"¡Y tanto que ha traspasado fronteras! 200 millones de personas han visto el famoso vídeo". Quien habla es Meritxell Estruch, directora de La isla de las tentaciones, y lo hace igual de sorprendida que medio mundo con Montoya y con el fenómeno en el que se ha convertido la octava edición de La isla de las tentaciones. Y todo gracias a él, a Montoya, el hombre que se ha convertido en una estrella viral, que ha llegado hasta los programas de la televisión de EEUU, del que todo el mundo habla en las redes sociales y que quien no lo conoce quiere conocerle, aunque sólo sea por no saber de qué hablan los demás.
Un fenómeno global que ha inundado todas las conversaciones en las últimas semanas y que ha llevado al programa y a Telecinco a conseguir unos datos de audiencia prácticamente imposibles en los tiempos actuales, llegando incluso a superar a los dos reyes de la televisión, David Broncano y Pablo Motos.
Estruch vivió en primera persona la escena que ha dado la vuelta al mundo y que ha catapultado a un joven completamente desconocido hasta hace tres semanas. La escena se resume en él viendo en directo como su pareja, Anita, mantiene relaciones sexuales con un tentador, Manuel, y como Montoya sale corriendo cual alma que le lleva el diablo por la playa hasta llegar a la villa en la que se alojan las chicas al grito de "¡azquerozaaaaaaa! ¡Me has destrozado!", mientras Sandra Barneda intenta alcanzarle también con otro grito que ya es leyenda de la televisión: "¡Montoya, por favor!".
A partir de ese momento, el joven sevillano es el protagonista absoluto de las redes sociales y de casi todos los programas de televisión. Hablan de él en La Revuelta, en TardeAR, en Y ahora Sonsoles, en el programa de Whoopi Goldberg en EEUU... Grandes compañías como Netflix o Disney+ han aprovechado su tirón para promociones. La NBA y la Fórmula 1 también se han dejado conquistar por el "¡Montoya, por favor!", y hasta Ibai Llanos ha grabado un vídeo con él corriendo por la playa. Lo que ha supuesto todo esto, ya se sabe, Montoya es el hit del momento. Las preguntas son ¿por qué? y ¿cómo?
Según Silvia Bueso, CEO y Fundadora de El Arte de Pedir y experta en comunicación asertiva, lo que explica el fenómeno Montoya es tan sencillo como mirarnos a nosotros mismos. "Se ha conseguido algo que es muy especial", afirma. "Tanto si te gusta o no Montoya o el programa hemos sentido la conexión brutal con él. Da igual si eres fan del reality o no, ese chorro de humanidad y realidad ha sido más propio de Hollywood y eso es la conexión. La conexión emocional en estado puro", sentencia. Lo que viene a decir esta experta en comunicación es que Montoya, "el prototipo de malote", se desmonta, no tiene coraza y hace lo que "todos hubiésemos querido hacer ante una infidelidad o un desengaño".
"Él lo pasó realmente mal. Perdió 11 kilos durante el proceso. Y él mismo comentó que no entendía que se calificara como comedia algo que era muy doloroso"
Muchos se preguntan si los momentazos televisivos de Montoya en La isla de las tentaciones son reales o son algo preparado. La pregunta es normal, teniendo en cuenta que cada vez es más complicado encontrar en un reality que alguien se muestre tal y como es, pues ahora todos los que participan saben a lo que van y lo que se puede conseguir. Pues, para todos aquellos que creen que hay una mano oscura que mueve los hilos, la respuesta es no. "Es muy real", sentencia Estruch. "Hay personas como Montoya que exteriorizan con mucha intensidad sus emociones", explica, confirmando lo que ya reveló Sandra Barneda: "Él lo pasó realmente mal. Perdió 11 kilos durante el proceso. Y él mismo comentó que no entendía que se calificara como comedia algo que era muy doloroso".
"Para La isla de las tentaciones, necesitamos que haya una motivación real -más allá de salir en la tele y vivir la experiencia- relacionada con la pareja: superar una crisis, averiguar si es la persona con la que puede compartir el resto de su vida, una nueva oportunidad... Además, cada pareja debe ser parte de un engranaje más grande, en el sentido de que intentamos que haya mucha variedad en cuanto al tiempo y tipo de relación, su origen geográfico, sus edades. En esa variedad está la clave para que sucedan cosas muy distintas y no haya monotonía en los contenidos", explica la directora del programa sobre las claves para encontrar, después de ocho temporadas, personajes que conviertan a La isla de las tentaciones en uno de los programas más vistos de la televisión y, sobre todo, no sólo lo vean los jóvenes, sino también cualquier espectador de cualquier edad y condición.
"Montoya, el malote, no se contiene y nos da un auténtico espectáculo que pocas veces hemos visto en televisión. Esto nos atrapa"
Esto coincide con los tres puntos que cita Bueso sobre las claves que han provocado el éxito de Montoya y de La isla de las tentaciones esta temporada. El primero es el que ella denomina "¡wow!". Mejor onomatopeya no se puede elegir. Es "una explosión emocional con la que todos nos identificamos". "Todos nos hemos conectado con lo que este chico ha sentido". añade Bueso. "Ese mismo nudo en el estómago que vive él, que se sale de madre, muchos de nosotros lo hemos vivido, pero nos hemos reprimido. Montoya no lo esconde. Montoya, el malote, no se contiene y nos da un auténtico espectáculo que pocas veces hemos visto en televisión. Esto nos atrapa. Alguien que hace lo que nosotros no nos atrevemos a hacer en la vida nos engancha porque es la visceralidad en estado puro", afirma.
El segundo es "el striptease de vulnerabilidad". Es decir, "el malote sin coraza". En el mundo del postureo, del queda bien, "Montoya se quita la pose y pierde su papel. Nos muestra que se cae, que se rompe. En un mundo donde hay un postureo increíble ver a alguien que pierde el control, es el mayor ejemplo de humanidad". Resumiendo, "hasta los malotes lloran".
Y el tercero, pero no menos importante, es la manera de narrarlo. Si algo ha llamado la atención en España y en otras partes del mundo es la manera de narrar visualmente un momento como el de Montoya. Es una narrativa "de cine". "Es mejor que Hollywood", asegura Bueso, porque "todo pasa mientras a él le pasa". Tiene una estructura narrativa que "cualquier marca querría". Hay un "pre clímax: el ve el vídeo y lo vemos con él". "Ve el vídeo en directo, pero con los espectadores y nos mete dentro de su cabeza y de sus emociones", explica esta experta en comunicación. Luego viene el clímax que es "cuando estalla". Montoya sale corriendo y la escena se convierte "en pura acción". "Es como una película de terror y nos atrapa". Y, por último, el desenlace que es "cuando se va corriendo a la casa de las chicas y Anita está allí con Manuel". Corre sin rumbo y se convierte en un momento de suspense absoluto. "No es solo cómo pasa sino lo que pasa".
Detrás de ese cine el equipo de Cuarzo, productora del programa, y su directora, la cual no duda en reconocer que cada año "cuesta más" encontrar participantes que puedan dar tanto juego. "Después de ocho ediciones, en Cuarzo tenemos experiencia en la búsqueda de perfiles. Es un casting cerrado, es decir, que nosotros no lo anunciamos, sino que "buceamos" en las redes sociales, en la calle, en locales de ocio, en otros programas. ¿Riesgo? Como en cualquier formato, pero avalado por ocho temporadas de éxito", afirma.
Es decir, el fenómeno Montoya no es un fenómeno sólo de él. Es un fenómeno en el que confluyen los espectadores y el trabajo que hay detrás de un reality como La isla de las tentaciones y que muchas veces el ojo de la audiencia no percibe. Un fenómeno "trágico", dice Bueso, pero que convertimos en "carcajada". "La lección aquí es clara: cuando conectamos con la emoción real, la conexión con la audiencia es inmediata. Y Montoya nos lo ha demostrado a lo bestia", concluye.