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Las familias de la droga que gobiernan la costa occidental de Andalucía tienen las espadas en alto. La situación es delicada ante el temor de que los clanes del narcotráfico venguen las muertes de dos de sus hombres, fallecidos este mes -en Cádiz y Huelva- con 15 días de diferencia en persecuciones cuando intentaban alcanzar el litoral con alijos. Con la de la madrugada del martes, ya son tres los narcotraficantes muertos desde noviembre en un contexto que no deja de agravarse y que contradicen a Fernando Grande-Marlaska, que la semana pasada concluía satisfecho que los narcotraficantes están «acorralados».
Los traficantes que emplean a los conductores de las lanchas no han pasado por alto los últimos acontecimientos. Los centros de la Guardia Civil y los cuarteles de la zona han empezado a recibir amenazas de muerte constantes y «serias». Los agentes saben que transitan por una situación que no permite tensionarse más. «Lo siguiente, es la guerra y parece que a eso nos están abocando», reflexionan sobre el «abandono» que dicen sentir por parte del Ministerio del Interior.
La situación más grave se vivió el pasado 8 de febrero en el cuartel de Barbate. Un día antes, un hombre había muerto y otro resultó herido tras impactar con una patrullera de la Guardia Civil al intentar llegar a la orilla con droga. Comenzaron a recibirse en el Centro Operativo de Servicios (COS) algunas llamadas con amenazas de muerte contra los agentes, tal como revelan fuentes del Instituto Armado.
La situación se agravó tanto que, indican las mismas fuentes, fue necesario enviar varias patrullas a Barbate para prevenir un posible ataque. La última muerte en el mar ha vuelto a poner a los agentes en el radar de los narcotraficantes.
La presencia de embarcaciones con droga son una constante en la zona y la petición de efectivos al Ministerio del Interior para reforzar la presión y control sobre ellas está sobre la mesa de Fernando Grande-Marlaska desde hace años. La solicitud de mejoras en el Campo de Gibraltar ampliamente denunciada ante su departamento se ha repetido a lo largo de estos años, pero nunca antes la institucionalización del narcotráfico en la zona -está fuertemente azotada por el abandono escolar y el paro- había inflamado tanto a la Guardia Civil.
En los últimos meses -dada la situación que vive la zona- los agentes piden explicaciones al ministro por desmantelar el Organismo de Coordinación del Narcotráfico (OCON) Sur, la unidad de élite para frenar a los clanes del Estrecho, creada en 2018 y que tan buenos resultados había cosechado desde su puesta en marcha.
Interior decidió prescindir del grupo antinarco -integrada por 130 agentes especializados en la lucha contra el tráfico de drogas y actividades ligadas a ella como el blanqueo de capitales, el crimen organizado y la corrupción-, a pesar de haber pulverizado las estadísticas en detenciones e incautaciones de alijos desde su creación. Toda esta casuística hace que la batalla contra el narcotráfico en el Estrecho haya retrocedido. Las grandes familias de la droga vuelven a estar cómodas, activas y el dinamismo de su negocio no deja de avanzar, tal como advierten agentes que combaten las drogas en Andalucía. «El narco está cómodo, sabe que gana. Estamos vendidos».
La prueba más gráfica es un vídeo de un alijo de hachís en la ría de Huelva, frente al Muelle de las Carabelas, a plena luz del día grabado hace días. Los narcotraficantes descargaban los fardos desde embarcaciones recreativas, protegidos por individuos armados con fusiles de asalto, con kalashnikov.