Escribir para seguir con vida. Hasta este extremo se siente la guerra en Gaza. El escritor palestino Atef Abu Saif empuña su pluma en medio de las bombas para luchar contra el miedo a morir y para ser memoria de las personas que conoció y ya no están. "Quiero hablar de mí y de los otros en caso de que me hayan matado en esta guerra. Quiero que la gente sepa de mí y de las personas que conocí y con las que vivo las atrocidades de esta guerra. No quería que me olvidaran. Cuanto más escribía, más personas se acercaban a mí y me pedían que escribiera sobre ellos. Sentí que escribir en esos momentos es un deber, una carga y una responsabilidad. Esas personas quieren que sus historias sean escuchadas, quieren ser recordadas".
Nacido en 1973 en el campo de refugiados gazatí de Jabalia (su familia es originaria de Jaffa), Atef Abu Saif ha publicado varias novelas y colecciones de relatos cortos. Fue finalista del prestigioso premio Arabic Booker en 2015 y en 2019, su obra Running in Place (Corriendo en el sitio) fue la primera novela de Gaza en ser traducida al hebreo y publicada en Israel. Abu Saif es profesor de Ciencias Políticas y ha ejercido también como portavoz palestino y -desde 2019 hasta su dimisión en febrero- formó parte del Gobierno de la Autoridad Nacional Palestina en Cisjordania liderado por el primer ministro Mohamad Shtayyeh, como ministro de Cultura. La ofensiva israelí que se desató a raíz del ataque de Hamas el 7 de octubre y que ha devastado la Franja de Gaza, le ha llevado a escribir de nuevo, movido por el instinto de supervivencia. "Sólo cuando escribía estaba seguro de que estaba vivo. Solo cuando escribo sobre lo que veo y lo que experimenté, me siento seguro de que sigo sobreviviendo, ya que las personas muertas no escriben", responde por escrito a un cuestionario enviado por EL MUNDO.
El estallido de la guerra sorprendió a Abu Saif en una playa de Gaza con sus amigos. Desde aquella noche, el escritor decidió describir en un diario la pesadilla que viven los habitantes de la Franja como los "títulos de crédito de una película surrealista": los cadáveres alineados frente al hospital de Al Shifa, a la espera de poder ser enterrados, las vidas cotidianas interrumpidas bajo los escombros de los edificios bombardeados, el asesinato de sus seres queridos, los niños que marcan sus brazos y piernas con sus nombres para ser reconocidos si mueren...
El resultado es Quiero estar despierto cuando muera, un libro-testimonio de un genocidio que se nos muestra en tiempo real. Diez editoriales internacionales se han unido para publicarlo de forma urgente para denunciar la situación de los palestinos. Encargada de la edición en castellano y catalán, la editorial Blackie Books ha puesto a la venta el volumen, cuya recaudación se destinará íntegramente a entidades humanitarias que ha elegido el propio autor: Medical Aid for Palestinians, Middle East Children's Alliance y Sheffield Palestine Solidarity Campaign.
"El libro es una especie de memoria de la gente de Gaza", explica contando que sus vecinos le piden que les envíe el texto porque "quieren recordar cómo se veían cuando comenzó la guerra o quieren leer sobre su amada que falleció durante la guerra". En el resto del mundo, la obra ha sido bien recibida: "A los lectores les gustó que sea información de primera mano y que no sea política. Todo el mundo habla de la cara política de la guerra, en el libro solo encuentras historias sobre gente de sangre y hueso".
Abu Saif escribe que muchas de las personas de las que habla en su diario murieron después, incluidos su padre, fallecido hace tan sólo unos días, y su suegra. "Lo que escribí es lo que queda de ellos", reflexiona. "Esas personas merecían vivir. Podrían haber vivido más tiempo y disfrutar de una vida mejor, pero la guerra los despojó de todo. Esto no es justo y lo que sucede no es ético. Quiero que la gente que está fuera de Gaza sepa de los que están dentro de ella y que pague por el silencio y la cobardía del mundo y su sistema", añade.
Desarrolla esta idea más adelante, cuando le preguntamos cuál es su mensaje al mundo: "Lamentablemente, el mundo está alentando a Israel a cometer más masacres y crímenes contra civiles y desarmados al no actuar para detener la guerra. A los criminales les anima nuestro silencio. Los 76 años de silencio del mundo desde el momento en que mi familia y 100.000 personas más se vieron obligadas a abandonar sus ciudades y pueblos son un crimen en sí mismo. Cuando los tanques israelíes destruyen las ciudades arqueológicas de la ciudad de Gaza, incluido el antiguo puerto marítimo, las iglesias y las mezquitas, y el mundo observa el daño de parte de su memoria y no se mueve, entonces el único mensaje que recibe el gobierno israelí es el de ir a por todas. Ningún ser humano puede apoyar el asesinato de sus semejantes y si queremos defender nuestra humanidad, nuestra ética y moral, entonces tenemos que movernos para detener esta guerra".
-¿Pueden las palabras silenciar las bombas?
-¿Pueden? No estoy seguro de que las palabras puedan silenciar las bombas en términos reales, pero estoy seguro de que su sonido es más fuerte que ellas. Sí, las palabras pueden llevar a un cambio. Incluso si el mundo es sordo, tenemos que gritar. Alguien tiene que hablar en nombre de los que no tienen palabras. Al menos a los autores nos gusta ver que las palabras cambian el mundo que nos rodea. Si se dicen y se promueven, pueden hacerlo de diferentes maneras.
Cuando le preguntan por qué no mudarse a Europa o Norteamérica, por qué vuelve siempre a Gaza, su respuesta -escribe en su diario- siempre es la misma: "Porque en Gaza, en un callejón del barrio Saftawi de Jabalia, se ubica una casita que no puede encontrarse en ningún otro lugar del planeta. Si el día del juicio final, Dios me preguntase dónde quiero ser enviado, no dudaría en responder 'allí'. Ahora 'allí' ya no existe".