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Las reproducciones de piezas que forman parte de las colecciones de los museos de arte es una actividad que desde hace muchos años inspira y rellena las estanterías de las mejores tiendas de dichos museos. No es algo nuevo, puesto que en estos escaparates era posible hacerse con ciertas reproducciones de obras que hasta entonces no habían salido de sus salas de exposición.
De hecho, la tienda del Museo Louvre de París contaba entre sus piezas más adquiridas por los visitantes con uno de los famosos gatos de mármol negro que había aparecido en una de las tumbas del antiguo Egipto y el Museo Metropolitan de Nueva York vendía reproducciones totalmente fidedignas de joyas de tumbas precolombinas de alguna de sus colecciones.
Sin embargo, en la pasada feria del mueble de Milán la firma de mobiliario de alta gama Eichholtz ha presentado la primera colección de mobiliario y complementos The Metz, un proyecto de ambiciosa proyección que hará las delicias de todos aquellos a los que este estilo, entre clásico e historicista, gusta tanto.
Reproducciones de gran belleza clásica
Si bien la intención de los responsables del museo Metropolitano de Nueva York es contar cada año con nuevas piezas que se vayan sumando a la colección, estos primeros pasos de la colaboración incluyen reproducciones de esculturas, alfombras, arte mural y accesorios para el hogar.
En total cien piezas presentadas por The Metz x Eichholtz, que el director creativo de la marca neerlandesa, Edwin van der Gun, ha seleccionado en persona. "Fue todo un privilegio descubrir los archivos del museo para hacer realidad esta colección", asegura. Así, muebles, sofás, mesas auxiliares o lámparas encontrarán un nuevo destino en las casas de todo el mundo.
Un público selecto y selectivo
Pero no es un producto para todo el mundo, ya que, aunque lo sabio es mezclar estas piezas con otras que ya haya en la casa, el estilo, que se mueve entre el romanticismo barroco y el maximalismo, requiere espacios bastante grandes y con mucha luz para que todo respire.
Y como ocurre, además, con la mayoría del mobiliario de este tipo de producciones, la sobredecoración es casi un mantra que hay que cumplir y donde incluso el dorado tiene algo que decir: se trata de una vuelta al clasicismo más puro. Si puede ser, todo perfectamente engamado con tonos como el beis y el arena, que funcionan mejor que nunca.
Piezas con nombre propio
Antes de la aparición de este estilo vinculado al Museo Metropolitano de Nueva York, ya existían en el mercado piezas que, por sus materiales, volúmenes y acabados, funcionaban juntas de un modo parecido. Que se lo digan a Philippe Starck, que repensó el estilo de luminaria de cristal de la colección Zenital de Baccarat para conseguir una lámpara de grandes dimensiones, donde todo el lujo y el dramatismo del cristal se reunían por primera vez.
El mismo efecto se consigue con lámpara de techo con hojas de cristal transparente de Murano que tanto se llevaron en los hogares españoles durante los años 70 y que ahora encuentras en tiendas especializadas como El Almacén Alonso o en anticuarios o páginas de subasta.
La versión española de esta tendencia
Al margen de este nueva idea rebautizada, en nuestro país también encontramos creadores, como Raúl Martins o Laura González, que destacan precisamente por componer espacios con este sello tan especial y en los que conviven mobiliario de acabados en materiales de calidad con tapizados exclusivos y de llamativos dibujos.
Un saber hacer, elegante y delicado a la vez, que recurre a la mezcla perfecta y en el que todo está en el sitio que debe ocupar y donde nada sobra.