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Escapada

De Casablanca al cielo: todo lo que no sospechabas de esta ciudad incombustible

Arquitectura art decó, nuevos hoteles para sibaritas y una inagotable marcha nocturna. Sorpresas de la ciudad más efervescente del reino alauí.

Fachadas art decó, legado del protectorado francés, que pueblan Casablanca.
Fachadas art decó, legado del protectorado francés, que pueblan Casablanca.SHUTTERSTOCK
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Culpen a Hollywood por una de las historias de amor más famosas del cine. A un guion repleto de frases míticas, como "Tócala, Sam" y "Siempre nos quedará París". A Humphrey Bogart e Ingrid Bergman... Casablanca, la ciudad, siempre nos evocará a la cinta de 1942, un clásico. Y, sin embargo, el Rick's Café, y todo el resto, sólo existió en los estudios de Warner Bros. Tuvo que ser una diplomática retirada estadounidense la que abriera una reproducción ficticia de este café hace algo más de veinte años para satisfacer a los turistas. Hoy todavía sigue abierto. Pero si Bogart nunca pisó la Ciudad Blanca quienes sí lo hicieron fueron Antoine de Saint-Exupéry cuando hacía escala rumbo a Dakar, y Josephine Baker, cuando cantaba en el famoso teatro Rialto, así como Edith Piaf, cuando viajaba a encontrarse con su amante, el boxeador Marcel Cerdan.

Y durante muchos años, la ciudad portuaria y motor económico de Marruecos ha tenido para el viajero todos esos destellos de una era pasada, ecos de un glamour y un art decó desvaídos y ese ambiente melancólico y decadente que envuelve a ciertas ciudades —La Habana, por ejemplo—, y que hacen también de Casablanca un destino muy sugerente. Hoy, toda esa atmósfera pervive, pero más sofisticada. Y aunque no puede competir con el atractivo de Marrakech o el tirón bohemio de Essaouira, esta urbe cosmopolita que rezuma energía por los cuatro costados tiene cada vez más señuelos para conquistar al viajero. La inauguración la pasada primavera de un nuevo Royal Mansour, los hoteles del monarca Mohamed VI y microcosmos del Marruecos más sibarita, refuerza esa sensación de que estamos en el momento oportuno para lanzarnos a descubrir esta ciudad efervescente. Sólo un consejo, reserve para Casablanca su lado más noctámbulo. Aquí las noches no tienen fin.


un parís de las mil y una noches

Cuando los franceses establecieron su protectorado en 1912 su idea era crear una versión algo más morisca y exótica de París, con el océano Atlántico como gran reclamo. Grandes avenidas y toda la fantasía que ofrecía el estilo de moda de aquel momento, el art decó. Este legado arquitectónico es una de las vertientes más interesantes que explorar en la ciudad. Sólo hay que plantarse en la plaza de Mohammed V, corazón de la Maison Blanche, para encontrar varios ejemplos emblemáticos, desde la Oficina Central de Correos al Palacio de Justicia. O a unos pasos, la antigua catedral del Sagrado Corazón, en un esquinazo del parque de la Liga Árabe, pulmón verde de la urbe.

Detalle de las fachadas art decó de Casablanca.
Detalle de las fachadas art decó de la ciudad.SHUTTERSTOCK

Las curvas modernistas y los balcones tallados se concentran también en el bulevar Mohammed V donde los guías turísticos se detienen en edificios como Hotel Excelsior, donde el autor de El Principito solía quedarse a dormir o el magnífico cine Rialto, hoy remozado, en el que actuó la famosa cantante (y espía) Joséphine Baker durante la Segunda Guerra Mundial. Parada tan obligada como desconcertante es el café La Petit Pouce, el local frecuentado por Saint-Exupéry y luego por Albert Camus, donde muchos foráneos quieren hacerse una foto... aún a riesgo de contrariar a los clientes habituales. El paseo de rigor llega hasta el Mercado Central, otra joya art decó, con un interior verdaderamente apasionante donde aparece la Casablanca más marítima con venga de puestos de pescado y mariscos traídos esa misma mañana del Atlántico. El festival de lubinas, centollos y langostas es impresionante. A la hora del almuerzo puede pedir que le preparen lo que compre en alguno de los bulliciosos restaurantes que lo rodean.

Pescadería en el Mercado Central.
Pescadería en el Mercado Central.M.G.H.


UN MINARETE Y DOS MEDINAS


La diversidad arquitectónica de Casablanca depara más sorpresas. Desde el futurista Gran Teatro, diseñado por el arquitecto francés Christian de Portzamparc en 2018, hasta la iglesia modernista de Notre Dame de Lourdes, construida en los años 50 del siglo pasado. Pero el gran hito de la ciudad y la visita imprescindible no es otra que la imponente Mezquita Hassan II, la única que se puede visitar en Marruecos si no eres musulmán. Levantada en 1993 sobre un terreno ganado al mar, este templo descomunal ocupa 80.000 metros cuadrados. En su interior es capaz de cobijar a 20.000 hombres y 5.000 mujeres, pero en su exterior llegan a rezar 90.000 fieles. Durante la visita guiada, nuestro guía, Anis, no cesa de recitar todos los récords. Estamos ante la mezquita más grande del país y la tercera en el mundo (después de las de La Meca y Medina, en Arabia Saudí), pero su minarete cuadrado, un faro que se eleva 210 metros sobre el nivel del mar, no tiene rival. Cifras aparte, la Mezquita Hassan II es una belleza. Un despliegue de artesanía deslumbrante.

La Mezquita Hassan II, joya de la ciudad.
La Mezquita Hassan II, joya de la ciudad.SHUTTERSTOCK


Justo delante se encuentra el laberinto de calles estrechas de la Vieja medina, el puerto y básicamente toda esa Casablanca previa a la llegada de los franceses. De hecho, ellos construirían una nueva medina en el Quartier Habous, que recoge esa esencia de callejuelas, plazoletas, jardines y mucho ambiente de zoco marroquí, sólo que en la zona centro-sur de Casablanca, en torno al Palacio Real. La residencia oficial del rey de Marruecos es otro edificio digno de ver... por fuera, desde luego. A su lado, la Mahkama du Pacha, la que fue residencia del pasha, es otro icono de la ciudad, esta vez de aires andalusíes. Lo imprescindible en Habous, sin embargo, es perderse entre comerciantes, artesanos y libreros; entre lámparas, alfombras y babuchas; entre sabores y olores tradicionales... No hay que perderse el mercado de aceitunas con una variedad inimaginable de formas, tamaños y colores. Y si es más de dulces que de salados, otra dirección: la patisserie Bennis, donde la baklava es un pecado. Enfrente, merece la pena echar un vistazo al horno tradicional donde cuecen los deliciosos dulces y donde los vecinos acuden también a asar un pollo o un cordero.

El bazar de la nueva Medina de Habous.
El bazar de la nueva Medina en Habous.M.G.H.


Hay mucho que explorar en el terreno gastronómico. Para darse el necesario homenaje de comida tradicional marroquí hay que subir al piso 23 del nuevo Royal Mansour, donde se ubica el restaurante La Grande Table Marocaine. No sólo porque las vistas 360 grados a toda la ciudad corten la respiración. También porque es la excusa de conocer un edificio de 1953 completamente renovado en el espíritu art decó que esconde un auténtico hotelazo. Ya a ras del suelo, aunque envuelta en guayabos y otra vegetación exótica diseñada por el paisajista español Luis Vallejo, la terraza de la Brasserie de Eric Frechon es una buena opción que fusiona en el plato la cocina francesa con toques marroquíes, la esencia de esta misma ciudad.

El restaurante La Grande Table Marocaine, en el piso 23 del Royal Mansour Casablanca.
El restaurante La Grande Table Marocaine, en el piso 23 del Royal Mansour Casablanca.

Si queremos explorar el ambiente más atlántico de Casablanca hay que poner rumbo a La Corniche. Con grandes ventanales al mar, Le Cabestan lleva deleitando a sus visitantes desde 1926 con un menú internacional de marisco fresco, carnes a la parrilla y buenos vinos. Justo al lado, merece la pena acercarse al faro de El Hank para ver al fondo toda la metrópolis.

Casablanca la nuit


El bulevar de La Corniche ofrece otros muchos reclamos. Es aquí donde Casablanca compite (y gana) con las urbes más nocturnas y gamberras del mundo. Quien no se lo crea del todo sólo tiene que probarlo. Abierto desde los años 40, Le Balcon, con ambiente retro y dj en directo, podría ser uno de los night clubs más míticos. Armstrong, por su parte, recuerda a los garitos underground de Brooklyn. Es muy recomendable para los amantes del jazz. Pero no se sorprenda si todo lo que recuerda de Casablanca es Manaos. En este local espectacular hay dos ambientes. Arriba, un dj lo da todo para hacer bailar a una parroquia joven, cóctel en mano y vestida para triunfar. Podríamos estar en Londres, Milán o París. Abajo, la magia de Las mil y una noches planea sobre el escenario de un cabaret donde toca una banda en directo y donde puede ocurrir cualquier cosa en cualquier momento, danza del vientre incluida. Todo mientras locales y foráneos cenan, beben y fuman hasta altas horas de la noche.

La noche en Manaos.
La noche en Manaos.M.G.H.

EL ARTE URBANO


Al día siguiente la resaca se cura con una incursión cultural en otra faceta importante de la vibrante Casablanca, el arte urbano. Las explosiones de color en la pálida paleta que domina toda la ciudad son llamativos. A medida que caminamos, casi por el barrio que sea, se encuentran murales y grafitis que cubren paredes y hasta edificios enteros. Lo ideal es unirse a uno de los tours de la organización Alouane Bladi, que introduce a los jóvenes locales en el mundo del street art con clases y talleres, y a los visitantes y curiosos con rutas, tanto en minivan como en bicicleta, en colaboración con el Instituto Francés de Casablanca. Durante el recorrido se descubren más de 20 obras gigantes.

Un guía de Alouane Bladi frente a un gran mural en el Campus France Maroc.
Un guía de Alouane Bladi frente a un gran mural en el Campus France Maroc.

Hay mensajes de protesta social, pero sobre todo inspiración popular y algún que otro icono pop, como Bob Esponja o Homer Simpson. En la rue de Granville aparece también, cómo no, Ingrid Bergman, un mural realizado por el marroquí Dynam que ocupa todo un lateral de un edificio de apartamentos. Pero hay obra de artistas procedentes de todo el mundo, incluso españoles, como Kato y Okuda San Miguel, que han sido comisionados en distintos festivales. Dicen en Alouane Bladi que Casablanca se está convirtiendo en la capital africana del arte callejero. Desde luego, sus murales dan fe de la vitalidad que se respira en esta urbe incombustible.

GUÍA PRÁCTICA

Cómo llegar. Iberia cuenta con vuelos directos entre Madrid y Casablanca.

Dónde dormir. Royal Mansour Casablanca (www.royalmansour.com). El segundo cinco estrellas de la familia real de Marruecos cuenta con 149 habitaciones, suites y apartamentos (desde 450 euros/noche) y tres restaurantes.

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