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En toda edición de MasterChef no puede faltar una palabra: favoritismo. Raro es el MasterChef en el que por unas cosas o por otras no se acuse al programa y a los jueces de favorecer a algún concursante. Generalmente, además, que al que se favorece es al que menos aptitudes culinarias tiene, pero el que aptitudes televisivas trae. En esta edición, el nombre de ese concursante estuvo claro desde el inicio: Samya.
Sin duda, el protagonismo de Samya es indiscutible. La líder de las "zorras marchitas", nombre que ha dado a su grupo en MasterChef 12, no ha dejado de dar momentazos desde que se abrieran las cocinas de MasterChef. Eso sí, la mayoría de ellos más relacionados con el show y el entretenimiento, que con lo que es la cocina. Y esto, en MasterChef vale casi tanto como un pin de la inmunidad o, desde este año, el delantal marrón que permite volver a las cocinas de MasterChef una vez expulsado. ¿Quién consiguió ese delantal? Samya.
De hecho, fue la primera sorpresa de la noche para los aspirantes de MasterChef: cuando vieron entrar de nuevo a Samya en las cocinas de MasterChef tras haber sido expulsado la semana pasada. Ninguno de ellos sabía qué contenía la caja dorada que Samya había conseguido hace semanas y que no era otra cosa que el delantal que le permitía volver. Y volvió. Y volvió más "zorra marchita" que nunca.
Es indudable que Samya permanece en MasterChef más por el salseo y el juego que realmente por lo que cocina. Está muy lejos de los grandes favoritos de esta edición que ya empiezan a asomar la patita, pero tiene una ventaja con la que los demás no cuentan: se come la cámara y provoca esas reacciones en el espectador que también forman parte de MasterChef.
Sorpresa por el regreso de Samya a MasterChef
Así que cuando regresó de nuevo a las cocinas y dejó a sus compañeros ojipláticos, especialmente a Pulga que no la soporta, Samya prometió que esta vez no la iban a pillar con el carrito del helado y que iba a hacer buen uso del delantal que la había permitido volver. No empezó la primera prueba de la noche con buen pie. Los aspirantes tenían que cocinar con las cartas que se habían repartido por parejas. Algunos hicieron buenos cambios y otros se la jugaron con mezclas imposibles. Samya eligió bien, pero el resultado no fue el mejor. Sí, estaba rico su plato de chocolate con fresas y frutos rojos, pero puesto encima del plato parecía un mojón, con perdón de los mojones.
Pero hubo un detalle de la primera prueba que no se había visto todavía en MasterChef 12: hubo más platos ricos que platos malos. Y eso sí que es una novedad. Cuatro aspirantes -Gonzalo, Pulga, Ángela y Celeste- prepararon unas recetas que les acercaban al pin de la inmunidad. Sí, también hubo desastre, pero no tan terribles como los de las semanas anteriores. Fue Gonzalo el que se llevó el ansiado pin dorado, el que te permite librarte de una prueba de eliminación. ¿Lo ves? Ya empiezan a asomar la patita.
Llegó la prueba de exteriores, la cual MasterChef celebró en la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, en Jerez de la Frontera, en honor del Director Técnico Honorífico de la institución, Álvaro Domecq Romero. Esta vez los mejores no fueron los capitanes. Ya quedan pocos programas de esta edición del talent y todavía había dos participantes que no habían sido capitanes: Pulga y David. Anoche tuvieron la oportunidad y todo acabó en lucas y sombras. En las luces de Pulga y en las sombras de David, con bronca incluida con Samya, cómo no.
El legionario terraplanista asumió la mala capitanía que hizo y confesó que él es más soldado raso que oficial. Y así fue. su capitanía fue un auténtico desastre. Platos a los que les faltaban elaboraciones, aspirantes a dos manos sin hacer nada (como le ocurrió a Samya), elaboraciones sin preparar a segundos de emplatar... Se puso a cortar, cortar, cortar y se olvidó que el que mandaba era él. Y cómo no, de nuevo, Samya volvió a sacar esa cruel sinceridad que la caracteriza: no dudó en recriminarle que le repitió varias veces que no tenía nada que hacer y que la respuesta fue "ya está todo hecho". A meter el dedito en la llaga, que, además, Samya es experta.
La niña mimada de MasterChef
En el equipo rojo, el de Pulga, todo lo contrario. Funcionó como un reloj suizo, aunque no pudo evitar las rencillas y los celos. Como dicen las abuelas, "hay que barrer debajo de la cama" y en MasterChef no barren. Si parece que Samya es la favorita, es que no hemos mirado un poquito más allá, no hemos mirado a Ángela, la 'protegida' de Jordi Cruz. Los halagos, las alabanzas, los ánimos del chef a la aspirante son constantes, tanto que anoche Ángela acabó llorando a mares porque Jordi Cruz no le dijo más que un "el postre estaba bien". Hasta ella misma confesó que le dolió que el chef no la mimara como la suele mimar.
Provocó las lágrimas de Ángela y el cabreo monumental de Celeste al sentir que ni Jordi Cruz ni Pulga habían puesto en valor el trabajo que había hecho con el postre. Razón no le faltaba. Todos los aplausos iban para Ángela cuando, en realidad, quien había realizado la mayoría de las elaboraciones había sido Celeste. Menos mal que en MasterChef también hay algunos que además de aprender a cocinar, aprenden a controlar y a asumir cuando sacan los pies del tiesto. Celeste asumió que se había comportado como una niña pequeña, pidió disculpas y a otra cosa mariposa.
Y la otra cosa no era otra que la prueba de eliminación a la que fue de cabeza el equipo de David. Una prueba en la que los aspirantes tenían que enfrentarse a una batalla de los sentidos. Tenían que preparar un plato centrado en la vista, otro en el gusto y otro en el tacto. Y fue en la primera batalla, la de la vista, donde "las trampas" de Samya y la respuesta de los jueces volvieron a provocar la indignación de los espectadores y a confirmar que hay concursantes y concursantes.
David y José, expulsados de Masterchef
Hace unos programas Pepe Rodríguez entregó un delantal negro a Gonzalo por colocar una hojita en uno de sus platos cuando el juez ya había dado la orden de arriba las manos. Anoche, Samya directamente cambió el plato con el que había terminado la prueba cuando los jueces estaban desplazándose para valorar los cocinados. Sus compañeros, los que estaban en el balconcillo, no se lo podían creer, nadie se lo podía creer.
Samya había preparado dos platos y cambió en ese lapso de tiempo uno por otro al considerar que era más bonito y agradable a la vista el que no había dejado cuando Pepe Rodríguez dio la orden de levantar las manos. No fueron los espectadores los que lo calificaron de trampas, fueron los propios jueces. "He hecho dos, este es el primero que hice y como me quedó tiempo quise probar otro emplatado pero me gustó más el primero", se justificaba ella después de que Pepe Rodríguez le llamara la atención. "No sé cuál sería tu idea pero si yo digo anos arriba y este plato está aquí y este otro aquí yo entiendo que es este el que hay que probar", le recriminaba Pepe.
De haber seguido la misma vara de medir que tuvieron con Gonzalo, Samya tendría que haber sido o directamente eliminada, pues estaban en la prueba de eliminación, o enviada a la siguiente batalla. Pues ni una cosa ni la otra: fue ella a la que salvaron y permitieron subir con los delantales blanco. ¡Manda narices! "Has sabido aprovechar ese delantal de la segunda oportunidad", le decía Pepe Rodríguez para más inri.
¿Consecuencia? La palabra "tongo" volvió a sobrevolar sobre las cocinas de MasterChef. Los espectadores se volvieron a indignar y esta vez, lamentándolo mucho, con razón. ¿Y si no hubiera sido Samya la que cambia el plato? De hecho, MasterChef volvió a sorprender y se llevó por delante no a uno si a dos aspirantes: David y José. ¿Y Samya? Samya, en su palacio de cristal.