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Operación 'Nuevo Orden': así acabó Israel con su principal enemigo en las últimas décadas

Cronología del punto de inflexión entre Israel y el eje liderado por Irán en el que éste pierde a uno de sus principales activos

El ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, junto el general Herzi Halevi y el general Amir Baram,
El ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, junto el general Herzi Halevi y el general Amir Baram,Oficina de Comunicaciones del Ministro de DefensaEFE
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"Alfa", comunicaron los pilotos israelíes a la sala de mando reunido en el búnker del ejército israelí en Tel Aviv a las 18.20 del viernes por la tarde tras lanzar decenas de bombas pesadas contra el búnker de Hizbulá en el sur de Beirut donde su líder Hassan Nasrala mantenía una cumbre con los cabecillas que aún no habían sido alcanzados por los misiles israelíes en los últimos meses.

Tras los cazas F-15i, los drones enviaron las fotos del devastador resultado de las 83 bombas de una tonelada cada una contra el cuartel general de Hizbulá en Dahiya que horas después se tradujo en el anuncio del ejército: "Nasrala, el líder del grupo terrorista Hizbulá, fue eliminado por las Fuerzas de Defensa de Israel junto a Ali Karki, el comandante del frente sur de Hizbulá y otros comandantes".

Muchos años de preparación y recogida de información a cargo de la Inteligencia militar y el Mosad (gracias a tecnología y agentes) desembocaron en 10 segundos de bombardeo completando la llamada Operación 'Nuevo Orden'. Se trata de un terremoto regional y un histórico punto de inflexión en el duelo entre Israel y el eje liderado por Irán que pierde a uno de sus principales activos en las últimas décadas. Y el viernes, también a un importante oficial de la Guardia Revolucionaria que estaba con el líder de la milicia en los últimos 32 años.

Así son los misiles con los que supuestamente mataron al líder de Hizbulá en BeirutEL MUNDO (Vídeo)

Consciente de que los servicios de Inteligencia de Israel le seguían muy de cerca, Nasrala apenas salía de su búnker desde la guerra del 2006. Con todo, sabía que su gran enemigo no querría intentar matarle en tiempos de calma (desataría la guerra) ni podría en tiempos de guerra (sin el factor sorpresa). El largo brazo de Israel alcanzó al líder chií en una fase intermedia (escalada) que él mismo inició para apoyar a la milicia suní Hamas hace casi un año.

"El ataque se llevó a cabo mientras la alta cadena de mando de Hizbulá operaba desde la sede y desarrollaba actividades terroristas", rezó el comunicado militar sobre el "architerrorista que planeó y ejecutó miles de ataques terroristas contra ciudadanos en Israel y judíos en todo el mundo". "Nasrala asesinó a miles de israelíes y ciudadanos extranjeros y representaba una amenaza inmediata para la vida de miles de israelíes y otros ciudadanos", declaró el ministro de Defensa, Yoav Gallant, prácticamente al mismo tiempo que Hizbulá confirmara la muerte de su ya "mártir" más famoso.

La satisfacción de los israelíes, especialmente del norte del país, se mezcla con la preocupación ante una probable represalia que va más allá del centenar de proyectiles lanzados por la conmocionada y debilitada milicia desde Líbano y el misil disparado por los hutíes desde Yemen tras el bombardeo que creó un cráter en el corazón de Dahiya.

Tras un intenso pero limitado intercambio de golpes, la presión en el norte israelí, donde fueron evacuados 64.000 habitantes por los drones, proyectiles y misiles, era cada vez mayor para que el Gobierno lance una ofensiva a gran escala. Por primera vez, una zona del territorio israelí fue evacuada por iniciativa del país dando a Hizbulá la posibilidad de presumir de una "zona de seguridad" en el norte de Israel. La euforia de Nasralá estaba justificada y recordaba su hibris tras atribuirse la retirada israelí del Líbano hace 24 años.

La decisión de acabar con la guerra de desgaste impuesta por Nasrala y forzarle a no condicionar la calma a la tregua en Gaza se confirmó en Israel con un hecho inesperado: las sospechas de efectivos de Hizbulá de que sus buscapersonas tenían algo raro. Antes de que la misión del Mosad se descubriera, Israel apretó el botón escalando el duelo con Hizbulá. Una vez que Nasrala mantuvo su posición de continuar los ataques hasta el fin de "la guerra y la agresión contra Gaza", las autoridades israelíes subieron más peldaños en su órdago a Hizbulá e Irán. La sorprendente cadena de acciones letales que descabezaron la cúpula de la milicia y desbarataron parte de su enorme arsenal concedió a Israel una inesperada oportunidad de oro para, más allá de lograr la vuelta de los habitantes del norte, golpear y quizá destruir las capacidades del grupo armado más poderoso de la región.

Lo que nadie imaginaba, empezando por el propio Nasrala, es que iba a intentar acabar con "la figura más importante del eje iraní solo por detrás del líder de Irán, Ali Jamenei", en palabras del ex jefe de Inteligencia, Amos Yadlin.

El pasado miércoles, el jefe de Gobierno, Benjamin Netanyahu, el ministro de Defensa, Yoav Gallant y los jefes de los organismos de seguridad mantuvieron una reunión sobre Nasrala. Pese a que le aconsejaron aprobarlo, Netanyahu concluyó la sesión sin tomar una decisión. Al día siguiente, continuaron las consultas para convencer al primer ministro que convocó al gabinete de seguridad por la noche recibiendo por teléfono, junto a Gallant, la potestad y posibilidad de ordenar el ataque. Según Al Monitor, desde el inicio de la guerra el pasado 7 de octubre, Netanyahu frenó la operación en dos ocasiones en las que los cazas estaban ya preparados en base a información exacta sobre el lugar donde se encontraba el líder de Hisbulá.

El viernes por la mañana, el jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, comunicó a Gallant la recepción de "la información de oro" sobre la localización de Nasrala gracias al servicio de Inteligencia que evidentemente tenía un dossier enorme y detallado sobre su principal enemigo en el eje iraní. Ambos llamaron a Netanyahu, que estaba en Nueva York preparándose para realizar el discurso en la ONU, informándole que quizá no haya otra oportunidad operativa". Nasrala estaba relativamente expuesto quizá porque creyó que Israel no realizaría ninguna acción de gran envergadura con su primer ministro en el extranjero. Por ejemplo, una operación terrestre en Líbano y no el "asesinato selectivo" del poderoso jefe de Hizbulá.

Fue cuando llegó la luz verde definitiva. El comandante de la Fuerza Aérea, Tomer Bar, envió una decena de pilotos del Escuadrón 69 a la capital libanesa en busca de Nasrala. Hasta ese momento, los pilotos encargados de la misión no sabían cuál era el objetivo exacto. A diferencia de lo sucedido en la guerra del 2006, en esta ocasión la Fuerza Aérea empleó decenas de bombas pesadas contra su búnker lo que provocó su muerte inmediata y un daño colosal. "Llegaremos a cualquiera y en cualquier sitio y haremos todo lo necesario para devolver a los secuestrados (por Hamas en Gaza) y los habitantes del norte", dijo uno de los pilotos a Bar tras el ataque que puede abrir las puertas de una guerra.