Hace falta retrotraerse a 1969, con el régimen franquista intentando sacar pecho por las mejoras del desarrollismo mientras mantenía prietas las filas de la represión, para hablar de la única vez que España ha organizado un Festival de Eurovisión. Pero eso está a punto de remediarse. Porque damos el salto hasta el presente 2024 y este sábado la capital de nuestro país, Madrid, será la sede de la XXII edición de Eurovisión, sí, aunque en su versión Junior, esto es, el concurso infantil. No deja de ser, sin embargo, todo un acontecimiento albergar un certamen que será visto -a tenor de las audiencias globales de los últimos años- por unos 30 millones de espectadores en Europa y el resto del mundo, y que sirve como suculento aperitivo para los eurofans españoles, ávidos desde hace demasiadas décadas de que el Eurofestival, el sénior, regrese a nuestras fronteras.
Eurovisión llegó también a Madrid aquel 1969 gracias a que un año antes Massiel había conquistado el continente con su enérgica interpretación del mítico La, la, la. El régimen quería proyectar una imagen yeyé más allá de los Pirineos y se topó con un escaparate inmejorable. No se reparó en gastos. El evento costó la friolera de 100 millones de pesetas de la época y constituyó una monumental campaña de propaganda internacional. El concurso se celebró en el Teatro Real, con Laurita Valenzuela como maestra de ceremonias, y de la cartelería se ocupó nada menos que Dalí.
Nada que ver la suntuosidad que rodeó a aquello con la organización del Eurojunior, si bien estamos ante un formidable espectáculo que también ha supuesto un reto técnico colosal y que ha costado alrededor de siete millones de euros. RTVE ejerce como anfitriona, aunque el año pasado la victoria en el certamen fue para Francia, con su abanderada Zoé Clauzure. El país galo organizó la versión infantil de Eurovisión tanto en 2023 como en 2021. Y, por ello, France TV renunció a acogerlo una tercera vez tan seguida, máxime porque éste ha sido un año de enormes dispendios en París con motivo de los Juegos Olímpicos. Ello permitió a nuestra televisión pública recoger el testigo, haciendo valer que nuestra representante del año pasado, la valenciana Sandra Valero, quedó segunda con Loviu.
Y, así, 12 meses después todo está a punto para que disfrutemos de una magnífica gala de Eurovisión Junior, que se celebra desde el edificio principal de la Caja Mágica de Madrid, donde por un día la música relegará en protagonismo al tenis internacional. Unos 5.000 espectadores vibrarán en directo con el espectáculo, que tendrá a un trío como presentadores: Ruth Lorenzo -nuestra representante eurovisiva en 2014-, Melani García -quien fue la abanderada española en el Eurojunior de 2019- y el actor Marc Clotet.
Cerca de 800 personas han trabajado a pleno rendimiento en las últimas semanas para montar un extraordinario escenario que cuenta en esta edición, como gran novedad visual, con una enorme pantalla central en formato vertical de 19 metros de alto y 11 metros de ancho, a la que se une la pantalla de 100 metros cuadrados del suelo. Ello permitirá que cada país explote al máximo sus visuales para lograr puestas en escena que harán las delicias de los telespectadores.
Y todo el escenario estará lleno de vegetación dado que el lema escogido por la UER para esta edición del Festival es Let's Bloom, en referencia al florecer de los jóvenes artistas, con el objetivo por parte del concurso de acompañarlos en su crecimiento y en su desarrollo y que lo hagan de una forma sana, segura y diversa. Y, naturalmente, divertida. Huelga decir que, a diferencia de la versión sénior del concurso, aquí lo que prima es que los menores participantes disfruten y se diviertan con la experiencia, más allá de que inevitablemente sólo uno podrá alzarse con el mini trofeo de cristal. Como curiosidad, en Madrid se estrena un nuevo galardón, un cilindro rematado por una bonita esfera, que sustituye al mítico mini micrófono de las últimas ediciones.
Un total de 17 países participan en esta XXII edición del Eurojunior, un número muy alejado de la cuarentena que compiten en la versión adulta, pero en línea con lo que ha venido sucediendo estos últimos años. Viviremos este sábado regresos como el de San Marino, tras nueve años de ausencia en el Junior, pero también la retirada de fuertes competidores como el Reino Unido, el único de los miembros del llamado Big Five -junto a España, Italia, Francia y Alemania- fuera de juego.
De lo que no cabe duda es de que la Caja Mágica se vendrá abajo con la actuación de la pizpireta representante española, la extremeña Chloe de la Rosa, dispuesta a darlo todo a sus nueve años con su pegadiza Como la Lola, canción llena de ritmo en la que desde el título se hace homenaje a la grandísima Lola Flores, pero llena de guiños a algunas de las estrellas favoritas de la Generación Z, como Shakira, Taylor Swift, Karol G o Rosalía. De hecho, Chloe y las cuatro niñas que forman el cuerpo de baile que la acompañarán en el escenario, lucirán un vestuario pura fantasía en plan motomamis.
España participa en décima posición. Y a ningún eurofan se le pasa por alto que Chloe tiene los mismos nueve añitos, e idéntico desparpajo, que tenía María Isabel cuando hace exactamente 20 años ganó el Eurojunior con la inolvidable Antes muerta que sencilla. Demasiadas casualidades como para no soñar con que España vuelva a tocar la gloria eurovisiva este sábado. La Faraona nos echará, seguro, una mano desde allí donde esté.