La reina Camila sorprendió a propios y extraños esta semana con una visita -en solitario- al Dyson Cancer Centre de Bath, donde le preguntaron inevitablemente por el gran ausente. "Está muy bien", dijo la consorte, que sobre la marcha dirigió la misma pregunta a un enfermo de cáncer, Paul Holdway. "Me siento muy cansado", respondió el convaleciente. A lo que Camila replicó, por experiencia propia: "Los hombres nunca lo admitirán", en referencia velada al rey Carlos y su tendencia a no parar, a pesar de su enfermedad.
La aparición de Camila, mientras el rey Carlos se quedaba cuidando sus jardines en Escocia, ha vuelto a disparar las especulaciones sobre la recuperación del monarca, en tratamiento por un cáncer no especificado y con un aspecto frágil en sus últimas apariciones públicas durante el verano más nuboso y lluvioso de la última década en las islas británicas.
Contra la propia voluntad de Camila, que lleva meses recomendándole que baje de marcha y ralentice su ajetreada agenda de actos públicos, el propio Carlos decidió interrumpir sus vacaciones escocesas el primer día de agosto para viajar a Southport (donde tres niños murieron en un apuñalamiento múltiple). Días después recibió a las familias en su residencia de Clarence House, y aprovechó su paso por Londres para seguir con su tratamiento.
De vuelta a Escocia en helicóptero, decidió instalarse con Camila en la residencia de Birkhall y no pisar el castillo de Balmoral -donde hace casi dos años murió la reina Isabel II- más que para los actos protocolarios, como el encuentro con el premier Keir Starmer el pasado miércoles.
Carlos III eligió a conciencia la tranquilidad de Birkhall antes que la pompa de Balmoral. Según revelan fuentes cercanas a la familia real al portal estadounidense The Daily Beast, el rey está "durmiendo mucho" y llena sus días con actividades relajantes como "la lectura, la escritura, la pintura y la jardinería".
"Siempre amó ponerse las botas de agua y trabajar en el jardín, que es su lugar feliz", aseguran las misma fuentes. Birkhall es efectivamente su segundo edén particular después de Highgrove, diseñado y cultivado mano a mano con la reina madre, aficionada como su nieto al gardening.
Viaje a Australia
Carlos ha eludido este año las actividades tradicionales de la familia real, como la caza y la pesca. Tampoco se ha prodigado con su falda escocesa como hiciera en el 2023, antes de que se conociera su diagnóstico. Los cambios se atribuyen obviamente a su tratamiento, aunque otras fuentes citadas por The Daily Beast (los tabloides británicos siguen con su pacto de silencio) aseguran que el rey está "todavía mal, pese a la impresión, fantásticamente bien gestionada, de que todo va bien".
La próxima prueba de fuego, prácticamente su segunda rentrée desde su vuelta a la actividad pública en abril, será el viaje a Australia y a la cumbre de Mancomunidad de Naciones en Samoa del 21 al 25 de octubre. El Palacio de Buckingham confirmó la visita hace mes y medio, y ya entonces reconoció que su primer tour fuera de Europa como rey no incluirá Nueva Zelanda por "motivos logísticos".
Los planes siguen adelante pese a la renovada preocupación por su salud, alimentada nuevamente por los medios al otro lado del Atlántico. Según In Touch, la visita a Balmoral a finales de agosto del príncipe Guillermo y de Kate Middleton (que se dejó fotografiar por tercera vez este verano en la iglesia de Crathie Kirk) incluyó un supuesto encuentro entre padre e hijo sobre "el futuro de la Corona".
The Daily Express ha levantado entre tanto la liebre de que el rey Carlos quiere forzar antes de fin de año el desalojo del príncipe Andrés del Royal Lodge de Windsor para regalársela personalmente a la reina Camila. "El rey está pensando a largo plazo y puede querer dejar a Camila esa mansión (de 30 habitaciones) en la que tanto tiempo pasó con la Reina madre), en el caso de que ocurra lo peor", advierte al tabloide británico la cronista real Kinsey Schofield.
El 76 cumpleaños de Carlos III (el 14 de noviembre) es otra fecha marcada en el calendario para evaluar la salud y la disposición del monarca para seguir adelante con sus obligaciones reales. El aniversario ya lo celebró por adelantado en junio y por todo lo alto con su presencia en el desfile Trooping the Colour, al que siguió su retorno a las carreras de Ascot, la visita de Estado del emperador de Japón Naruhito y la emperatriz Masako, las fiestas de verano con bombín y paraguas en Buckingham y todo el peso de la Corona en el Discurso del Rey, al dictado del premier Keir Starmer tras el período más convulso de la reciente política británica que también ha causado inevitablemente estragos en el monarca.