DINERO E INVERSIÓN
Mercados

Un daño innecesario y autoinfligido: ¿Está Trump llevando a Estados Unidos a una recesión a propósito?

Los aranceles, la posibilidad de un 'cierre' del Gobierno federal y los temores a una recesión por los recortes, despidos y la política comercial lastran las Bolsas

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump
El presidente de Estados Unidos, Donald TrumpAFP
PREMIUM
Actualizado

Este lunes la semana bursátil volvió a arrancar con turbulencias y los inversores ya han perdido las cuentas. De fondo, el miedo a una recesión en Estados Unidos y un temor cada vez más presente en el mercado ¿Es la intención de Donald Trump sembrar dudas sobre el crecimiento para así conseguir su ansiada bajada de tipos?

"Los tipos de interés deberían bajarse, lo que irá mano a mano con las subidas de aranceles. ¡Vamos al rock and roll, América!", señalaba hace menos de un mes en su red social Truth. Lo que no dice es que el camino de los aranceles también amenazada con disparar la inflación, lo cual podría obligar a la Reserva Federal a tomar el camino contrario: mantenerlo o incluso subirlos frente a las presiones.

La administración Trump se caracteriza por ir de frente contra los consensos de la economía. Su equipo, pese a lo que dicen en público, siempre ha sabido que los aranceles causarán penurias en casa, por ello prefieren que todo ocurra al inicio del mandato, cuando su popularidad es alta y hay muchos otros factores que distraen. Pero más allá, hay un sector de su quipo que piensa que un pequeño shock serviría para reducirá los tipos de interés y quizás sentar las bases para un dólar algo más débil que impulse la industria, pero sin renunciar a su primacía como reserva global.

¿Por qué cae la Bolsa estadounidense en las últimas semanas?

Las razones que impulsan a millones de inversores de todo el mundo a meter y sacar su dinero de determinados valores y activos son siempre numerosas, como se vio con el pánico que destrozó el valor de Nvidia y se esparció por el mundo tecnológico al anunciarse un chatbot chino. Pero el consenso entre los analistas de Wall Street apunta ahora a dos factores principales: la política arancelaria del nuevo Gobierno estadounidense, que ha creado de la nada un clima de incertidumbre, inestabilidad y hostilidad entre socios y vecinos, y la posibilidad, en parte también derivada de lo primero, de una recesión en la primera potencia del planeta.

¿Cuál es el problema con los aranceles?

Las economías modernas están profundamente interrelacionadas entre sí. Prácticamente todos los economistas del planeta, salvo los que asesoran o dirigen a la Administración Trump, creen que los aranceles son una mala idea, que el libre comercio es más beneficioso que el proteccionismo y que los aranceles provocan inflación, subida de precios. Donald Trump sostiene que los aranceles son buenos, necesarios, que van a traer una enorme riqueza a los estadounidenses, ya que gracias a que el Estado recaudará dinero de otros países se podrán bajar los impuestos, como si la economía de hoy fuera la de hace un siglo y medio, el periodo que más venera y cita. Los países afectados han respondido con las mismas medidas, aumentan el coste de productos básicos y el coste de lo producido en casa. Sólo un pistón de coche cruza seis veces las frontera de Canadá y México antes de acabar montado. Y por eso las grandes empresas, de Walmart a Target pasando por BestBuy dicen ya públicamente que tendrán menos beneficios en el mejor de los casos y que van a empezar a repercutir los precios a los clientes.

¿Y eso llevaría a una recesión?

Sin duda contribuye, pero no es el único factor. La semana pasada, la Reserva Federal de Atlanta, usando su análisis en tiempo real, calculó que la economía estadounidense podría contraerse más de un punto en el primer trimestre, a pesar de que cerró 2024 en positivo y con un arrastre muy potente. La inflación es un problema enorme, porque puede llevar a que la Reserva Federal deje de bajar los tipos de interés, e incluso los suba, para enfriar la economía, lo que aumenta aún más los riesgos de recesión. Pero a todo eso se suman también dos elementos críticos. El primero, la cuestión migratoria. Igual que el PIB español ha crecido gracias al peso a la inmigración en los últimos dos años, si Trump expulsa a millones de personas, como dice, eso tendrá efecto en todo, desde la actividad al consumo. Y ya hay muchos trabajadores con miedo a la expulsión que se están despidiendo y escondiendo. El segundo elemento, aún más potente a corto plazo, es la oleada de despidos en el sector público, el cierre de agencias, el recorte de presupuestos. Si ese motor se gripa, el conjunto sufre.

¿Qué culpa tiene Trump de las pérdida del lunes?

Consumidores y empresas no saben muy bien a qué atenerse y qué será lo próximo. Desde el 19 de febrero las Bolsas han destruido más de 4 billones de valor, en gran parte de forma 'innecesaria' y autoinfligida. Wall Street, que respiró el viernes con datos de empleo peores de lo esperado, pero positivos aún, sufrió en cambio este lunes porque el fin de semana, en una entrevista, Donald Trump no descartó que el país vaya a entrar en recesión. El manual del político dice que da igual lo que pase, cuando alguien pregunta ante las cámaras si va a hacer contracción o algo malo puede pasar siempre hay que negarlo, porque para el mercado a veces sólo hay una cosa peor que la mentira: la verdad. Cuando la Fox quiso saber si el presidente esperaba una recesión este año, Trump respondió: "Odio predecir cosas así. Hay un período de transición porque lo que estamos haciendo es muy importante". Ya había usado palabras como "transición", "turbulencias" o "perturbación" estos días al hablar de los precios. Y había incluso difundido mensajes de sus agitadores de cabecera insultando a los ciudadanos y diciéndoles que dejaran de" lloriquear por el precio de los huevos" y cerraran filas porque la revolución es profunda. Pero no dijo que no, y el mercado no perdona estas cosas.

¿Va a 'cerrar' el Gobierno federal esta semana?

Por si todo eso no fuera suficiente, esta semana vuelve a las noticias un ritual tan clásico y habitual como inexplicable y desconcertante en la política estadounidense: la posibilidad de un shutdown o cierre del Gobierno federal. Lo que se produce cuando encallan las negociaciones en el Congreso sobre presupuestos, techos de gasto, etc. Es casi siempre algo anecdótico, pero suma inquietud a un mercado ya completamente atónico, porque los republicanos tienen el control de las dos cámaras legislativas y del Ejecutivo. Los analistas le dan ahora aun 30% de posibilidades. "Podría suceder", admitió Trump el domingo por la noche sobre el cierre, "nunca se sabe". Con todos los contratos en juego, las empresas no están para bromas o más dudas.

¿Qué probabilidades hay de recesión?

JP Morgan Chase ha elevado su riesgo de recesión este año al 40%, frente al 30% de principios de año. "Vemos un riesgo material debido a las políticas estadounidenses extremas", apuntan. Un equipo de Goldman Sachs ha subido su estimación de probabilidad de recesión en los próximos 12 meses al 20%, desde el 15% anterior, y avisando de que se disparará si el presidente sigue "comprometido con sus políticas incluso frente a datos mucho peores".

Los economistas de Morgan Stanley, según recoge The Wall Street Journal, redujeron sus pronósticos de crecimiento económico la semana pasada y aumentaron sus expectativas de inflación. La opinión mayoritaria ahora mismo, en el mercado y el mundo académico, es que no habrá recesión, ceteris paribus, pero sí un crecimiento mucho menor. En las palabras gráficas de Michael Madowitz, economista del Roosevelt Institute, "no es tanto como si la economía fuera a sufrir un gran accidente de coche, sino más bien como si hubiera decidido empezar a fumar un paquete de tabaco al día". El daño será a medio y largo plazo.

¿Es culpa de Joe Biden?

El aparato republicano y los afines al presidente Trump, preparando el terreno, culpan a Joe Biden ante el temor a una posible contracción, recesión o desaceleración. A pesar de que 2024 cerró con un crecimiento del 3,4%. Es cierto que el año pasado hubo temores constantes, después de varios años de shocks constantes, desde el Covid a la guerra de Ucrania y de la crisis energética a los problemas de las cadenas de suministro. Por no hablar del precio del petróleo o la agitación en el mercado bancario regional de EEUU incluso. Todo eso creó un pesimismo permanente, entre académicos e instituciones, alimentado por la inflación, las políticas monetarias restrictivas, los riesgos geopolíticos. Y las estimaciones de recesión eran iguales o peores que las mencionadas para ahora. Pero las clásicas vulnerabilidades asociadas con una recesión, como la reducción sostenida del margen de beneficios de las empresas, el estrés en el mercado crediticio y los shocks en los mercados, nunca se materializaron. Y eso es, quizás, lo que ahora se empiezan a percibir.