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Más de 200 combatientes iraquíes de milicias apoyadas por Irán se desplegaron el lunes en Siria para ayudar al presidente sirio, Bashar Asad, en su intento de frenar el avance de la ofensiva insurgente lanzada el pasado miércoles que, tras tomar Alepo, la segunda ciudad del país, se expande hacia el sur. Dichas milicias participaron anteriormente en conflictos regionales bajo el auspicio de Teherán -valedor de Damasco-, como Kataib Hizbulá o Liwa Fatemiyoun. "Son refuerzos nuevos que se envían para ayudar a nuestros camaradas en las líneas del frente en el norte", declaró una fuente del ejército sirio a la agencia Reuters.
Las milicias proiraníes cruzaron la frontera terrestre desde Irak para ser desplegadas en la ciudad siria de Hama, situada a 140 kilómetros al sur de Alepo, donde las tropas de Asad levantaron una línea defensiva en el norte de la ciudad para detener a los grupos rebeldes. Mientras, el ejército regular -que cuenta con apoyo aéreo ruso- incrementó los bombardeos en zonas capturadas por los insurgentes el pasado fin de semana al este de Idlib, Alepo y por primera vez en el norte de Hama. Los ataques aéreos afectaron zonas densamente pobladas, causando decenas de muertes civiles, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), que cuenta con una extensa red de fuentes en Siria.
La ofensiva rebelde, capitaneada por Hayat Tahrir al Sham (HTS) -una escisión de Al Qaeda que gobierna en Idlib-, junto a facciones islamistas apoyadas por Turquía, logró hacer retroceder con rapidez al ejército sirio en Alepo, redibujando unas líneas del frente que habían estado prácticamente congeladas desde 2020, cuando Ankara y los aliados de Damasco -Moscú y Teherán - negociaron un frágil alto el fuego en la zona.
Miles de civiles kurdos abandonaron varias localidades del norte de Alepo, incluido Tel Rifat, después de que fueran tomadas por milicias respaldadas por Turquía. Las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) -en su mayoría kurdos y cuyo brazo militar es considerado una organización terrorista por Ankara- declararon que abandonan la zona "por propia voluntad" y pidieron un corredor humanitario para poder evacuar de forma segura la población desplazada de la zona. El Observatorio Sirio informó de varios ataques de las fuerzas respaldadas por Turquía contra el corredor de desplazados.
Preocupación de los vecinos
La reactivación de los combates causa preocupación en los países vecinos, que temen un contagio del conflicto. En Irak, el portavoz del ministerio del Interior, Miqdad Miri, anunció un gran despliegue de fuerzas de seguridad en la frontera con Siria. "Es absolutamente imposible traspasar la frontera", señaló. La apertura de un nuevo frente en el noroeste de Siria acerca al territorio a una guerra regional, en un momento en el que Israel continúa con su ofensiva en Gaza, ha pactado una tregua en Líbano, pero continúa con los ataques aéreos -con apoyo estadounidense- contra milicias proiraníes de la zona.
El ministro de Exteriores iraní, Abbas Araghchi, viajó el lunes a Turquía, principal apoyo de facciones rebeldes que participan en la ofensiva contra Asad. En una rueda de prensa con su homólogo turco, Hakan Fidan, Araghchi destacó la necesidad de convocar cuanto antes una reunión entre Rusia, Irán y Turquía para tratar la crisis, países partícipes del proceso de Astaná, que logró hace cuatro años un acuerdo de distensión en Idlib, bastión opositor donde se encuentran cuatro millones de civiles desplazados.
"La inestabilidad en Siria es un golpe a la seguridad y estabilidad de la región", señaló Araghchi, tras recalcar que Teherán seguirá apoyando a Damasco. Por su parte, Fidan advirtió que que la ofensiva rebelde es resultado de problemas "que no se han resuelto en 13 años" y advirtió a Damasco que no puede continuar ignorando a la "oposición legítima". Citando los mismos motivos que dieron los insurgentes para lanzar la ofensiva, Fidan señaló que los ataques del régimen contra civiles en el noroeste del país "desencadenaron el conflicto".
En Estambul, el líder de la oposición siria Hadi al-Bahra, que lidera a varios partidos políticos y paramilitares bajo el paraguas de la Coalición Nacional de Fuerzas Revolucionarias y Opositoras Sirias, declaró que los insurgentes quieren forzar a Asad a aceptar una transición política. "Estamos listos para comenzar a negociar mañana", dijo Bahra, que pese a que su organización no participa en la ofensiva, les han dado apoyo. "(El asalto) cuenta con el apoyo de una población cansada de los crímenes de Asad", añadió.
En la misma línea, la Casa Blanca señaló en un comunicado que la "negativa del régimen de Asad" a participar en un proceso político que incluya a todas las partes, junto con su "dependencia de Rusia e Irán crearon las condiciones que ahora se están desarrollando". Un informe de Reuters apunta que Washington estaría buscando fórmulas para que Damasco renuncie al apoyo de Irán y Hizbulá, incluido levantar sanciones contra el régimen si prescinde de su valedor regional.