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El edificio de la Solo asesinatos en el edificio de Netflix es la Casa Blanca. Ese es el escenario del Cluedo de La residencia, la serie con la que Netflix compite con la comedia de Steve Martin, Selena Gomez y Martin Short en Disney+. Es una maniobra lícita. Y el resultado es bueno. La residencia es la Solo asesinatos en el edificio de Netflix. Ni más ni menos.
Protagonizada por Uzo Aduba, la inolvidable Crazy Eyes de Orange Is the New Black, La residencia es un whodunit enloquecido y vistoso. Una serie con misterio y detective. El misterio es la muerte del ubicuo Giancarlo Esposito, pero es Aduba la estrella indiscutible de la serie. Ella es Cordelia Cupp, una investigadora excéntrica. Y el muerto es un empleado de la residencia del presidente de Estados Unidos.
¿Los sospechosos del crimen? Todos los invitados a una fiesta en la Casa Blanca. Entre ellos, Kylie Minogue, que se interpreta a sí misma y, en una de las muchas casi rupturas de la cuarta pared de la serie, asegura estar harta de cantar en bucle su Can't Get You Out of My Head. A la cantante australiana la escuchamos de fondo en muchos momentos de La residencia y la vemos brevemente cada vez que ésta ofrece uno de sus muchos y muy efectistas movimientos de cámara, tan bien armados como innecesarios.
Frente a la moda del plano secuencia auténtico y sentido, el plano secuencia falseado, circense y multicolor. De estos últimos, La residencia tiene muchos. Y zooms locos. Y montaje aceleradísimo. Y efectos digitales que nos hacen ver uno de los edificios más famosos del mundo como si fuese el tablero de un juego de mesa.
Es una metáfora garbancera, desde luego, pero no es La residencia una serie que apueste por la elegancia. Solo asesinatos en el edificio tampoco se caracteriza por su contención, todo sea dicho.
Uno de los efectos más interesantes de la guerra del streaminges la apuesta de las plataformas por catálogos variados y, como dirían sus responsables de marketing, multicuadrante. Tiene que haber contenidos para todo el mundo y todo el mundo tiene que encontrar algo de su interés en todas las plataformas. Esa es la teoría que ha destruido marcas televisivas que durante décadas significaron algo. A cambio, esas marcas se han abierto a mercados más amplios, mientras miraban a sus competidoras por el espejo retrovisor.
La obsesión («necesidad», dirán ellos) por hacer sus series y películas disfrutables en pantallas pequeñas se traduce en imágenes de colorines, con contrastes muy agresivos. Netflix hizo de estos requisitos de sus series («recomendaciones», dirán ellos) una estética, la suya. Así dejó atrás a su competencia, que tuvo que hacer la transición hacia los contenidos teléfono-friendly de una manera mucho más abrupta y, lo que es peor, siguiendo una tendencia marcada por otros.
De esa estética casi cercana al dibujo animado se benefician series como La residencia, creada por Paul William Davies, guionista de Scandal, y producida por Shonda Rhimes, creadora de Anatomía de Grey y productora de innumerables éxitos. Rhimes ha honrado con creces el acuerdo millonario que firmó en su momento con Netflix. Su productora, Shondaland, se adapta al mercado como un camaleón a su entorno. Shonda(land) sabe que Solo asesinatos en el edificio lo peta y actúa en consecuencia. El producto de esa manera de hacer televisión podría ser penoso y no lo es, aunque hasta su presunta originalidad huela a algoritmo a la legua.
The Residence is the new Only Murders.