Doce ediciones ininterrumpidas son muchas ediciones, tal vez demasiadas o, tal vez, insuficientes para un talent como MasterChef. La pregunta no es si son muchas o pocas, la pregunta es cómo se llega a 12 ediciones sorprendiendo en cada una y consiguiendo que el espectador espere cada edición con ansia. Pues aparte de ser el talent culinario por excelencia, MasterChef ha sabido como meter en su coctelera los ingredientes perfectos: cocina, competitividad, humor, broncas y un casting en el que, además de la cocina, tienen que primar otras cosas. Y en esas cosas está la clave los 16 aspirantes que anoche en el estreno de MasterChef 12 consiguieron ser elegidos entre un casting final de 50 candidatos.
Cocinar como tal no lo vamos a ver hasta dentro de unos cuantos episodios. Por lo que se vio anoche parece que, efectivamente, MasterChef 12 ha querido recuperar la esencia del talent, que no es otra cosa que la cocina. Pero con cocina solo no se va a ninguna parte y menos en televisión. Así que además de cocinar los elegidos tienen que tener algo que no solo les haga únicos, sino perfectos para estar en un talent que con el paso de los años ha ido adquiriendo cada vez más gotitas de reality. En cada edición la convivencia de los concursantes -están aislados y viven juntos durante todo el tiempo que dura Masterchef-, la personalidad de cada uno -no vale cualquiera-, los enfrentamientos, los caracteres chocantes, las alianzas, las animadversiones, las enemistades van tomando más importancia año tras año. En esta edición, la 12, no iba a ser diferente sino que iba a ir a más, tal y como se pudo comprobar anoche.
Cierto que a MasterChef 12 se le vio anoche una clara intención de que la cocina vuelva a ocupar el lugar más importante del talent. Los 16 elegidos tienen mano, al menos, en lo que se vio en la elección final, pero también una historia única y también tienen una personalidad que les convierte en os concursantes perfectos. Sin cocina no hay MasterChef, sin los piques, tampoco, sin los enfrentamientos, no hay la chispa que un programa necesita después de tantos años.
No tiene que ser nada fácil encontrar gente que cocine, que esté dispuesta a darlo y a dejarlo todo y, a la vez, que tenga unas características que puedan dar el suficiente juego para que los espectadores quieran ver MasterChef otra vez. Pues MasterChef los ha vuelto a encontrar y parece que, de nuevo, ha encontrado las hormas de su zapatos. Las críticas vendrán solas, que si la cocina pasa a un segundo plano, que si ya no importa si cocinan bien o mal, que si lo que vale es que se enfrenten los unos con los otros. Pero es que no se nos puede olvidar que sin todo esto, MasterChef no hubiera llegado a su edición duodécima ni por asomo. ¿Por qué vemos MasterChef? Porque nos gusta ver cómo sufren para cocinar, porque queremos ver como los jueces les aplauden o los hunden, porque queremos ser testigos de la desesperación, porque queremos saber si mejoran o si no avanzan y, por supuesto, y el que diga que no se está engañando, porque nos gusta ver como la necesidad de ser el mejor, de no caer eliminado convierte a MasterChef en los Juegos del hambre.
Celeste vs Samya, la primera guerra de MasterChef 12
Y eso es lo que se vio anoche en el estreno de MasterChef 12: aspirantes que cocinan, pero que no se van a callar ni media y cuyo nivel de competitividad si ya era alto en otras ediciones, en esta ha alcanzado niveles obscenos. MasterChef 12 tiene un legionario terraplanista, tal cual; tiene una valenciana a la que todo el mundo llama choco porque una antigua jefa se refirió a ella con ese nombre por el color de su piel, ella se lo tomó como un comentario racista, pero ahora está encantada de la vida con que la llamen así; una contable que tiene una mala leche pocas veces vista en MasterChef; un quinto hermano de nueve; una marroquí musulmana, pero "tal que así" que se describe como "flower power", pero que ojito; dos rockeros, el guitarrista del mítico Def Con Dos y una metal glam que es camarera en un bingo por vocación; un colombiano que se llama Maicol y que, según una de sus compañeras, "es una sepia" de lo soso que es; una madre de seis hijos que quiere cumplir su sueño y aprovechar la oportunidad que lleva esperando toda la vida; una joven empresaria que tiene su propia empresa de cocina dietética que dirige junto a un nutricionista y que ha trabajado para el mismísimo Thor... Y suma y sigue.
Decir que es un casting curioso es lo menos que se puede decir, como ya quedó demostrado anoche. Después de la elección de los 16 aspirantes que se alargó hasta casi las 12 de la noche, llegó el momento de la primera prueba de exteriores, la prueba en la que siempre sale lo mejor y lo peor de cada. Esto es una costumbre de MasterChef: en la prueba de exteriores siempre se lía. Lo que es nuevo es que se líe tan pronto y de la manera en la que se lio entre Samya y Celeste. ¡Mare de Deu!
MasterChef 12 eligió Barcelona para su estreno en los exteriores. A los pies de la Sagrada Familia los aspirantes tenían que cocinar para 150 comensales cuatro platos típicos de la cocina catalana. Al ser la primera prueba de exteriores, el programa decidió que la suerte eligiera los equipos y las primeras capitanías: Samya, para el equipo azul, y Ángela, para el equipo rojo. Y aunque en un principio parecía que el carácter de Ángela podía complicar las cosas muy mucho en el equipo rojo, la sorpresa llegó en el equipo azul. Porque Samya, que se describe como una "flower power", lo es hasta que le tengo las narices y Celeste se las tocó bien tocadas.
A ver, al César lo que es del César: Samya no tenía ni puñetera idea de la elaboración de ninguno de los dos platos que les tocó a su equipo. Ni la coca con escalibada ni las sepias con butifarra y guisantes. Ella organizó, dio las órdenes que creyó oportunas, pero según apareció Pepe Rodríguez por las cocinas todo se convirtió en una lucha de poder entre Samya y Celeste. Celeste es de armas tomar. No sé cuántas veces pudo repetir anoche que se estaba controlando porque se lo había pedido su madre. A Dios gracias esa madre porque si no... Samya no sale viva de esas cocinas.
Celeste empezó a ver las deficiencias de Samya no como capitana sino como cocinera. No sabía hacer la coca, no sabía cómo iba la escalibada, no tenía muy clara la preparación de las sepias... Así que Celeste, que por nada del mundo iba a aceptar ir a eliminación por las pocas aptitudes de su capitana, decidió coger al toro por los cuernos y se autoproclamó capitana humillando literalmente a Samya a la ignoró desde el momento en que Pepe Rodríguez le dijo que faltaban muchas cosas y que no había nadie que supiera preparar los platos.
Las alabanzas de Pepe Rodríguez en MasterChef 12
En un primer momento, Samya hizo oídos sordos, se puso a pelar guisantes y aquí paz y después gloria, pero la insistencia de Celeste queriendo dejar claro que ella era la que estaba controlando todo y el pincha que te pincha de Pulga a Samya hicieron que ésta estallase. Pepe Rodríguez volvió a aparecer en las cocinas, dejó bien claro que la capitana estaba siendo Celeste y a Samya se le acabó el "flower power". Hubo momentos de tensión inesperados para un primer programa. Una pelea de gatas en toda regla que ganó no tanto la más fuerte sino la que más gustó a Pepe Rodríguez: Celeste. "Me estoy controlando porque me lo ha dicho mi madre. Mamá esto lo hago por ti", repetía una y otra vez Celeste cada vez que Samya se dirigía a ella para exigirle que tenía que informarla de todo lo que estaba haciendo.
Les salvó, no tanto el ímpetu de Celeste como los errores del equipo rojo, que también tuvo lo suyo entre Tamara y Ángela a costa de la sal y de la pimienta de la bechamel de los canelones de la madre de Jordi Cruz. Lo curioso fue la valoración de los jueces al finalizar la prueba. Sorprendentemente, Pepe Rodríguez no solo alabó el trabajo de Celeste habiendo tomado los mandos de la cocina sino que le dio las gracias, pese a que Samya, y con razón, dejó bien claro que lo que había hecho Celeste era un "intento de sabotaje". Sí, Samya no tenía ni puñetera idea de las elaboraciones, pero Celeste tampoco. La diferencia es que Celeste se puso a dar órdenes y a ejecutar pasándose por el arco del triunfo que había una persona que era la capitana. Y eso a Pepe Rodríguez le pareció maravilloso, de agradecer. ¡Cómo les gustan las movidas! Eso sí, Celeste consiguió su objetivo, no ir a la prueba de eliminación a la que sí fue el equipo rojo.
Y antes de comenzar la prueba de eliminación, lo habitual, a sacar los trapos sucios, que tras lo visto en la prueba de exteriores fueron más limpios de lo que se podía esperar. Samya reconoció que Celeste fue quien dirigió al equipo, Celeste se dio "un puntito en la boca" y fue Maicol, que ni pinchaba ni cortaba el que se lanzó a por Samya. Vamos que MasterChef 12 ya tiene a su enemiga número uno y a los que van con una y los que otra.
La prueba de eliminación no era complicada. Los delantales negros tenían que preparar un plató que representase los motivos por los que están en MasterChef. Hubo de todo: bueno, malo y regular. Y el peor, para sorpresa de todos, fue el de Tessa "por una carne básica y seca que mostraba falta de interés" y el de Tamara por unos "mariscos que no sabían a lo que eran". Y a llorar porque si algo hicieron anoche en el estreno de MasterChef 12 fue llorar. Las emociones a flor de piel. Eso sí, no se fue Tamara, se fue Tessa, la primera expulsada de MasterChef 12. Uno menos, pensarían muchos.