado las políticas exteriores de la Unión Europea, provocando que la migración sea una de las cuestiones que más preocupan a Bruselas. Este 2025 podría traer la retirada de Sharaa y Hayat Tahrir Al Sham de las listas de organizaciones terroristas, en un voto de confianza de Europa por mantener influencia en Oriente Próximo y fomentar el regreso de miles de sirios, pese a que el groso de refugiados residen en países vecinos de Siria y no en la UE. Bruselas podría contribuir a la reconstrucción de Siria para incentivar su regreso, incluso a cambio de ciertas concesiones, como que Damasco no permita la permanencia de bases rusas en la costa de Tartus, donde Moscú había desplegado sus fuerzas durante su apoyo férreo al régimen de Asad.

Para saber más

El derrocamiento de Bashar Asad puede cambiar el curso de otros conflictos que tienen lugar en Oriente Próximo, reequilibrando la balanza de poderes de algunas potencias, principalmente Irán, que había invertido una gran cantidad de sus generales y fuerzas aliadas de la región para mantener al exdirigente en el poder. Irán inicia el año 2025 con su proyecto del Eje de Resistencia -una alianza de fuerzas paramilitares en varios países de la región que operan bajo su influencia- severamente debilitado. Incluso antes de la ofensiva rebelde, el principal aliado de Irán, la milicia chií libanesa Hizbulá, perdió gran parte de sus fuerzas tras trece meses de enfrentamientos contra el ejército israelí. El ataque de Tel Aviv contra los buscapersonas de la milicia causó más treinta muertos y miles de heridos -muchos de ellos civiles- en el momento de más tensión entre ambas fuerzas. A ellos se le añadió el asesinato de su líder, Hasan Nasralá, junto con el descabezamiento de los principales dirigentes de la organización.

El golpe mortal se produjo en diciembre con la caída de Asad, que puso fin a la red de suministro terrestre que conectaba a Hizbulá con Irán. Con la eliminación de este puente terrestre, Irán pierde su capacidad de influencia en territorio de Levante y disminuye el poder del Eje de Resistencia contra Israel. Si bien milicias iraquíes proirán lucharon por frenar la ofensiva insurgente contra Asad, Bagdad se ha mostrado muy cauto ante el avance rebelde e intenta deshacerse de la inestabilidad que le provocan estos grupos proiraníes en su territorio. Irak se enfrenta a un año clave en el que tendrá que decidir si se ultima o no la salida de las tropas estadounidenses desplegadas en su territorio, que han recibido ataques en el marco de la guerra israelí -apoyada por Washington- en Gaza, que seha extendido a Cisjordania, Líbano y desde hace unas semanas a Siria.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, aseguró que el frágil alto el fuego del Líbano les iba a servir para centrarse en el conflicto contra Irán. Ambos países dejan atrás un año en el que se han atacado directamente por primera vez, en una espiral de tensión que ha mantenido en vilo a toda la región. Teherán seguramente opte por un año de retrospección para recalcular su estrategia regional ante la caída de Asad y el debilitamiento de Hizbulá. Sin embargo, los sectores del ala dura del régimen piden más presión contra Israel y que se desarrollen armas nucleares si es necesario para proteger al país.

A ello se le añade un intento por parte del nuevo presidente, Masoud Pezeshkian, de acercar Irán a países occidentales para que se levanten las sanciones que han lastrado su economía y que cada vez afectan más a la ciudadanía, con una grave inflación y cortes constantes de electricidad. Sin embargo, toda predicción puede cambiar con el regreso de Donald Trump a Washington, quien prometió «máxima presión» contra Irán.

La UE podría retirar de la lista de terroristas a las organizaciones que han derribado a Asad

Si bien Trump parece desentenderse de la situación en Siria, país que calificó de «arena ensangrentada», el mandatario podría cambiar su postura según las prioridades estratégicas de Washington con los nuevos dirigentes árabes. Trump tendrá que lidiar con Turquía -que ejerce cierta influencia sobre los grupos rebeldes- y el encaje de las milicias kurdosirias en el noreste de Siria, que reciben apoyo de Washington en la lucha contra el Estado Islámico, pero que Ankara considera organizaciones terroristas. El gobierno de Recep Tayyip Erdogan ha acusado a las milicias kurdo-sirias de terroristas y asegura que no tienen cabida en la formación del nuevo gobierno en Siria. Turquía ha lanzado en el último lustro cuatro ofensivas militares en el norte de Siria para expulsar a las milicias kurdo-sirias de su frontera y no parece dispuesta a permitir que éstas se incluyan en las nuevas estructuras de gobierno post Asad.

Por el momento no parece que Estados Unidos esté incómodo con el despliegue israelí en el sur de Siria, donde ha tomado territorios más allá de los Altos del Golán ocupados y no pretende retirarse en un período corto de tiempo. Israel podría culminar en 2025 un proceso iniciado hace meses, del declive acelerado del orden internacional y de derechos humanos con su campaña contra los palestinos en Gaza y Cisjordania. Desde octubre de 2023 ha matado a más de 40.000 palestinos, un tercio de estos niños, en una escalada de destrucción que no parece tener fin. La hambruna acecha cada rincón del enclave y aún es peor en el norte, donde se produce un asedio dentro del asedio de toda la Franja, sin acceso a agua, alimentos ni servicios básicos desde hace tres meses. El objetivo de rescatar a los cien rehenes que quedan en Gaza está cada vez más diluido y Netanyahu avanza sin rendir cuentas, en una espiral de destrucción que parece que se llevará por delante incluso el derecho internacional.