CATALUÑA
Entrevista
Matrimonios forzados

Payzee Mahmod: "El matrimonio infantil no puede formar parte de ninguna cultura, es un crimen"

La activista contra los enlaces forzados explica cómo fue obligada por sus padres a unirse a un desconocido que casi le doblaba la edad y qué supuso para ella el asesinato de su hermana Banaz tras huir de su marido

La activista contra el matrimonio infantil Payzee Mahmod ayer en Barcelona.
La activista contra el matrimonio infantil Payzee Mahmod ayer en Barcelona.Gorka LoinazARABA PRESS
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El 27 de abril de 2022 fue uno de los días más reconfortantes en la vida de Payzee Mahmod, víctima de un matrimonio forzado hace dos décadas y una de las principales voces en el Reino Unido contra los enlaces infantiles. Tras una larga campaña de activismo con más de 250.000 firmas recogidas, el Parlamento británico aprobó una ley para subir de 16 a 18 años la edad mínima legal del matrimonio en Inglaterra y Gales. Mahmod atiende a EL MUNDO tras su participación como ponente en la jornada Protecting Children, Ending Child Marriage, organizada ayer en Barcelona por Naciones Unidas, The Bicester Collection y La Roca Village.

Su lucha a través de la organización benéfica IKWRO tiene en su propia biografía el mejor argumento para reivindicar la erradicación de "una de las principales formas de esclavitud del siglo XXI". Nacida en 1987 en el Kurdistán iraquí, pero criada en la zona iraní, se mudó a los 11 años con su familia al sur de Londres, donde el choque cultural con sus padres pronto se hizo evidente. Los progenitores la obligaron a casarse a los 16 años con un desconocido que casi le doblaba la edad, aunque logró divorciarse dos años después. Eso sí, tras un aborto por un embarazo no deseado y conmocionada por un trágico suceso. Su hermana Banaz, un año mayor que ella y que había decidido poner fin a otro enlace forzoso, fue asesinada en 2006 en un "crimen de honor" por el que fueron condenados el padre, un tío y otros tres hombres. Su vida dio un vuelco a partir de aquel día.

¿Cuál fue el primer sentimiento que le provocó ser víctima de aquel matrimonio impuesto?
Acababa de terminar la educación Secundaria y me encantaba la idea de dejar de vestir el uniforme escolar. Pero, de repente, me vi obligada a ponerme un vestido de novia y joyas de oro. Pasé de ser una adolescente a la que le gustaba seguir la moda pop a sentirme como un artículo en una sala de subastas. La ceremonia religiosa fue en árabe y, paradójicamente, yo era la única persona que no lo entendía. Unos años antes, mi padre había perdido el respeto de la comunidad después de que mi hermana Bekhal hubiera huido para evitar su matrimonio, pero mi casamiento y el de Banaz le sirvió para recuperar su honor y su estatus. Yo no entendía que mi familia hubiese pasado de pedirme que no hablase con chicos a decirme que ahora debía estar ligada a un extraño.
¿Cómo soportó aquellos dos años?
Él me hablaba y yo no entendía prácticamente nada de lo que me decía. Su vocabulario era el de un adulto y por la apariencia podría ser mi tío. Quería provocar que él me rechazase y, cuando sabía que algo no le gustaba, era eso lo que hacía. Sufrí violencia y el embarazo fue un punto de inflexión. Mi familia me decía que tener el bebé haría que amase a mi marido, pero yo sabía que no podía tener un recuerdo físico de todo aquello para el resto de mi vida. De mi boda aún recuerdo los flashes de las fotos, la gente riendo, pero el matrimonio infantil es un crimen, la gente tiene que entender que no beneficia a nadie, ni a la víctima ni a la comunidad ni tampoco a los hijos que nazcan. Y es mejor prevenir que curar porque hoy, 20 años después, yo aún me estoy recuperando.
Aparte de la presión familiar y de su comunidad, ¿qué falló más allá de su entorno para que usted pasara dos años obligada a estar casada?
Hay mucha gente que no hizo nada, que miró hacia otro lado. Desde personal del registro civil o los servicios sociales, a policías, profesores... Hay una barrera identitaria, por verte diferente se da por sentado que perteneces a otra comunidad, a otra etnia, y si hay un problema se deja como algo que debes solucionar en tu entorno. Nadie me preguntó nunca: ¿por qué estás casada? Mi hermana, por ejemplo, fue a la policía antes de ser asesinada varias veces e incluso entregó una lista de nombres diciendo que esas personas la iban a matar. Existe una gran falta de conciencia a todos los niveles. Si soy profesora de una escuela en la que no se habla de este tipo de abusos infantiles, ¿cómo podré detectarlo cuando se produce entre mis alumnas?
Usted ha sido víctima de una boda forzada en Europa. ¿Cree que aquí se ignora la existencia de este problema como si fuera un fenómeno que suceda a miles de kilómetros?
Absolutamente. Hay que hacer mucha pedagogía porque cuando no se habla de algo es como si no existiese. Si vas al ambulatorio y te encuentras con un cartel en el que se alerta sobre los matrimonios infantiles, te acabas concienciando de que eso es algo que está ocurriendo a tu alrededor, puede ser perfectamente tu vecino o tu alumno. Y, por otra parte, hay que entender que también hay barreras para acceder a la información, no todo el mundo tiene dispositivos digitales o hay gente que no habla el idioma local y ve únicamente la televisión en su lengua.
Choca que, todavía hoy, para algunos padres sea más importante la tradición cultural que los sentimientos hacia sus hijos.
Sí, mis padres fueron educados para creer que, por encima de todo, está el nombre de la familia, el honor, y eso es lo que quisieron transmitirnos a mí y mis cinco hermanos sin pensar en el daño que nos podían causar. Hay que respetar la cultura de la gente, de los pueblos, pero el matrimonio infantil no puede formar parte de ninguna cultura porque es una violación de los derechos humanos. Son conceptos incompatibles, las niñas tienen que poder ser niñas y prácticas como la mutilación genital femenina que yo también sufrí, las pruebas de virginidad o la himenoplastia únicamente son nocivas.
Las cifras de Unicef reflejan un descenso en el número de matrimonios infantiles en la última década. ¿Cree que se está avanzando?
Creo que es muy complicado saberlo con certeza porque hay muchos casos invisibilizados. Es muy difícil conocer cuántos enlaces no registrados existen, ya que hay muchas ceremonias puramente religiosas o tradicionales sin valor jurídico. Además, ahora mismo tenemos situaciones geopolíticas que juegan en contra. En Afganistán, con la vuelta de los talibanes al poder, o en Palestina, con las consecuencias del conflicto bélico desde hace un año. ¿Qué pasará con muchas de esas chicas? Con la pandemia de covid, el número de casos y abusos aumentó al desaparecer gran parte de la red social. Hay muchos elementos imprevisibles que acentúan el peligro para las chicas, incluido el cambio climático. Lo vemos, por ejemplo, en el Caribe con los desastres naturales. La falta de recursos y la pobreza son una amenaza para las menores.
¿Qué ha significado el cambio legal que consiguieron en Inglaterra y Gales [en vigor desde 2023]?
Tendremos que esperar, probablemente, a un plazo de unos cinco años para valorar cuánto han descendido los matrimonios infantiles, pero lo que ya es un hecho es que la ley otorga herramientas para que los servicios sociales o las escuelas puedan actuar ante un posible riesgo de abuso. Además, la prohibición hasta los 18 años es para todo tipo de enlaces, también los religiosos.
Con su experiencia, ¿qué le diría a una menor que se halla en una situación similar a la que vivió usted?
Lo primero, que sepa que no tiene que hacer nada de eso para complacer a su familia y que busque apoyo en profesionales. Si hablas con una profesora, asegúrate de que está entendiendo bien tu problema. Y fuera hay ayuda, hay asociaciones preparadas a las que recurrir en estos casos para planificar qué hacer, cómo quieres vivir, qué recursos hay para ti...