A diez kilómetros del centro de Madrid, el Pabellón del Veneno de Faunia alberga algunos de los animales más peligrosos del planeta. Diferentes especies de reptiles, anfibios y artrópodos configuran un recorrido ilustrativo de las sustancias tóxicas presentes en la naturaleza. «Lo primero que se encuentra el visitante en esta área temática del parque son varios peces, como el Globo, el León o el Piedra», cuenta Álvaro Camina (Madrid, 1986), biólogo y especialista en conservación del Grupo Atrox, que gestiona las exposiciones de animales venenosos de Faunia. «Después nos esperan la avispa de mar, la viuda negra, la rana flecha dorada, la víbora sopladora...». Y, por supuesto, la reina de la colección: la elegante y letal mamba negra, cuyas potentes neurotoxinas pueden provocar la muerte de un adulto en menos de 30 minutos.
«Existen algunos raros casos de mamíferos venenosos, como el loris pigmeo, un primate nocturno de hábitos arborícolas». Este «adorable monito», en palabras de su cuidador, cuenta con una glándula en su antebrazo que se chupa antes de inocular la sustancia a su víctima con un rápido mordisco. «No suele ser fatal para los humanos, pero tampoco conviene meterse con él...». Aquí las medidas de seguridad son extremas: «Desde la inauguración del Pabellón en 2011 no se ha producido ningún accidente, solo algún que otro susto...». Y nunca con público delante. «Nuestra prioridad es el bienestar animal, razón por la cual no manipulamos ningún ejemplar a no ser que sea absolutamente necesario, siempre con un equipo protector, guantes, epi y tubos de metacrilato para las extracciones puntuales de veneno».
Las únicas situaciones de «cierta tensión» se producen durante la etapa de apareamiento y cría. «Además de la función pedagógica que desempeñamos, nuestro principal objetivo es la conservación, sobre todo de poblaciones en peligro de extinción». En ese sentido, el Pabellón del Veneno, uno de los primeros centros del mundo en criar a la cobra real y a la serpiente matabuey en cautividad, no sólo sirve de espacio educativo, sino que participa también en proyectos de investigación con universidades y hospitales. «Los venenos naturales tienen innumerables aplicaciones científicas en el campo de la medicina con fines farmacológicos que se utilizan más tarde para el desarrollo de sueros y antídotos y también para la creación de compuestos contra todo tipo de enfermedades cardiovasculares o que afectan al sistema nervioso».
UN MONSTRUO CONTRA LA DIABETES
Así, por ejemplo, se ha descubierto recientemente que el veneno del monstruo de Gila, un reptil que habita en el suroeste de Estados Unidos y México, contiene una proteína única, conocida como exendina-4, que ha demostrado ser muy prometedora en el tratamiento de la diabetes tipo 2. «También hemos colaborado en estudios de toxinas que inhiben el crecimiento de células tumorales y otros tejidos multirresistentes», explica Camina. «Y, por supuesto, nos encargamos de comprobar la fiabilidad de los antivenenos del mercado en colaboración con el CSIC y el Instituto de Biomedicina de Valencia que lidera Juan José Calvete». Camina y su equipo imparten también cursos de formación en hospitales sobre protocolos de actuación en casos de mordedura de serpiente venenosa exótica.
Cada vez que se produce un accidente de este tipo en España (donde se registran entre 200 y 300 mordeduras, sólo de serpiente, cada año), el Pabellón del Veneno de Faunia ofrece sus antivenenos y viales polivalentes a los hospitales que los soliciten, lo que ha salvado la vida a media docena de personas en los últimos años. «Más allá de estos casos de emergencia, casi todos los efectos que tienen las serpientes son beneficiosos», asegura el especialista en especies venenosas. «Además de las aplicaciones médicas, son grandísimos controladores de plagas de roedores e insectos y contribuyen al reciclaje de nutrientes». E invita a los lectores a visitar sus instalaciones: «Vaya por delante que, en el Pabellón del Veneno lo que más pica, con muchísima diferencia, es la curiosidad».