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La Asamblea General de Naciones Unidas ha aprobado este lunes una resolución sobre la guerra en Ucrania, denunciando una vez más la agresión rusa, instando a una paz "completa, justa y duradera" y exigiendo una retirada de las tropas invasoras. El texto, impulsado por Kiev y sus socios de la Unión Europea, ha salido adelante con 93 votos a favor, 65 abstenciones y el voto en contra de 18 países, entre ellos no sólo Rusia y sus aliados habituales, sino también Estados Unidos, Hungría o Israel.
El giro de Washington, verbalizado en las últimas semanas por Donald Trump y ejecutado en Bruselas, la OTAN y la propia Ucrania por sus altos cargos, alcanza así nuevas cotas dentro del marco del multilateralismo. El mensaje ha sido aprobado, pero con un apoyo muy inferior a las anteriores, que contaron con más de 140 'síes'. Washington no ha podido frenarlo, pero sí ha minado con sus presiones el respaldo de la comunidad internacional. Un memorando interno enviado el sábado a todas las delegaciones diplomáticas de Estados Unidos instaba a sus miembros a "comunicarse con los gobiernos locales en los niveles más altos posibles" y exhortarlos a apoyar la resolución estadounidense y alentar a Ucrania a retirar su propia resolución, "que no promueve el objetivo de Estados Unidos de lograr una paz duradera".
La semana pasada, los miembros del G7 tuvieron enormes problemas por los intentos de la Casa Blanca de diluir el lenguaje de sus comunicados, que en los últimos tres años han sido siempre muy contundentes para referirse a la invasión. Trump y su equipo quieren menos adjetivos, no hablar de Rusia como la agresora o culpable de la situación, amparándose, según explican, en el deseo de llegar a una paz. "No quiero explicarlo ahora, pero creo que es bastante evidente", ha dicho el presidente Trump en el Despacho Oval cuando se le ha pregunta por qué Estados Unidos se unió a Rusia en el 'no'.
Richard Gowan, experto de la ONU del International Crisis Group, ha señalado este choque es sin duda "la mayor división entre las potencias occidentales en la ONU desde la guerra de Irak, y probablemente aún más fundamental". Un ejemplo más de una escalada sin precedentes. "La nueva era en la ONU. Estados Unidos se pone del lado de Rusia... y vota en contra de la resolución que condena la invasión rusa. China se abstiene Luego la ONU también vota la resolución de EEUU sobre Ucrania que no llama agresor a Rusia", ha coincidido Tymofiy Milovanov, presidente de la Escuela de Negocios de Kiev y ex ministro de economía.
La potente maquinaria estadounidense se ha movilizado de nuevo en Nueva York, esta vez en vano, para intentar que Ucrania retirara su propuesta de resolución, para que no tuviera el respaldo de la UE y sobre todo de Reino Unido y Francia. Para que se cambiara el lenguaje. Y en última instancia incluso para intentar que sólo se sometiera a aprobación un texto diferente, elaborado por EEUU. Pero no lo ha conseguido.
Tras votar junto a Rusia y sus fieles (pero también con Hungría e Israel, incondicionales de Trump) en contra de Ucrania, EEUU ha visto como su propio texto, muchísimo más benigno con Moscú, se sometía también a votación. La ironía es que fue aprobado, pero sólo después de que se le añadieran una serie de enmiendas [no una rusa, que fue rechazada] que endurecían el tono y señalaban al Kremlin. Lo que provocó el bochorno de que EEUU acabara absteniéndose de lo que el viernes el secretario de Estado Marco Rubio describió como "una resolución simple e histórica (..) para trazar un camino hacia la paz".
El borrador de la resolución estadounidense no condenaba a Rusia como agresor en el conflicto ni reconocía la integridad territorial de Ucrania. "Esta resolución es coherente con la opinión del presidente Trump de que la ONU debe volver a su propósito fundacional, consagrado en la Carta de la ONU, para mantener la paz y la seguridad internacionales, incluso mediante la solución pacífica de las disputas", dijo Rubio en un comunicado. "Si las Naciones Unidas están verdaderamente comprometidas con su propósito original, debemos reconocer que, si bien pueden surgir desafíos, el objetivo de una paz duradera sigue siendo alcanzable. A través del apoyo a esta resolución, afirmamos que este conflicto es terrible, que la ONU puede ayudar a ponerle fin y que la paz es posible", concluyó.
El esperpento ha sido completo para satisfacción de Rusia, que sin tener que mover un dedo ve cómo se separan completamente los intereses y movimientos de la primera potencia mundial y los del país invadido y sus aliados. Washington no sólo ha empezado negociaciones con Rusia ya, sin contar con el visto bueno o la participación de Kiev, sino que está presionando a Volodimir Zelenki en lo que los países europeos consideran una inaceptable extorsión para que le ceda el control de hasta el 50% de sus recursos minerales. No a cambio siquiera de garantizar su futuro, sino de la ayuda prestada en el pasado.
La resolución aprobada, que pese a todo EEUU no ha podido parar, denuncia claramente "la invasión a gran escala de Ucrania por parte de la Federación Rusa" y recuerda la necesidad de implementar todas las resoluciones anteriores de la Asamblea "adoptadas en respuesta a la agresión contra Ucrania". Desde la invasión, justo hoy hace tres años, la Asamblea General ha adoptado media docena de resoluciones condenando la guerra y exigiendo la retirada inmediata de las tropas rusas.
La representante interina de Estados Unidos, Dorothy Camille Shea, en una intervención que pasará a los anales de la institución, explicó que su país no podía apoyar ni el primer texto ni las enmiendas, patrocinadas por Francia [cuyo presidente se está viendo hoy en Washington con Trump] y un grupo de otros países europeos, que incluyen un compromiso explícito con la integridad territorial de Ucrania. La razón: "esas enmiendas son una guerra de palabras en vez de buscan el final de una guerra. Nuestra resolución no es un plan de paz, pero es un sendero hacia ella. La resolución presentada por Ucrania no acabará con la guerra", ha dicho.
En la Asamblea General no hay vetos, pero sí en el Consejo de Seguridad, donde EEUU quiere presentar hoy también un texto, anunciando que no permitirá modificaciones de ningún tipo.