INTERNACIONAL
Guerra de Ucrania

Una negociación a la medida de Vladimir Putin

Trump propicia un escenario ideal para Putin, cuyas exigencias maximalistas puede llevarle a chocar con Europa, con EEUU o al descarrilamiento de las negociaciones

Marco Rubio, junto a la delegación estadounidense, en Arabia Saudí.
Marco Rubio, junto a la delegación estadounidense, en Arabia Saudí.AFP
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A veces la negociación de la paz es tan larga como la propia guerra y viene precedida por los combates más sangrientos. Las conversaciones para terminar la guerra de Vietnam duraron cuatro años, dos años la de Corea (nunca finalizada de forma oficial), tres años la de los Balcanes y otros tres años la última guerra de Afganistán. El proceso es complejo y está lleno de retrocesos. Cuando por fin se firma, luego toca imponerla sobre el terreno y que todo el mundo cumpla su parte del trato, algo que nunca se cumple al 100%.

Las conversaciones entre Ucrania y Rusia impuestas por Donald Trump están en sus primeros pasos y antes de negociar cuestiones concretas ya se encuentran con enormes dificultades. La Administración Trump ha tomado partido por Rusia, a la que aún no le ha exigido nada y cuyo punto de partida (concesiones territoriales) ya ha sido incorporado a la mesa de negociación como un hecho consumado irrebatible. En cambio, con Ucrania, ya hemos asistido a la humillante encerrona de Volodimir Zelenski en la Casa Blanca y a continuas declaraciones en las que es Kiev el que no quiere negociar (nadie desea más la paz que los ucranianos) y Putin el que lo desea fervientemente.

La realidad es que el autócrata ruso podría haber logrado la paz en cualquier momento en estos más de tres años de guerra. Bastaba con haber retirado sus tropas de Ucrania. Jamás lo hizo, claro, porque Putin no aspira a la paz sino a la victoria. Pero como dice Jonathan Chait en The Atlantic, la retórica trumpista ya ha identificado a the good guy con Putin y a the bad guy con Zelenski, con lo que cada persona que muera en este conflicto es responsabilidad, según esa misma retórica, del bad guy. Trump tiene atravesado a Zelenski desde que este se negó a entregarle información sobre las actividades del hijo de Biden en Ucrania en 2019.

Ante esa posición, y por mucho que Marco Rubio se empeñe en intentar equilibrar la balanza ("Tanto Ucrania como Rusia tendrán que afrontar decisiones difíciles", dijo este lunes), la realidad es que el terreno de juego es mucho más propicio para los rusos, teniendo en cuenta además que las demandas de Putin no afectan sólo a Ucrania sino a toda Europa.

Todas esas exigencias rusas, que ya se expusieron en un ultimatum inasumible justo antes de invadir Ucrania, son las mismas que piensa negociar ahora, ya con Trump de su lado. Moscú ha dejado claro que sólo negociará sobre esos puntos: la OTAN debe retirar sus tropas y armamento desplegados en países de Europa del Este que se unieron a la Alianza después de 1997, como Polonia, Rumania y los Estados bálticos. Además, Rusia pide que Estados Unidos y la OTAN se comprometan a no desplegar misiles de alcance intermedio ni sistemas ofensivos cerca de sus fronteras. Rusia exige que Ucrania y la comunidad internacional reconozcan la anexión de Crimea (y ahora el resto de la Ucrania ocupada) como legítima y parte de su territorio. Neutralidad ucraniana y desarme de su ejército. En enero de 2022, atender a ese ultimátum era tan impensable como hoy, pero ahora está Donald Trump y todo lo que ayer era imposible puede estar mañana sobre la mesa.

Si Putin sigue esa hoja de ruta, esta mesa va a encontrarse con tres posibilidades: 1.- Un choque inevitable de Estados Unidos con Europa a cuenta de estas demandas rusas, impensables para los países del Este. 2.- Un enfrentamiento directo de Putin con Trump (algo que parece muy lejano) al descartar una fuerza de paz compuesta por países europeos que a Trump puede convencerle pero que Moscú rechaza de plano. 3.- El descarrilamiento final de las negociaciones al no aceptar Ucrania una capitulación de facto y la continuidad de la guerra hasta el agotamiento de uno de los dos bandos. Kaja Kallas, alta representante de la UE, definió la táctica de negociación rusa en este tipo de reuniones: "No pidas. Exige algo que nunca te ha pertenecido. Amenaza. Siempre habrá gente en Occidente se asuste y te ofrezca algo".

Max M. Kampelman, que ya pactó los tratados de armamento de Washington con Moscú, dejó escrito que, "para tratar con negociadores soviéticos es decisivo estar dispuesto a permanecer en la mesa de negociación un día más de lo que ellos hubieran estado dispuestos a permanecer". Según Henry Kissinger, una de las figuras más influyentes en la diplomacia y la geopolítica del siglo XX, los rusos tratan de "proyectar fuerza y no en buscar compromisos equilibrados desde el inicio". Además, "rara vez hacen concesiones por buena voluntad, sino que sólo ceden cuando enfrentan resistencia firme". "Los negociadores rusos suelen prolongar las conversaciones para desgastar a la contraparte y obligarla a hacer concesiones con el tiempo", explicó Kissinger. "Los plazos y la presión del tiempo favorecen a los rusos".

Esto va para largo. Trump tiene prisa, pero Putin, no.