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Turismo

"Somos tejedores de sueños": así conquista a sus clientes el 'concierge' de un hotel de lujo

Cinco conserjes de grandes alojamientos alrededor del mundo nos revelan las experiencias que proponen a sus huéspedes. De un homenaje gastronómico en barco a un paseo muy especial con burros y el acceso íntimo y personal a lugares históricos.

Entre olivares mallorquines y en compañía de burros, así es que paseo que propone La Residencia..
Entre olivares mallorquines y en compañía de burros, así es que paseo que propone La Residencia..
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Es un pequeño secreto que guardan los viajeros más sibaritas. El primer amigo que debe hacer en un viaje es su concierge. Esto, evidentemente, si tiene la suerte de hospedarse en alguno de estos maravillosos hoteles. "Somos tejedores de sueños y nuestra función es principalmente aportar un extra de felicidad a nuestros clientes", explica Pep Ferreiro, jefe de la Consejería de La Residencia, el hotel de la fastuosa cadena Belmond en Mallorca.

Para un hotel de lujo, la figura de Ferreiro es el factor diferencial. "Por nuestro departamento pasa el 90% de las peticiones y nosotros somos especialistas en cumplir los deseos más especiales. El verdadero lujo es tener una conserjería a tu servicio". Pues ya saben.

Ni que decir tiene que esto no siempre es fácil. ¿Recuerdan que, hace años, una nube volcánica de Islandia provocó el cierre del espacio aéreo europeo? Ferreiro se acuerda bien porque consiguió hacer llegar de Mallorca a Londres a un cliente para poder vender su empresa y firmar, por fin, su jubilación. Fue, claro, un caso excepcional porque el concierge asegura que los exclusivos invitados de su hotel buscan, por encima de todo, "sentirse mejor que en casa".

"Hoy lo que más gusta es lo más sencillo, lo más auténtico. Nuestro hotel se encuentra en un paraíso para caminar por la montaña y desconectar de la vida diaria. Sentir la paz y disfrutar de las vistas es tan simple como agradable. Lo mismo ocurre con la comida, les gusta aprender la inmensa historia gastronómica de Mallorca con sus propias manos, y nuestro chef les enseña las recetas más auténticas".

Una de las habitaciones del hotel en las montañas de Deià.
Una de las habitaciones del hotel en las montañas de Deià.

De ahí que uno de los planes estrella que Ferreiro y su segundo de a bordo, Francesco Trevisan —que, por cierto, acaba de ser premiado como el Mejor Concierge de España— es dar un paseo por los olivares que rodean La Residencia. La ruta de los burros es una de las actividades más populares y rinde homenaje a los tiempos en que Deià era un puesto remoto y el transporte por los senderos de tierra de la sierra se realizaban a lomos de un animal.

Durante el ascenso, es posible contemplar maravillosas vistas tanto de la Tramontana como del Mediterráneo, además de admirar la flora y fauna locales. "Los burros residentes le acompañarán hasta la cima de una colina cercana, donde disfrutará de un delicioso almuerzo tipo picnic. Buena compañía, comida deliciosa y vistas al valle: no hay mejor manera de pasar la tarde".

Si le pica la curiosidad, el picnic está compuesto por quesos locales, jamón, aceitunas y, por supuesto el pa amb oli (pan con tomate, aceite de oliva y ajo), la famosa sobrasada balear, la tradicional ensaimada y algún que otro trago de licor de hierbas de la isla. Todo sobre mantel de lino.

Escapada líquida en Dubrovnik

Casi al borde del Adriático, pero a resguardo, el hotel Excelsior Dubrovnik es probablemente el mejor hotel de la ciudad croata. Un refugio único a cinco minutos a pie de la Puerta de Pile, la principal entrada a la urbe amurallada Patrimonio de la Humanidad que se ve, por cierto, perfectamente desde sus ventanas. No está nada mal tampoco como lugar de trabajo para Teya Cvjetkovic, al frente del equipo de concierges de este hotel nacido en 1913. Y aunque las calles y murallas de Juego de Tronos llaman poderosamente la atención, y hay que recorrerlas, Cvjetkovic propone que miremos al mar para descubrir la legendaria belleza de la Costa Dálmata.

Las vistas del emblemático hotel Excelsior, con todo el Adriático delante y al casco antiguo de Dubrovnik.
Las vistas del emblemático hotel Excelsior, con todo el Adriático delante y al casco antiguo de Dubrovnik.

Y no hay mejor forma de empaparse de tanta hermosura que poner rumbo a las islas Elaphiti, cuna de grandes navegantes, en un yate privado. A una hora de navegación, este archipiélago de 13 islas al noroeste de Dubrovnik está tapizado por bosques de pinos centenarios y extensos jardines en los que crecen olivos, naranjos y limoneros.

Por mar es más fácil explorar las calas y pueblos pesqueros de las tres únicas islas habitadas. En una de ellas, la encantadora Šipan, Cvjetkovic propone atracar el barco para disfrutar, entre chapuzón y chapuzón, de una relajada comida en el restaurante Bowa, al borde del agua. Propiedad de la cuarta generación de la familia Šare, famosos pescadores de Mali Ston, este restaurante entre algarrobos e higueras sirve "el pescado más fresco del Adriático, las sabrosas ostras de su propia granja y aceite de oliva casero".

La última hora en Londres

Vistas al Támesis. El nuevo Park Hyatt London River Thames regala magníficas panorámicas de Londres.
Vistas al Támesis. El nuevo Park Hyatt London River Thames regala magníficas panorámicas de Londres.

Uno de los últimos y más esperados hoteles en aterrizar en la capital británica es el Park Hyatt London River Thames, que supone el debut de la marca Park Hyatt en el Reino Unido. Situado junto al río, en el novedoso distrito de Nine Elms, y cerca de Westminster, la elegante Sloane Square y la central eléctrica de Battersea —la de la portada del álbum Animals, de Pink Floyd—, el hotel de ultralujo ocupa un rascacielos de 22 pisos con vistas despampanantes sobre todo Londres. Diseñado por KPF, el nuevo Hyatt cuenta con todo un rosario de reclamos viajeros. Entre ellos, una piscina interior de quitar el hipo, una biblioteca de vinos, un restaurante, Yú Gé, de la más auténtica comida cantonesa y habitaciones con muebles de diseño y con paneles pintados de William Morris.

La entrada a las Churchill War Rooms en la capital británica.
La entrada a las Churchill War Rooms en la capital británica.SHUTTERSTOCK

El encargado de coordinar y agasajar a los huéspedes es Sahil Suri. El jefe de Conserjería cuenta con más de 12 años de experiencia en el segmento hotelero de lujo y ha trabajado en algunos de los establecimientos más prestigiosos de Londres. Como secretario de Membresía de The Society of the Golden Keys of Great Britain (Les Clefs d'Or) y ganador del premio Young Concierge of the Year en 2022, Suri es una cara conocida en la profesión.

Para los huéspedes interesados en la historia de Londres, el concierge propone la experiencia Behind-the-Glass Experience at the Churchill War Rooms. En ella, los visitantes tienen acceso privado a la histórica Sala del Gabinete de Guerra utilizada por el primer ministro del Reino Unido durante los bombardeos nazis del Blitz. Los huéspedes podrán observar detalles fascinantes, como las marcas de arañazos que dejó el propio Churchill durante las tensas reuniones de gobierno para defender su país de Alemania entre 1940 y 1941.

Además, de forma complementaria o independiente, Suri propone a los huéspedes un recorrido privado en un barco de lujo por el cauce del Támesis, algo casi obligado dado que el hotel se encuentra en la misma orilla. Durante la travesía podrán disfrutar de una copa de champán y una selección gastronómica mientras admiran los monumentos más emblemáticos de Londres.

Con GLAMOUR EN sT. mORITZ

Una comida a pie de pista envueltos en las cumbres de los Alpes. Una de las propuestas en La Margna St. Moritz.
Una comida a pie de pista envueltos en las cumbres de los Alpes. Una de las propuestas en La Margna St. Moritz.

Paraíso alpino, St. Moritz ha atraído a miembros de la realeza, celebridades y demás especies de la jet set desde 1864, cuando se inauguró la estación invernal considerada la más antigua del mundo. Desde uno de sus hoteles más emblemáticos, el Grace La Margna St. Moritz, su jefe de concierges, Florian Moser, propone deslices por las impecables pistas y saborear lo mejor de la gastronomía local. Sin quitarse los esquís —o calzándose las raquetas de nieve— aguarda a los huéspedes una reserva en Paradiso, el espectacular restaurante en medio de las pistas donde disfrutar de las mejores vistas y del célebre clima Champagne de la estación —¡322 días de sol al año!—. Y ya en el corazón del pueblo, otra opción inexcusable es Dal Mulin, un comedor local muy apreciado por la autenticidad de su cocina suiza. Claro que para tomar la mejor fondue, en el mismo hotel hay que probar el Stüvetta Moritz.

El Grace La Margna St. Moritz es el único cinco estrellas abierto todo el año en la estación.
El Grace La Margna St. Moritz es el único cinco estrellas abierto todo el año en la estación.

Además del safari gastro, utilizar la escalera mecánica situada a tres minutos del hotel para bajar hasta el lago es algo de obligado cumplimiento. Porque en invierno, el lago de St. Moritz se transforma en un majestuoso espacio para montar en trineo, patinar sobre hielo o simplemente caminar por la orilla nevada. Cierto es que St. Moritz no es solo sinónimo de nieve. En verano, la estampa es igualmente idílica y La Margna es el único cinco estrellas que abre los 365 días del año.

Un MARRAKECH RETRO

En 'sidecar' por las estrechas calles de la Medina de la Ciudad Roja.
En 'sidecar' por las estrechas calles de la Medina de la Ciudad Roja.

Entre los aguadores y encantadores de serpientes de la plaza de Yamaa el Fna, el laberinto de la Medina y la asombrosa geometría de azulejos, artesonados, yeserías y estucos de sus riads, Marrakech dibuja una estampa fascinante. Pero es famosa también la Ciudad Roja por acoger uno de los mejores hoteles del mundo, La Mamounia. Al frente de la consejería de la Gran Dama de Marrakech encontramos a Zineb Meliani con una larga lista de imprescindibles para sus huéspedes: cenar en su restaurante Le Marocain para saborear las delicias de la cocina marroquí, vivir la experiencia del hammam o practicar el ritual del té en El Menzeh del pastelero Pierre Hermé envuelto en el delicioso jardín del hotel...

La piscina y el jardín de La Mamounia.
La piscina y el jardín de La Mamounia.

También propone vivir una excitante aventura (algo polvorienta) por las estrechas y apasionantes callejuelas de la Medina a bordo de un sidecar vintage, como los que usaban los gendarmes de la ciudad en los años 50. El recorrido —con guía, es decir, el piloto— dirige al huésped por muchos de los iconos de la Ciudad Roja, desde el jardín Majorelle en el barrio de Gueliz hasta la mezquita Koutoubia, pasando por el hervidero del zoco, el Mellah o el barrio judío y el sensacional Palacio El Badi. Y como colofón, hay picnic en el Palmeral, el oasis de 13.000 hectáreas de la Ciudad Roja.

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