LÍDERES
Entrevista no vista

José Ignacio Wert: "Todo sistema político necesita un objeto fóbico, y me tocó a mí"

Fue ministro de Educación, Cultura y Deporte en el primer Gobierno de Mariano Rajoy, entre 2011 y 2015, en lo peor de la crisis. Es el gobernante peor valorado de la democracia, pero reivindica su trabajo en una cartera complicada: "Fue una reforma valiente"

José Ignacio Wert
El ex ministro de Educación, Cultura y Deporte José Ignacio Wert posa en la redacción de EL MUNDO.SERGIO GONZÁLEZ
PREMIUM
Actualizado

Vive retirado de la política. ¿Cómo ve los toros desde la barrera?
Sigo la actualidad con preocupación pero sin apasionamiento. Estamos asistiendo a una explosión populista combinada con una especie de neomilenarismo en la que las certezas políticas tienden a disolverse, pero sobre todo se tambalean los pilares de la democracia. Se nota que el grueso del electorado español, los millennials y los zetas, ya ha vivido toda su vida en democracia y se deja seducir con cierta facilidad por posiciones que están bastante alejadas de esos pilares de la democracia.
¿Era más fácil hacer política cuando la hacía usted, entonces?
Bueno, a mí me tocaron años difíciles. De ahí, de la crisis de 2008, arranca todo este fenómeno de populismo, de polarización. Hay una generación que no ha hecho otra cosa que encadenar una crisis con otra.
Wert significa valor en alemán. ¿Imprime carácter ese apellido?
Yo no me considero especialmente valeroso, pero además el origen de nuestro apellido es holandés, y allí no significa nada. Es un topónimo. Es verdad que se me adjudicó esa actitud como de echao p'alante, pero no se corresponde con mi carácter. Alguna pista falsa daría cuando la gente lo entendió así... Lo que sí creo que intenté hacer, lo que intentamos hacer todo el equipo de Educación, fue una reforma valiente, en el sentido de enfrentar radicalmente los problemas que estaban enquistados, que desgraciadamente siguen enquistados porque la reforma tuvo una vida efímera, entre otras cosas.

"Se me adjudicó una actitud como de echao pa' alante que no se corresponde con mi carácter, alguna pista falsa daría..."

Es usted el ministro peor valorado de la democracia, con una nota media de 1,56 sobre 10. No se hizo querer mucho...
Hacerse querer era especialmente complicado en aquel momento. Yo creo que todo sistema político necesita un objeto fóbico, y me tocó a mí. Puede parecer insincero, pero la verdad es que yo no lo viví de una forma especialmente angustiada. Quizá porque mi especialidad profesional es la opinión pública sé relativizar los conceptos. Creo que no es autoengaño y menos aún, arrogancia, pero sigo pensando que lo que hicimos era lo que había que hacer. La única mejora significativa que ha tenido España en PISA fue en 2015, es decir, cuando la LOMCE empezaba a producir efecto.
Uno de los puntos de fricción de su ley fue el refuerzo del castellano como lengua vehicular, un debate que sigue vivo. ¿Está en peligro la lengua castellana?
No, lo que está en peligro es el conocimiento apropiado del castellano en los sistemas en que se ha reducido prácticamente a una asignatura. El propio Gobierno vasco ha reconocido que tienen unos déficits tanto en euskera como en castellano muy preocupantes, y lo mismo pasa en Cataluña. La lengua no tiene por qué ser un asunto de división educativa ni social.
Fue usted subdirector del CIS. ¿Es para tanto la cocina?
Cocinar hay que cocinar, la cuestión es cómo se cocina. En España se publican al mes entre 10 y 15 encuestas con intención de voto para las elecciones generales, que es un montón. Pues sistemáticamente en los últimos 10 meses la única encuesta que refleja una estimación de voto superior para el PSOE es la del CIS. Se puede valorar de muchas maneras porque tiene una fórmula para corregir los datos brutos distinta de las empresas privadas, pero no deja de ser singular.

"No volvería a la primera línea, con una experiencia es suficiente. Pocas cosas tan gratas como que no te reconozcan"

Es usted el tercero de ocho hermanos, con un hermano que fue candidato de Podemos. ¿Son más duras las cenas de Navidad en su casa o las sesiones del Congreso?
Tenemos una relación excelente, no recuerdo una bronca política como tal. Lo de mi hermano Juan Pablo sí me provocó una situación incómoda. Yo tenía un acto en la Biblioteca Nacional, que tiene unas escaleras inacabables. Me dejaron al pie y había una legión de periodistas esperándome, todos con preguntas sobre mi hermano. Fue tal el lío que me dieron con una cámara en la cabeza y me pisaron. ¡Ni que fuera la Tercera Guerra Mundial!
¿Volvería a la primera línea si se lo pidieran?
No tiendo a plantearme situaciones imposibles. [Ríe] Sinceramente, creo que una experiencia es más que suficiente. No tengo añoranza, por ejemplo, de la sobreexposición. Pocas cosas tan gratas como que no te reconozcan.
¿Se arrepintió en algún momento de aceptar el Ministerio?
Sí me provocó una tremenda incomodidad que se hiciera referencia a supuestas irregularidades económicas o supuesto enriquecimiento. Entrar en política fue para mí, desde el punto de vista económico, la decisión más cara que he tomado en mi vida. Pero para mí fue un honor, ni se me pasó por la cabeza decir que no.