PREMIOS OSCAR 2025
Premios Oscar 2025

Sean Baker: "Da miedo pensar que el sexo, algo tan básico del ser humano, desaparezca del cine"

El director reflexiona sobre el sexo, la comedia, el declive del sueño americano y las próximas elecciones en EEUU con motivo de 'Anora', Palma de Oro en Cannes y una de las grandes candidatas del año a los Oscar

Anora
Mark Eydelshteyn y Mikey Madison en Anora, de Sean Baker.Augusta Quirk
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Sostiene Sean Baker (Nueva York, 1971) que «se nos está olvidando cómo mirar al sexo». Lo dice sin aspavientos, sin dramatismos, pero sin sonreír tampoco. No se trata de una ocurrencia, sino de la conclusión inferida tras una filmografía entera (con excepciones) pendiente precisamente de eso, del sexo. En realidad, su obsesión, llamémoslo así, no difiere de la de tantos (político o no), pero en su caso el razonamiento se antoja más sistemático, creativo y hasta radical. Su cine es además una crónica descarnada y brutalmente sincera de los márgenes, de lo que la sociedad no quiere ver, de lo que simplemente no dispone ni de mirada ni de formas homologadas de representación. Y ahí, sin duda y contra lo que pueda parecer por su omnipresencia online, el sexo. «Hay una especie de doble moral. El sexo está en todos lados, basta mirar el fenómeno Onlyfans, pero el cine actual lo ha descartado como argumento. Vivimos en el paroxismo de una sociedad exhibicionista que evita hablar de su obsesión», continúa y su perro que le mira desde el suelo mientras habla le da la razón. O eso parece.

Anora, su último trabajo, no hace sino insistir. Y con una claridad inédita y sorprendente en el panorama actual. La película premiada en Cannes con la Palma de Oro (y, por tanto, una de las producciones de la temporada) cuenta un cuento conocido: La cenicienta. Pero del revés. Una trabajadora sexual (Mikey Madison) de Nueva York conoce un buen día a un rico heredero ruso (Mark Eydelshteyn). Más que conocerle es su cliente. Una borrachera lleva a otra, una fiesta a la siguiente y así hasta la boda en Las Vegas que toda resaca merece. Luego aparecerán los padres del segundo y se acabó en encantamiento. Es comedia, pero duele. «Quiero creer que ésta, como mis películas anteriores, puede servir para eliminar el estigma que marca a todos estos trabajadores, esencialmente trabajadoras, que sufren una falta de respeto permanente y diaria. No hacen más que procurarse el sustento», dice, se toma un segundo y puntualiza: «Si me preguntas por qué una comedia de un asunto tan grave, diré que es una cuestión que tiene que ver con la verosimilitud y con la necesidad de involucrar a la audiencia. La vida es un equilibrio entre comedia y patetismo. Si eliminas uno de los dos factores deja de ser verdad lo que se ve en pantalla». Ahora, el perro bosteza.

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Y dicho lo cual, vuelta al asunto. Mantiene Baker que, al hilo de lo anterior, es consciente de que «vivimos tiempos delicados», pero «se trata nuevamente de verdad, de ser honesto», dice. «Todo debería de ser mucho más sencillo. Da miedo pensar que algo tan básico del ser humano desaparezca del cine, como parece que está ocurriendo, por la razón que sea, por exceso de pudor, por puritanismo o por lo que sea. En alguna ocasión, he escuchado que las nuevas generaciones no quieren que aparezca sexo en las pantallas por que ya tienen acceso a él de forma completa y sin tabúes por el porno de internet. Pero ese argumento es pavoroso. No puede ser que el sexo desaparezca de las narraciones y de las historias, que son las que nos dan sentido, por una razón tan peregrina», concluye.

Anora
Sean Baker en el rodaje de 'Anora'.UNIVERSAL

Anora, como decíamos, es el precipitado de una carrera que define el último cine independiente estadounidense a la perfección. Su película Starlet (2012) se entretenía en la improbable amistad entre una actriz porno y una viuda. Pocas películas tan bellas en su desnudez. Tangerine (2015), su trabajo revelación filmado íntegramente con un iPhone, daba cuenta del día a día a una trabajadora sexual transgénero. Poco después, su cinta más popular con espacio en los Oscar y todo, The Florida Project (2017), incluía en el reparto a una madre soltera que utilizaba la prostitución para pagar el alquiler del motel donde vivía con su pequeña hija. Luego llegó Red Rocket (2021), la crónica cálida y cruda a la vez de un actor de cine para adultos en caída libre. A su manera, la película que ahora se estrena completa el periplo para mostrar, por fin, lo que por pudor o por miedo no se ve del gran sueño americano.

«Históricamente, lo que entendemos por sueño americano tiene que ver con algo tan elemental como un hogar con una familia nuclear donde tus hijos, con suerte, llegan a la universidad. Una bonita casa con un Cadillac a la entrada. Todo tiene que ver con los años 50, con la posguerra y con la sensación de invulnerabilidad. Todo eso se ha perdido o, mejor, transformado en algo mucho más burdo. Ahora el sueño americano hace mención únicamente a la riqueza, al materialismo en su versión más tosca. Adoramos a las Kardashian porque son la viva imagen de eso. Y ahí hay que buscar el éxito de personajes como Trump. No se respeta a la persona, solo a su riqueza».

Es curioso porque el tono casi optimista de su película contrasta con su pesimismo en persona. ¿Cómo ve las próximas elecciones en su país?
Aquí solo cabe el pesimismo. Es muy triste que ni siquiera se puede elegir entre lo menos nocivo de dos males. Los dos partidos, tanto republicanos como demócratas, son dos opciones muy sucias.

Para el final, Sean Baker no puede por menos que rendir homenaje al que, dice, ha sido su referente en la estética de su película. Anora está dedicada al director español Jesús Franco. «Pocos directores se han acercado al sexo con la voz tan identificable, de forma tan genuina, bella y sin prejuicios», concluye y su perro, por fin, se despereza.