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Los fines de semana hay padres y madres que se convierten en taxistas. No se trata de llevarlos a mediodía al partido de baloncesto ni a una merienda en casa de fulanito (que también), sino de asuntos más noctámbulos: cuando salen por la noche y cierra la discoteca o la verbena repliega las alas, sus hijos adolescentes necesitan volver a casa. Y en ese momento de la película los progenitores entran en acción. Muchos, muy sufridos, se meten en el coche y van en su búsqueda.
El objetivo es traerlos sanos y salvos y evitarles (y evitarse) el susto de andar por ahí deambulando de madrugada mientras regresan. Naturalmente, esta penitencia supone que los padres, trasmutados en chóferes, tengan muchas papeletas para pasar una noche toledana.
Una breve ronda de preguntas a madres y padres desvela anécdotas con cierta gracia que adornan, dentro de lo que cabe, este desvelo al que se resignan. "Me ponía el despertador para ir a por mis hijas y las esperaba en el coche. No me quitaba ni el pijama", dice una. "En la puerta de la discoteca estábamos unos cuantos en doble fila, mirándonos de reojo y esperando a que salieran, ¡sin saber si lo harían en buen estado!", dice otro.
Y más, en este caso, con la particularidad de una isla como Mallorca: "Aquí son típicas las verbenas de los pueblos. Como no hay transporte público de madrugada, te dan una hora para la recogida. El problema es que te digan a las 8 de la mañana, pero te llaman a las 6 si se ha acabado la fiesta. Ellos no piensan en el susto que te dan por llamarte a esas horas ni si estabas durmiendo", explica una madre de adolescentes. "En esos casos, con paciencia y, por supuesto, en pijama, me pongo my playlist, porque puede haber una hora de camino, y encima les traigo el desayuno", añade. Otras veces, el cálculo horario también sale mal, pero en sentido contrario: "En el otro lado de la isla hubo un festival que supuestamente acababa a la 1. Eran las 3 y yo estaba en el coche esperando con la cena preparada, su pollito empanado, sus zumos y las magdalenas", afirma también.
La conclusión de este trajín parental, en su opinión, es clara: "Mis hijos se creen que mi trabajo es estar a su disposición las 24 horas del día con el gorrito de chófer puesto". "Así somos las madres esclavas. Me consta que no todos están dispuestos a hacer esto y les dicen a sus hijos que cojan el primer bus de la mañana y vuelvan a sus casas", reconoce.
¿Por qué lo hacemos?
Los padres-conductores preguntados esgrimen diversos motivos para emprender estas salidas nocturnas. Declaran: "Desde la parada del bus hasta mi casa no hay ni un alma a las 5 de la mañana. Es meter a mis hijas en la boca del lobo". "Quizá por la pandemia, ahora hay muchas más verbenas, que son al aire libre, y mi hija y sus amigos van a las de todos los barrios. Y claro, están lejos". "En esas fiestas los DJ empiezan a las 12 de la noche y los chavales se quieren quedar hasta que acaban".
¿Es la única solución? ¿No hay más alternativa que pasar la noche de ruta? "Antes de que mis hijos se tengan que quedar en casa, prefiero fastidiarme yo". A veces, hay soluciones caseras, pero que también incluyen estar con los ojos abiertos: "Mi hija me llama por teléfono en el trayecto que hace sola hasta mi casa. Hay unos siete u ocho minutos y me da igual que sean las 5 o las 6 de la mañana. Es por seguridad". Y otros padres, directamente, prefieren que sus adolescentes lleguen por la mañana, en el primer bus o tren disponible: "En ese caso, ya sabes que va a venir a las 8 o las 9 pero... es lo que hay. Prefiero dormir".
A veces, los padres recurren al taxi o servicios similares y, si pueden, hacen grupos y reparten gastos. Pero: "Yo no quiero que mi hija venga sola en un coche. Me da miedo, así que voy a buscarla y me quedo tranquila", dice una última progenitora.
El inconveniente de vivir lejos y el 'GPS humano'
Diana Al Azem es madre de dos chavales, profesora de Secundaria, creadora del portal digital Adolescencia Positiva y autora de 'AdolescenteZ de la A a la Z' y '¡Quiero entenderte!' (Plataforma Editorial, 2023 y 2024). Ella considera que son muchos los factores a tener en cuenta sobre la conveniencia de seguir este hábito, aunque la edad del niño y el lugar donde vive la familia son decisivos. "Con 12 o 14 años creo que sí hay que recogerlos. Cuando son mayores, con 16 o 17 años, depende mucho de dónde esté tu casa. Si vives lejos, es normal que los padres no quieran pegarse esos viajes a media noche todos los fines de semana. Ellos lo tienen que entender", sostiene.
La psicóloga sanitaria y perinatal Cristina Castaño considera necesaria la progresividad en la autonomía de nuestros hijos, es decir, soltar el hilo: "Depende de su madurez, de si sabemos con quién salen, si vienen acompañados, etc., pero en general debemos estar atentos a cuándo pueden hacerse cargo de su regreso. A veces nuestros miedos, que son lógicos, dificultan esos procesos".
Cristina Cuadrillero, psicóloga y creadora del blog de Instagram @miadolescenteyyo, tiene claro que "si le preguntas a cualquier adolescente, por supuesto que le encantaría tener un padre o una madre taxista que le lleve y recoja a su antojo, y estén pendientes del teléfono por si hay cambio de hora y sitio de recogida, incluso a altas horas de la madrugada". Pero, considera, no puede ser. "Salvo excepciones, en las que es necesaria nuestra cobertura porque no hay otra, lo más recomendable es que se organicen con su grupo de amigos para ir y volver juntos", destaca. A su criterio, negociar y gestionar cómo volver, les ayudará además a adquirir unas habilidades sociales extras y aumentarán la confianza en sí mismos. El hecho es que "no pueden vivir eternamente con mamá y papá como 'GPS humano'", zanja.
No obstante, Cuadrillero es consciente de que muchas veces los amigos de nuestro hijo pueden vivir dispersos. En ese caso, la preocupación por el hecho de que regrese solo es más comprensible. Esta es su receta: "Podemos tomar medidas para manejar estas situaciones sin cortarles la libertad, pero siendo precavidos: antes de salir planificar bien cómo va a volver y qué medio de transporte va a usar, que se active al volver la ubicación en tiempo real, que te vaya informando en el trayecto y sobre todo, si va caminando, que las rutas sean seguras y los horarios razonables". ¿Y si la hora de vuelta es de madrugada? "Una buena opción es invitar o quedarse a dormir en la casa de alguno de sus amigos para que pueda volver acompañado".
Información constante y fluida: dónde y con quién están
Si los jóvenes regresan solos a casa o se quedan con un amigo a dormir, Cuadrillero recomienda mantener una comunicación fluida con ellos, para que la información sea fuente de tranquilidad para los padres. Así, apaciguan las preocupaciones establecer acuerdos como enviar mensajes de conformidad cuando ya están en casa (propia o ajena), saber en qué medio de transporte van a desplazarse, cuál será la hora de vuelta y, si son menores de edad, tener un contacto de algún amigo por si necesitamos llamarle.
"El caso es que nuestra preocupación como padres siempre está latente y por eso, muchos prefieren ser el 'Uber personal' de sus descendientes", concluye la psicóloga.
La psicóloga y psicopedagoga Maribel Gámez (Centro de Psicología Aplicada Maribel Gámez) considera que cuando los jóvenes saben gestionar su regreso, consultan los horarios del transporte nocturno, saben cómo buscar un taxi o qué hacer si se quedan sin batería, es momento de ser autónomos. "En cualquier caso y hasta los 16 años, es esencial que los padres puedan tener localizado a su hijo a través de una aplicación GPS para ayudarlos si ocurre algo y hay que ir a buscarlos", dice. Añade que es "totalmente imprescindible" saber dónde y con quién están, aunque a ellos "no les guste" dar tanta información.
La brecha de género
"Voy a buscar a mi hija porque no quiero que por el hecho de ser chica, tenga que volverse antes. No es justo", decía una de las madres consultadas del principio. Este debate está todo el rato sobrevolando la conversación en torno a la cuestión de recoger a los hijos. Sobre todo a ellas.
Cristina Cuadrillero confirma: "Las familias parecemos más preocupadas porque sean ellas las que vuelven solas y hay una percepción generalizada de que están más expuestas a riesgos como acoso y agresiones. Por eso, muchos padres son más protectores con ellas". No obstante, la psicóloga matiza que a los progenitores de varones también les traen de cabeza otros peligros: "Que se metan en peleas, si le dejan tirado sus amigos, si van a montarse en un coche, etc."
Maribel Gámez también ratifica: "Mi experiencia me dice que sí hay mayor preocupación por las adolescentes. De todos modos, si los preparamos bien, ninguno de los dos sexos debería tener ningún problema en volver sano, salvo y contento después de una noche divertida con los amigos", sentencia.
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