A sus 81 años, la mirada turquesa de Carl Robinson guarda imágenes de la guerra de Vietnam que superan la ficción y, quizás, la realidad. En su conversación con Crónica expone sus memorias de aquella época en Saigón con aparente nitidez. Sus relatos son cautivadores. También arriesgados: pone en duda la autoría de una de las fotografías más relevantes de la historia.
Su experiencia del conflicto tiene varias lentes. La del convencimiento, como trabajador en la USAID, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, donde coordinó a los Doce de la fama, un grupo de sanitarios españoles que realizaron labores humanitarias durante el conflicto. La del desencanto, cuando tras la Ofensiva del Tet en 1968 se declaró objetor de conciencia y decidió cambiar su puesto gubernamental por el de periodista en Associated Press (AP). La de la experimentación, con noches fluctuando entre la consciencia y la inconsciencia durante su «romance» con el opio. La del aventurero, por sus viajes en motocicleta en Camboya y Laos con Sean, el hijo del actor de Hollywood Errol Flynn, mientras fantaseaban con ser detenidos temporalmente por el Viet Cong y así dar una perspectiva distinta de la guerra. O la de la amargura, tras su huida in extremis en un helicóptero durante la caída de Saigón.
Ninguna de estas vivencias trascenderá tanto como su polémico testimonio sobre la fotografía que contribuyó a cambiar el destino de la guerra de Vietnam: la niña del napalm. La instantánea fue tomada en la ciudad de Trang Bàng el 8 de junio de 1972. Una pequeña de nueve años, llamada Phan Th Kim Phúc, aparece corriendo desnuda con gesto agónico. Huye de un ataque con napalm y el cuerpo le arde. Sus brazos se extienden como dos alas exhaustas, deshechas. La niña proyecta el relato más desgarrador de cualquier crónica de guerra. Durante décadas, la foto ha sido atribuida a Nick Ut, un fotógrafo vietnamita que ganó el premio Pulitzer y el World Press Photo of the Year en 1973. Ahora, Robinson, encargado de escribir el crédito de la imagen, disputa este relato. «Nick Ut y yo sabemos lo que pasó», destaca a Crónica con convicción. Según afirma, el verdadero autor fue un fotógrafo freelance vietnamita.
EL SUSURRO DECISIVO
Aquella pegajosa tarde de junio de 1972 en Saigón, Robinson había llegado más tarde de lo habitual a la redacción. Su compañero, Jackson Ishizaki, le mostró una serie de fotografías ya reveladas. Notó en él un entusiasmo inusitado. «Ya había elegido un par de imágenes. Una, de un desnudo frontal y la otra, con la misma niña corriendo y pasando por el lado», sostiene. Robinson era el editor a cargo en aquel momento y no vio clara la transmisión de la imagen a Nueva York. Había una «política no escrita» en la que no se mostraba a personas desnudas. «No podemos usarla», afirmó. Su jefe, Horst Faas, no compartió su criterio y revocó su decisión, un episodio que, según la investigación de AP, pudo haber generado en él un sentimiento de envidia. Faas, de origen alemán, fallecido en 2012, decidió que la fotografía sí debía ser transmitida.
«Mientras escribía el pie de foto, Faas estaba a mi derecha. Giré levemente a la izquierda para comprobar en el cuaderno el nombre del fotógrafo. Yo sabía que la foto pertenecía a un freelancer y en la que ella aparecía de lado era la de Nick Ut», prosigue. «Justo cuando iba a escribir el pie de foto, Faas me susurró al oído: "Nick Ut, que sea Nick Ut", con su acento alemán. Y yo le hice caso». ¿La razón de acceder al supuesto fraude? «Él fue quien inició mi carrera periodística. Ahora tenía que mantenerla. También a mis dos hijos», justifica. Aunque fue consciente de que había hecho algo «que no estaba bien», ni pestañeó cuando escribió el nombre de Ut como autor. Agrega que Faas había apadrinado al joven fotógrafo desde que su hermano —fotoperiodista de AP— falleció durante una misión en 1965. Sostiene también que su jefe prefirió darle el crédito a Ut porque era un trabajador a tiempo completo y que éste nunca llevó a Kim Phúc y a su hermano al hospital tras inmortalizar el momento, como sostiene el relato oficial. AP ha negado todas las acusaciones.
Robinson esgrime que aquel episodio ha pesado en su conciencia durante cinco décadas y que tan sólo había compartido esta historia con su mujer y con algunos amigos íntimos. «[Lo he hecho público ahora y no antes] porque seguí el consejo de mi mujer con respecto al karma y a Budha. Somos espirituales en ese sentido. No sé si podría haber hecho esto antes. Tenía que pasar de esta manera y sabía la reacción que iba a venir», puntualiza. Lo que ha venido es un documental, The Stringer, dirigido por Bao Nguyen y estrenado hace tres semanas en el Festival de Sundance, que ha apostado por este argumento. Aún no está disponible para el público general y las partes afectadas tampoco han tenido acceso a la cinta. De hecho, AP ha confirmado que ha pedido a la productora del filme, VII Foundation, las evidencias que argumentan esta teoría y no se las han facilitado. La agencia de noticias ha determinado en un investigación que «no hay razón para creer que nadie más que Ut tomara la foto». Nick Ut ha confirmado a Crónica a través de su abogado, James Hornstein, que abrirá una causa por difamación.
Robinson sostiene que su conciencia reventó en 2022, cuando se celebró el 50 aniversario de esta icónica fotografía, y decidió realizar su propia investigación para encontrar al que él considera el verdadero autor de la instantánea. «Quería pedirle perdón», sostiene. «Durante mucho tiempo pensé, de manera inocente, que sólo tenía que contar la historia para ser creído. Me di cuenta de que aquello era bastante estúpido». Robinson quería superar sus sentimientos de «culpa, injusticia y cobardía». Comenzó a buscar todas las fotografías que se tomaron aquel día y se topó con una imagen que reforzó su teoría. «Justo a la derecha, un fotógrafo vietnamita no identificado, con camisa blanca y chaleco negro, acababa de tomar una foto de los niños y el humo detrás de ellos. Es evidente, pensé inmediatamente. Ese fotógrafo tenía que ser el verdadero», argumenta. Añade que en ese encuadre no aparece Ut por lo que, desde su prisma, es imposible que él fuera el autor.
Según Robinson, «muchos vietnamitas en AP y en la puerta de al lado, en NBC, sabían quién tomó la foto realmente; era un secreto a voces». Afirma que un antiguo fotógrafo de la agencia, Dang Van Phuoc, le confesó en 2015 la identidad del supuesto responsable. Se llama Nguyen Than Nghe y él mismo se atribuye la autoría de la instantánea. Era un videógrafo freelance que trabajaba regularmente para NBC y que aquel día hacía de chófer. El editor describe su primer encuentro con Nghe como un momento muy emotivo. Fue en el hospital, poco después de que el supuesto autor de la foto fuera intervenido quirúrgicamente tras un infarto. «Cuando le pregunté si él era el autor, su hija se emocionó». Sostiene que la familia del vietnamita llevó la impotencia en silencio durante todo este tiempo. El relato de Robinson termina de construirse tras un estudio forense, realizado para el documental, llevado a cabo por una organización sin ánimo de lucro francesa, que ha determinado que es «altamente improbable» que Ut estuviera en una posición idónea para ser el autor de la foto. Usan como evidencia imágenes de aquellos instantes que han sido acreditadas a Ut y que supuestamente sugieren que no estaba en el lugar adecuado.
"MENTE DROGADICTA"
Las respuestas a las alegaciones de Robinson no se han hecho esperar. El propio Nick Ut ha emitido un comunicado esta semana, donde afirma con contundencia que él es el autor de la imagen que tomó con 21 años. «Nadie más tiene derecho a afirmar que yo no hice esa foto en concreto ni ninguna otra que se me atribuya», ha expresado. Muestra dos fotografías en las que Robinson aparece sonriente y celebrando con champán el premio Pulitzer en mayo de 1973. Hornstein, el abogado de Ut, señala que las acusaciones del editor son una «vendetta» porque su jefe, Faas, decidió publicar la foto que él no quiso difundir. Sostiene además que la versión de Robinson podría estar influida por el consumo de drogas. «Durante el tiempo en que dice haber falsificado el crédito, él admite que era un adicto a la heroína (...) quizás su afirmación es también producto de su mente drogadicta». Sostiene también que nadie de los presentes aquel día en la redacción de AP han confirmado la orden que supuestamente recibió de Faas.
El amplio informe de AP muestra evidencias sobre la autoría de la fotografía con entrevistas a siete testigos e imágenes que el propio Ut tomó aquel día. Algunos testimonios son reveladores y apuntan a que Robinson estaba dolido por haber sido evacuado de Saigón o por haber sido despedido de AP en 1978, cuando vivía en Sídney. Nada de esto parece alterarle. Consciente de que podría estar envuelto en un caso de difamación, el editor no cambia su perspectiva un ápice. No olvida que, cuando su vista y la de Ut se cruzaban en la redacción, ambos sabían «lo que había pasado». «Nos mirábamos a los ojos y sabíamos que algo había sucedido ahí. Era como un pequeño juego y no sabíamos si otras personas estaban dentro o no. Nick Ut y yo sabemos lo que pasó», expresa con una risa afirmativa.