A mitad de mañana de este jueves, Rafa Mata y Cristina Argüelles han echado un par de pantalones vaqueros, unas zapatillas de deporte y cuatro prendas más a una mochila y han abandonado su casa de inmediato. Se han cargado el macuto a la espalda y han salido a pie de Paiporta cruzando uno de los puentes que pasa por encima de la autovía que hay junto al pueblo. La estructura del puente presentaba un estado de tanta endeblez que la Policía Local, como si se tratara de un check point en una zona de guerra, les pidió que se identificaran por si ocurría otra desgracia.
La pareja se ha instalado en una casa que Cristina tiene en Alacuás, un pueblo vecino. Rafa y Cristina cuentan que han dejado atrás un «escenario apocalíptico» en Paiporta: muros de hasta cuatro y cinco coches amontonados unos sobre otros; accesos al pueblo por carretera bloqueados por alumbrado caído, vehículos y maleza; calles con dos palmos de barro cada vez más endurecido; negocios devastados y saqueados; gente llorando mientras saca enseres de sus plantas bajas; vecinos peleándose, casas con niños sin agua ni alimentos...
Ningún municipio valenciano ha sufrido con mayor dureza que Paiporta las consecuencias de la DANA del pasado martes. La alcaldesa del municipio, Maribel Albalat, confirmaba esta tarde que al menos 62 vecinos de la localidad han fallecido desde que un diluvio cayó en la zona y desbordó el barranco de Chiva a su paso por el pueblo. Desde entonces, el caos se extiende por cada recodo.
«Quedarnos en Paiporta comenzaba a ser peligroso. La gente no tiene comida, no tiene bebida, no tiene agua corriente en sus casas...», explica Rafa, de 64 años. «Esta situación genera mucha frustración y saltan pronto las chispas. Hemos visto discusiones, peleas... Por no decirte que los robos no paran. Los rateros están entrando en joyerías, en talleres, a llevarse lo que pueden. No te hablo de entrar a llevarse algo para comer a un supermercado, que eso hasta lo entiendo. Te digo que hay grupos que asaltan negocios que han quedado devastados. Muchos dueños están dentro vigilando. Ojalá ninguno de esos encontronazos acabe en otro drama».
Paiporta vive colapsada desde hace dos días. Todos sus accesos por carretera están cerrados. Sólo las fuerzas policiales y la Unidad Militar de Emergencia (UME) están desplegados en el pueblo. Dentro, un lodazal recorre cada una de sus calles. Este jueves se había conseguido restablecer el suministro eléctrico, pero el del agua seguía sin llegar.
Los pillajes no sólo se están produciendo en Paiporta. También en localidades afectadas por la DANA y en grandes superficies de centros comerciales próximos, como Bonaire, en Aldaya. La Policía ya ha detenido a 39 personas de distintas nacionalidades, algunas de ellas menores de edad.
La Fiscalía provincial de Valencia ha emitido un comunicado al respecto: «En estos momentos tan dramáticos (...) se están produciendo robos y hurtos ante situaciones de desamparo de las víctimas, con desprecio de las mismas e intentando la impunidad. Ante esta realidad, de todo punto intolerable moral y penalmente, la Fiscalía está solicitando la prisión preventiva de los detenidos por estas conductas» al amparo del artículo 235.6 del Código Penal, que tipifica el delito de hurto, y de los 240.2 y 241.4 (el de robos).
Rafa y Cristina no tienen que lamentar la pérdida de ningún ser querido. Sus respectivos coches, y los de las hijas de Rafa, han quedado dañados, pero todavía desconocen en qué grado. La casa de esta pareja está en la segunda planta de un edificio y el agua no llegó hasta la vivienda. Ellos se encontraban en el gimnasio a la hora de la descomunal crecida del agua, sobre las 18.30 horas. Pudieron cobijarse antes de que el barranco de Chiva se desbordara. «En media hora era una infierno», describe Rafa.
Mientras habla con EL MUNDO, se confirma que el Ejército, no sólo la UME, se desplegará en la provincia de Valencia para ayudar en las labores de búsqueda de desaparecidos y reconstrucción de la zona. Era una petición que hacía Rafa a este reportero.
«Ojalá abran accesos para camiones con víveres, manden bombas para poder echar agua en las calles... Aquí agua tenemos la que queramos. Lo que necesitamos es limpiar, que se lleven escombros. Sólo así se podrá comenzar de cero. Aquí va a haber negocios que estaban en plantas bajas, como panaderías, carnicerías o peluquerías, que no van a reabrir en muchos meses». Pero eso es futuro. El presente sigue siendo oscuro.