Jordi Chaparro cuenta que lo más raro que le ha pedido un cliente fue una muñeca hinchable que costaba más de 1.000 euros. "Estaba haciendo una retransmisión en Twitch desde el sex-shop más grande de Tokio, un laberinto de siete plantas que vende todo tipo de juguetes, lencería y lubricantes. Entonces, uno de mis clientes habituales, que está en México y sigue mis vídeos, se conectó al directo y se quedó loco con el piso donde están las muñecas hinchables de silicona. Son súper realistas, incluso se mueven como un robot".
Chaparro (32 años) salió muy joven de Premià de Mar, en Barcelona, para recorrer mundo. Estudió en Londres y en Nueva York. Trabajó en Bolivia como consultor y hace cinco años aterrizó a Japón porque quería meter la cabeza en la industria de los videojuegos. Pero acabó en una empresa española montando parques solares en regiones remotas del país asiático. Luego, abrió un canal de Twitch para hacer vídeos sobre sus aventuras y se convirtió en una especie de "conseguidor" de productos raros que sólo se encuentran en este país asiático.
"Puedo conseguir cualquier cosa de Japón que el cliente me pida, ya sea una muñeca hinchable o el último producto tecnológico que salga en este inmenso mercado", asegura el catalán, que indica que las mejores love dolls de Tokio, las muñecas del amor súper realistas, se encuentran en el corazón de Akihabara, el barrio de la electrónica y del manga de la capital japonesa.
En un callejón se levanta M's Pop Life, el paraíso de los juguetes sexuales. No faltan los últimos vibradores del mercado, todo tipo de lubricantes, pasillos llenos de lencería y disfraces de colegialas que tanto triunfan -moda lolita- en la millonaria industria del sexo de Japón.
Las muñecas se encuentran en un rincón de la planta baja. Algunas están expuestas en tamaño real. "Altura: 1,58 centímetros; Peso: 34 kilos; Cintura: 59 centímetros; Caderas: 87 centímetros; Material: silicona; Área púbica: extraíble; Pelo púbico: ninguno; Precio: 190.000 yenes (1.145 euros). La peluca está incluida", señala la etiqueta de una de las muñecas.
En la tienda, una dependienta dice que vienen hombres de todo el mundo a comprar estas muñecas, pero que el producto estrella entre los varones son los huevos Tenga, hechos con base de silicona y lubricante, que se usan para la masturbación. Su creador se llama Koichi Matsumoto, un mecánico que estaba desempleado y dormía en su coche, hasta que se hizo millonario en 2005 tras desarrollar el huevo.
"Retransmito seis días a la semana mientras recorro los lugares más curiosos de Tokio en los que hay alguna historia que contar"
"Recorrí todos los sex-shop de Tokio y descubrí que faltaba un juguete adecuado para el placer masculino", explicaba Matsumoto en una entrevista con este periódico, que también habló con el director creativo de la empresa de los Tenga, Masanobu Sato, quien se presentó como "doble campeón del mundo de masturbación", en referencia a una competición (Masturbate-a-thon) que, según él, se celebra todos los años en Japón.
El streamer español Chaparro ha visitado varias veces el sex-shop de Akihabara para grabar vídeos que luego sube a su canal de Twitch (JapanJordi). "Retransmito seis días a la semana mientras recorro los lugares más curiosos de Tokio en los que hay alguna historia que contar. Algunos de mis clientes descubren nuevos productos gracias a mis vídeos. Es por ese motivo por el que ahora estoy explotando mucho mi faceta de streaming".
Con el apoyo de otros dos socios -un japonés y una argentina-, el español abrió en octubre de 2022 dos tiendas online, Nippon Tour y Nippon Store, centradas sobre todo en vender videojuegos y figuras de anime. En sus vídeos, además de mostrar todas las curiosidades del día a día en la ciudad más poblada del mundo, trata de enseñar la otra cara del Japón idealizado que se vende habitualmente. "Aquí existe un mundo muy turbio que mucha gente desconoce", dice Chaparro, que también viaja con frecuencia por países del este de Asia como consultor para Grentidem, un grupo de inversión especializado en abrir cines en centros comerciales.
Una de las historias que ha investigado transcurre en una plaza de Kabukicho, el barrio rojo de Tokio, tomada por los conocidos como toyokokids: chavales, algunos de ellos menores, que han salido del Japón rural y que tratan de buscarse la vida en las calles de la capital. "Vienen normalmente de familias desestructuradas de todo el país, víctimas de abusos y con muchos problemas en casa. Son jóvenes muy vulnerables que llegan aquí esperando que alguien les ofrezca refugio y los proteja. Pero el problema es que las mafias captan a muchas de las chicas que llegan y las meten en redes de prostitución por varios clubes".
Chaparro también ha abordado en sus vídeos fenómenos sociales como los hikikomori, los japoneses que jamás salen de casa. Según la última encuesta del Gobierno japonés, ahora mismo hay casi millón y medio de personas de entre 15 y 62 años que viven recluidas voluntariamente en sus hogares.
El término se utiliza en Japón para definir a una persona que permanece aislada de la sociedad, encerrada en el hogar, durante al menos seis meses seguidos, sin interactuar con nadie que no forme parte de su círculo más íntimo. En 2003, las autoridades niponas también lanzaron algunos apuntes para catalogar a estos parias sociales, excluyendo así a aquellos que padecen enfermedades físicas o mentales, y señalando que la mayoría de trastornos que sufren los hikikomori son consecuencia de su aislamiento, no la causa del mismo.
"Otro fenómeno en el que he profundizado mucho es el de las muertes por exceso de trabajo", cuenta. "En Tokio hay mucha gente que trabaja más 80 horas a la semana. Hay una cultura que dicta que el japonés, sobre todo el más joven que acaba de entrar en el mercado laboral, tiene que vivir recluido en la oficina. Eso destruye el tejido social de una generación joven y provoca muchos suicidios". El Ministerio de Salud de Japón aseguró que en 2022 murieron 2.968 personas por suicidios atribuidos al karoshi, como se denomina a las muertes por exceso de trabajo.
"En este tema es importante destacar el caso de los conductores de trenes, quienes cargan con una pesada mochila de atropellos inmensa por los suicidas que se tiran a las vías. Han salido noticias que dicen que incluso muchos conductores de trenes se han acabado suicidando porque no han podido lidiar con el trauma".
El envejecimiento de la población y la salud de la economía también suelen ser aspectos que trata Jordi en sus directos. "Aquí hay un problema de raíz: los jóvenes no quieren tener hijos porque eso cambia sus expectativas laborales, sobre todo en las mujeres. Japón es una sociedad genuinamente machista donde todavía se espera que la mujer abandone su trabajo para cuidar a los hijos, por ello muchas renuncian a ser madres", asegura.
"Japón tiene también un gran problema empresarial, relacionado con lo del envejecimiento, y es que los CEO que están al frente de las grandes compañías son muy mayores. No quieren innovar ni arriesgar, apenas salen nuevas startups. Muchas empresas siguen funcionando igual que hace 30 años, en los tiempos de la burbuja económica. Países vecinos como China y Corea del Sur ya están por encima en innovación. En 10 años, Tailandia y Vietnam también lo estarán. Japón se está quedando atrás".