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La economía americana empieza a temer una recesión entre aranceles, inflación y parón del sector público

La caída de los mercados y los intentos del Gobierno de quitar importancia al PIB como indicadores complican la próxima decisión monetaria de la Fed

Señal identificativa de Wall Street
Señal identificativa de Wall StreetAP
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En apenas unas semanas, la economía norteamericana ha pasado de disfrutar de una fase alcista y razonablemente optimista a que se hable del repunte de la inflación, caídas de beneficios e incluso una posible recesión en la primera mitad del año. De fondo hay muchos elementos, pero en el centro están las políticas del nuevo Gobierno de Donald Trump, desde las medidas migratorias que limitan la mano de obra a la ola de aranceles, pasando por el corte abrupto en la administración, incluyendo el despido de decenas de miles de personas.

Trump y su equipo han dicho que a corto plazo podría haber pequeñas turbulencias, sobre todo en los precios, pero que los beneficios sobrepasarían a los perjuicios sin duda alguna. Pero ni los mercados, ni los analistas ni tampoco las instituciones lo ven igual. En los últimos días se ha empezado a perfilar una tormenta casi perfecta y autoinfligida, que está llevando a la corrección en las Bolsas ante un panorama más que incierto.

Los modelos de la Reserva Federal de Atlanta han hecho sonar las alarmas. Con los datos en tiempo real de precios, consumo o confianza de empresas y ciudadanos, sus datos anualizados anticipan una posible contracción de hasta el 1,5% en el primer trimestre del año, frente al crecimiento del 2,3% que estimaba hace muy pocas semanas. La economía norteamericana creció un 2,8% el año pasado, con un cierre fuerte de +0,6% en los tres últimos meses, por lo que el efecto arrastre es potente.

Pero los indicios que llegan por todas partes no sólo ponen en apuros al Ejecutivo, sino a la propia Fed, que ahora está de nuevo entre la espada y la pared. La próxima decisión de política monetaria, en dos semanas, deberá tomarla con un posible estancamiento de un lado, lo que invitaría a seguir bajando los tipos, y la subida de los precios ya registrada este año, lo que empuja a mantenerlos aún elevados para que la actividad no se recaliente. Y todo entre enormes presiones de la administración, que quiere y necesita una ayuda en la relajación del banco central justo cuando la actividad se frena, empujada principalmente por el asedio al tamaño del Estado, el cierre de agencias, la congelación de fondos para programas adjudicados y el despido de mucha gente.

Si se asume que la inflación va aumentar por los aranceles, y que probablemente el mercado laboral empeore que mejore entre los despidos públicos y los ajustes de plantillas de las empresas ante el encarecimiento de costes, entonces las probabilidades de que se produzca una estanflación moderada empiezan a ser altas. La semana pasada, Wallmart, el gigante del retail, avisaba de que los beneficios de 2025 iban a verse muy afectados, y este martes el consejero delegado de Target comunicó que habría subidas de precios inmediatas para repercutir el impacto de los aranceles a China, México o Canadá y los adicionales que llegarán el 2 de abril.

Cuando se trata de economías con recalentamiento en la actividad, la mayoría de los factores que impulsan la inflación hacen que los salarios con el tiempo tiendan a igualarse con los precios. Pero la inflación provocada por los aranceles es diferente. Los precios aumentan, pero no hay motivos para esperar que los salarios se igualen, lo que daña enseguida y de forma estructural el poder adquisitivo.

"La Reserva Federal de Atlanta ha revisado ahora su estimación en tiempo real del crecimiento del PIB del primer trimestre a la baja, hasta el -2,8%. Seguramente, parte de ello es ruido, pero es demasiado grande para ser sólo eso. Yo antes pensaba que la expansión se prolongaría hasta 2026, pero los temores por los despidos de Musk y la incertidumbre y el caos en materia de políticas, aún mayores de lo esperado, pueden significar que la recesión se producirá antes. Si es así, ¿qué hará Trump? ¿Intentará con todas sus fuerzas conseguir que la Reserva Federal recorte drásticamente las tasas? ¿Redoblará la apuesta por la expansión fiscal? ¿Despedirá a Musk", apunta Olivier Blanchard, ex economista jefe del FMI y uno de los analistas más reputados a nivel macroeconómico.

Trump hizo del ataque económico uno de sus pilares en la campaña, sobre todo en la parte de la inflación y el coste de la vida. En el último año de Joe Biden hubo mucho movimiento y los temores de recesión, mientras la Fed mantenía apretadas las correas para controlar la inflación, surgían con la subida del precio del petróleo, los devastadores huracanes e incluso las huelgas de estibadores. Pero se logró evitar.

Sin embargo, los nervios empiezan a llegar a la Casa Blanca y todo el aparato económico de la administración. Los países afectados por los nuevos aranceles han dicho todos que van a responder con las mismas medidas, lo que encarecerá aún más todo. Y el PIB es inevitable que acuse el golpe. Tanto, que Elon Musk, responsable de los recortes masicos, y los economistas de Trump empieza a buscar chivos expiatorios y a decir que los indicadores son engañosos y habría que buscar otros.

"Una medida más precisa del PIB excluiría el gasto gubernamental. De lo contrario, se puede aumentar artificialmente el PIB gastando dinero en cosas que no mejoran la vida de las personas. Por ejemplo, se podría trasladar a todos los que fabrican automóviles a trabajar en el Departamento de Vehículos Motorizados. Eso daría como resultado que no hubiera automóviles y un nivel de vida mucho peor, ¡pero el PIB parecería ser el mismo!", ha escrito Musk, uno de sus muchos mensajes en su red clamando contra las estadísticas ahora que se vuelven en contra.

El secretario de Comercio, Howard Lutnick, dijo el domingo en televisión que el gasto público debería separarse de los informes sobre el producto interno bruto, ante el miedo real a que vayan a causar una recesión económica. "Históricamente los gobiernos han manipulado el PIB", dijo Lutnick en Fox News. "Ellos cuentan el gasto público como parte del PIB. Así que voy a separar esos dos y hacerlo transparente".

La ironía es que si se hiciera lo que dice Musk y se excluyera el PIB (en realidad, ya se mide eso) las cifras del país empeorarían. En el modelo GDPNow, el de la Reserva Federal de Atlanta, el gasto público sigue mostrando un aporte positivo al PIB. La principal razón de la caída fue la ola masiva de importaciones de enero para evitar los aranceles de Trump. El jueves, la Oficina de Análisis Económico del Departamento de Comercio publicó su informe más reciente sobre el PIB, que muestra que la economía creció a una tasa anual del 2,3% en los últimos tres meses del año pasado. En gran medida gracias a un mayor gasto de los consumidores y a una revisión al alza del gasto del gobierno federal relacionado con la defensa. Ambos elementos están marchando ahora en dirección opuesta.