Cuenta Wolfgang Münchau que en los hospitales y las comisarías alemanas todavía se sigue usando el fax, tal que si estuviésemos en 1997 y no en 2025. La imagen, dolorosa como un sopapo incluso en el sur de Europa, no remite a la precariedad, sino a la alergia a lo nuevo y a la inercia. Dos males que afectan al país de forma estructural y explican cómo la antaño locomotora continental circula ahora por una vía secundaria.
Münchau, ex corresponsal de The Times en Washington y Bruselas, ex fundador del Financial Times Deutschland y director del servicio de noticias Eurointelligence, tiene 64 años y unas gafas muy bien graduadas. En su reciente ensayo Kaput. El fin del milagro alemán (Plataforma Editorial) analiza los motivos por los que, en poco tiempo, Alemania ha pasado de ser un modelo de éxito económico a otro de retraso tecnológico. A pesar del catarro, conversa con pasión en Madrid con motivo de una charla en la Fundación Rafael del Pino.
- ¿Es Friedrich Merz el canciller que necesita la Alemania que retrata en su libro? ¿Ha sido Olaf Scholz el peor canciller desde la reunificación?
- En realidad todos han respaldado el mismo modelo caduco. Sobre todo Angela Merkel, que nunca resolvió ningún problema. Siempre priorizó la formación del gobierno de coalición al liderazgo del país. Existe cierto malestar en Alemania con lo que ella representó y con lo que yo denomino centrismo. Alemania necesitaba una economía mucho más dinámica, y eso no lo estimuló ningún canciller. Además, el país tuvo mala suerte con los cambios que se produjeron en el mundo: Rusia, China, Estados Unidos con Trump... La crisis de la eurozona le ayudó, porque bajaron los tipos de interés y eso lo hizo competitivo. La revolución de la cadena de suministro lo ayudó. El acceso al gas y petróleo rusos lo ayudó. Las empresas tenían acceso a capital y los políticos utilizaban el sistema bancario para firmar acuerdos con las empresas. Es decir, formaban parte del mismo engranaje.
- ¿Cuál sería el mejor y el peor escenario el día después de los comicios?
- El escenario más probable es que AfD (Alternativa para Alemania) siga creciendo y se convierta en el principal partido de oposición. No veo que un gobierno de coalición aporte ninguna solución. Hará lo mismo que ha hecho antes, con algún retoque cosmético. Por ejemplo, no detendrá la tendencia desindustrializadora. Así que la AfD crecerá. Obtuvo un 10% de los votos en las últimas elecciones, conseguirá un 20% ahora y llegará al 30% en los siguientes comicios. Con ese 30% tal vez se convierta en el mayor partido. Todavía es posible formar una coalición contra ellos, pero se está volviendo cada vez más difícil.
- Elon Musk dice que Alemania se enroca "en la culpa del pasado". El hombre más rico del mundo y asesor del presidente Trump ha animado en su red social a votar a AfD y se ha dirigido a sus simpatizantes recientemente en un mitin. Todo ello después de haber generado polémica por su supuesto saludo nazi en la toma de posesión de Trump. ¿Cómo valora el apoyo de Musk a Alice Weidel, su líder?
- No me sorprende. La principal contribución de Musk -que no es muy querido en Alemania- en realidad no es su capacidad para inducir al voto, sino para enardecer a muchos jóvenes. AfD puede experimentar una mayor movilización de sus partidarios gracias a la red social X. Ya tuvo una gran incidencia entre los votantes republicanos en la victoria de Trump, y los demócratas no lo vieron venir. Los votantes de la CDU no están demasiado entusiasmados con la perspectiva de otro gobierno de coalición. Saben que Merz usa un lenguaje agresivo, pero que al final buscará un gran acuerdo. Sólo ha dicho que establecerá una línea roja con AfD, y eso significa que no tiene más opciones. Cuantas más líneas rojas traces, menos opciones tendrás. Tengo que decir que los alemanes son muy partidarios de las líneas rojas, pero a veces en la vida hay que hacer las cosas de forma un poco diferente. No soy afín a AfD. Creo que sus políticas económicas son atroces y que no contribuye de una forma positiva al debate en Alemania. Lo que sí lo haría sería que Merz pudiera implementar sus políticas. Es muy posible que la AfD lo apoye. La política de inmigración de Merz no es tan diferente de la de AfD, aunque personalmente pienso que es errónea. Soy muy partidario de la inmigración. Pero si yo fuera asesor de Merz, le diría que este cortafuegos no es el adecuado si lo que realmente le interesa es arreglar Alemania. Él entiende algunas de las cosas que expongo en el libro. No creo que lo haya leído, pero le he escuchado compartir parte del diagnóstico que hago, como que el modelo económico alemán está averiado. No es algo que se oiga decir en Alemania, ni siquiera los más críticos. También habló sobre IA, entiende de qué va. Pero ha puesto el foco en la inmigración. Entonces, ¿qué pasará? Que formará un gobierno de coalición centrista, será el tipo más duro en el control de la inmigración y confiará así en debilitar a AfD. No creo que le funcione.
- En el epílogo escribe: "Cuando una economía empieza a debilitarse la gente se enoja y sufre descontento, y si no hay oposición termina votando a partidos extremistas". ¿Cómo de preocupante es, para Alemania y para el resto de Europa, que la decadencia industrial acabe convirtiéndose en el caldo de cultivo perfecto para las ideas radicales en política?
- Lo que habría que hacer daría para escribir otro libro (ríe). Yo no propongo acabar con la industria, sino diversificarla y hacer otras cosas. Hay muchas cosas que los ingenieros y los científicos todavía son capaces de hacer. Pueden diseñar máquinas en vez de fabricarlas. Fíjese en los estadounidenses: ellos diseñan chips y los taiwaneses los fabrican... Se pueden encontrar nuevos modelos de negocio. Hay muchas oportunidades en el mundo del siglo XXI con las que es posible ganar dinero. Alemania tendría que abrirse, y eso significa volverse más cariñoso con las empresas y los emprendedores. Significa menos burocracia y menos impuestos. Significa dejar a las empresas en paz y aceptar que de vez en cuando algo malo sucede y que no hay que regularlo todo hasta el estrangulamiento, que es lo que está provocando. El problema es que muchas de las normativas son europeas. Por ejemplo, en materia de IA, criptodivisas o big data. Alemania debería estar analizando qué oportunidades de negocio hay en los datos, y no sólo en su protección. Aunque, ya digo, es un problema europeo. Y si me permite decirlo, con los medios de comunicación está pasando algo muy parecido a la industria del automóvil. Los periódicos le decíamos a todo el mundo lo que tenía que pensar porque ese era nuestro trabajo, no había nadie más que lo hiciera. Los medios no vieron llegar a las redes sociales porque surgieron de un entorno completamente ajeno al informativo. No se interesaron por ellas ni pensaron que podían tener algo en común. Ahora estas plataformas son canales de información.
- ¿Qué haría para intentar que la economía alemana no se limitara a la competitividad? ¿Qué medidas concretas pondría usted en marcha para crear 'startups' e intentar reengancharse a la carrera por el desarrollo digital, ahora que Europa se descuelga de Estados Unidos y China en áreas como la IA?
- Probablemente fuera necesario hacer algo parecido a lo de Javier Milei en Argentina. No creo en paños calientes. Como poco, habría que darle a cada empresa emergente cinco años de exención en el pago impuestos y en el cumplimiento de las normativas laborales. Dejémoslas tranquilas y veamos el éxito que tienen. Luego tal vez habría que aplicar esa misma política a las empresas más grandes. La regulación ha acabado con todo y debe relajarse a escala europea, porque si es tan estricta no tiene ninguna posibilidad de funcionar. Es imposible que las empresas prosperen si se las trata como si fueran hostiles. La industria alemana de la IA es cómica. Lo mismo que la de la telefonía móvil. Tenemos la peor red de Europa. No se invirtió en ella porque para todos los partidos políticos nunca fue una prioridad.
"Hoy las escuelas alemanas son prácticamente iguales que hace 40 años"
- Su libro se puede resumir en seis palabras: el mundo cambió, pero Alemania no.
- Así es. Alemania está estancada desde los años 90. Mantiene los mismos debates, usa la misma tecnología, desarrolla las mismas estructuras, opera con el mismo modelo industrial basado en la exportación... Es muy extraño. Alemania era un país muy avanzado. Cuando crecí, se encontraba a la vanguardia tecnológica. Los alemanes eran científicos e ingenieros. Se hablaba de tecnología y matemáticas a todas horas. Nuestras escuelas eran buenas. Hoy, las escuelas son prácticamente iguales que hace 30 o 40 años. Si echo un vistazo a lo que se enseña a los niños, el plan de estudio es viejo, mientras que en Inglaterra ha cambiado por completo. Todavía estamos formando a ingenieros mecánicos. No hemos incorporado el enfoque estadístico y de datos a la formación. Ni ninguna de las cosas que se necesitan para la vida moderna.
- El declive de su país como gigante industrial en plena transición tecnológica se debe, como explica en su análisis, a una combinación de factores: energía barata, globalización, liderazgo en la era analógica... ¿Cuál de todos ellos es el que más ha contribuido a que Alemania haya gestionado mal el capitalismo industrial y tomado pésimas decisiones en la tecnología y la geopolítica?
- Hago un recorrido por todos los factores: las finanzas, la energía, la tecnología... Lo que tienen en común es la obligatoriedad de alcanzar un consenso y el no permitir que los mecanismos del mercado interfieran. Echemos un vistazo a la industria de la automoción, por ejemplo. Nadie está invirtiendo en ella. Es una industria gigante y que mueve mucho dinero. Pues bien, los fabricantes de coches alemanes eligieron no invertir en el desarrollo de vehículos eléctricos. Prefirieron invertir en software para disfrazar las emisiones de dióxido de carbono [se refiere al Dieselgate, el escándalo por las emisiones de CO2 de vehículos Volkswagen]. Como mínimo, podían haber hecho como los británicos al final de la época imperial y convertirse en inversores pasivos. Admitir que los fabricantes chinos son mejores y ser accionistas minoritarios. O comprar la mitad de Tesla. Pero no. En vez de eso, pensaron que esa industria no iba a tener éxito. O que si lo tenía, no iba a suponerles consecuencias graves. O que si eran graves, podrían llegar a lidiar con ellas... En el libro hablo del famoso caso de Smith Corona en la década de los 80. Era el líder de los fabricantes de máquinas de escribir y intentó integrar el ordenador personal en ellas... hasta que aparecieron las impresoras láser y se quedaron sin negocio. No lo vieron venir. Es lo mismo que pasó en Alemania. Los fabricantes de coches fueron capaces de intuir lo que sucede cuando irrumpe una nueva tecnología. No imaginaron que un coche eléctrico en realidad no es un coche, sino un dispositivo digital. El futuro del coche eléctrico -y, por tanto, el beneficio económico- está en la IA y los datos. No en el motor, ni en los neumáticos, ni en el sistema de frenado, sino en los datos que van a permitirle al vehículo analizar el tráfico y comunicarse con otros. Los chinos siempre van a tener ventaja en esta industria, porque además son los dueños de la cadena de suministro, pero los alemanes no van a dar la pelea. No lo entienden. Ni los fabricantes, ni el gobierno, ni los medios de comunicación. Hace un par de años leí un artículo en Frankfurt cuyo autor preguntaba: "¿Puede imaginarse que la industria automovilística alemana deje de ser líder en el mundo". Yo diría que ese escenario es extremadamente probable. Alemania se diferencia de Francia y España en el consenso: en mi país no existen voces discrepantes. Todo el mundo odia a Donald Trump. Todos odian a Elon Musk. Todos odian los autos eléctricos. Todos estaban a favor del gaseoducto ruso Nord Stream 2. Solo hubo un partido político, los Verdes, en contra de su desarrollo. Este es el problema de Alemania, que no hay nadie que diga: estamos yendo por el camino equivocado.
- ¿Puede el fin de la dependencia del gas y el petróleo rusos propiciado por la guerra de Ucrania ser un impulso para la economía alemana?
- En teoría sí, pero en la práctica no. La IA requiere mucha energía, prácticamente el doble de la que usaba la industria alemana. Los países de Europa mejor posicionados en ese sentido son España y Francia, por diferentes razones. Francia dispone de sus centrales nucleares y España, del sol. Las principales fuentes de energía de Alemania -el gas ruso y la energía nuclear- han desaparecido, así que ahora está apostando a contrarreloj por las energías renovables. El problema con ellas es la intermitencia. Si no hay viento ni sol, y Alemania no es muy ventosa ni muy soleada, necesitas disponer de una infraestructura paralela a base de carbón. Esa es la ironía. El Partido Verde alemán es el mayor impulsor de las centrales eléctricas de carbón... que son las mayores emisiones de CO?. No tiene sentido. Desmantelaron las centrales nucleares simplemente por ideología y es como si hubiéramos vuelto a los años 70. Fue un gran error.
- Ursula von der Leyen ha prometido responder con contramedidas firmes y proporcionadas a los aranceles que aplique Trump a la Unión Europea. En su podcast, usted ha hablado precisamente de la estrategia que Bruselas debería seguir en la guerra comercial con Estados Unidos. Pero esta guerra no es solo comercial, sino también filosófica, en el sentido de que representa una ruptura con unos valores comunes desde el final de la Segunda Guerra Mundial. ¿Está Europa preparada para permanecer permanentemente alerta durante los próximos cuatro años?
- Trump no llevará a cabo todo lo que dice, pero sí que hará muchas cosas. Esta vez será diferente. Me tomo los aranceles muy en serio. Él hará cumplir los suyos y Europa, los suyos. Eso significa ya un 10% más de impuesto en la exportación de automóviles. Con respecto a la reciprocidad: la UE no es muy proteccionista en la agricultura, por ejemplo. Imponemos cuotas a la importación y Estados Unidos podría hacer lo mismo. Eso sería un golpe significativo para la economía europea. Lo siguiente puede ser el acero y el aluminio... El problema es que no vamos a ganar este juego porque no tenemos tanto que gravar.
- Grecia ha esperado más de 13 años para devolver el 'golpe' verbal que recibió de Alemania en lo peor de la crisis de 2010, cuando dos miembros de Gobierno de Alemania recomendaron a Grecia vender algunas de sus islas para reducir deuda y cuadrar el déficit. El ex ministro de Reconstrucción Panagiotis Lafazanis ha dicho hace unos días que una solución a la crisis presupuestaria en Alemania sería "vender activos públicos como islas para recaudar rápidamente grandes sumas de dinero". ¿La historia se repite como farsa, como dijo Marx?
- Los griegos se están divirtiendo bastante con nosotros (ríe de nuevo). Pero ése no es el problema. Alemania es un país rico, no necesitan vender Sylt... Lo que necesita es tratar a sus empresas de forma diferente. Reconocer, como decía antes, que se precipitó en la locura regulatoria con apoyo de todos los partidos políticos y ahora está en punto muerto. La industria disruptiva está muy desregulada, funciona con reglas diferentes y mercados. Si quiere tener éxito en él, no puedes tener comités de empresa y representantes sindicales en el consejo de dirección. Se rigen con una estructura mucho más flexible y Alemania no la tiene... No soy muy optimista. Lo que va a pasar es que la decadencia se va a prolongar. Alemania es muy rico y su declive puede durar 10 años. Seguirá siendo un país rico, pero no exitoso. No todo el mundo estará contento. No todo el mundo tendrá trabajo. Habrá mucha gente enfadada. La AfD se hará más fuerte y puede llegar al poder.
- El estudio de alemán lleva una década creciendo exponencialmente en España. El hecho de que Alemania sea el segundo país con mayor número de españoles cursando estudios universitarios tras el Reino Unido y que el alemán sea el tercer idioma más solicitado en las ofertas de empleo en nuestro país es importante. ¿Qué le diría a estos jóvenes que ven Alemania con esperanza como posible salida laboral?
- Para los jóvenes el panorama quizá sea diferente. La pregunta que tendrán que hacerse es: ¿qué oportunidades laborales me ofrece el mercado alemán? Alemania tiene universidades muy baratas y son relativamente buenas en sus planes de estudio. Definitivamente, animaría a los españoles a venir a Alemania a estudiar. Mi país no cubre la demanda de mano de obra que necesita, así que eso podría ser interesante para un ingeniero español. Solo deberí saber que Alemania no va a ser el epicentro de la IA. Alemania puede ser un buen país para vivir si eres el empleado de una gran empresa en el sector de la ingeniería mecánica, pero no si eres un empresario. Si quieres construir algo desde cero, mejor no vengas.
- Me pregunto si el fin del milagro económico alemán se puede observar también en paralelo desde un punto de vista cultural y, en concreto, en relación al arte contemporáneo. La influencia de Alemania en el arte del siglo XX es abrumadora, con movimientos de vanguardia en la pintura como El puente o El jinete azul en el periodo de entreguerras y figuras esenciales que vivieron casi hasta el cambio de milenio como Josef Albers, Jean Arp, Willi Baumeister o Joseph Beuys. A mí me gusta especialmente Anselm Kiefer, por cierto. ¿El impacto global del arte alemán se ha diluido también en los últimos años?
- En efecto, el arte alemán también ha declinado. Sigue ahí, pero ya no es tan bueno y en muchos casos se desarrolla gracias a ayudas públicas. Todos esos grandes artistas que ha mencionado lo fueron sin necesidad de ningún subsidio. La que te hace exitoso en la economía y en las artes es lo mismo: la energía, el impulso o la voluntad de cambiar y experimentar, de desafiar las convenciones. Eso simplemente ha desaparecido en Alemania. Alemania tiene muchos museos, pero que ya no es un país a la vanguardia.
Kaput. El fin del milagro alemán
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