La rapidez con la que Óscar López se ha hecho con el control del PSOE madrileño no va a ser suficiente para dejar atrás la alargada sombra de Juan Lobato. Ambos nombres parecen ligados al futuro del partido en la región, ya que el ex secretario general prevé continuar de forma activa en política autonómica y hacer uso de su escaño en la Asamblea, donde ya reapareció el pasado jueves integrado en su grupo apenas una semana después de dimitir de todos sus cargos orgánicos. Todo ello, al menos, hasta que la nueva configuración interna del PSOE, saliente de su congreso regional en febrero, determine el incierto destino de Lobato, que no descarta volver a concurrir a un proceso interno para volver a escalar.
Hasta entonces, y durante tanto como le sea posible, Lobato tiene previsto mantener tanto su escaño en la Asamblea como en el Senado, pero dentro y fuera de su entorno más próximo se da casi por seguro que entregar el acta por designación autonómica en la Cámara Alta será uno de los peajes que impondrá la nueva Ejecutiva federal con López a los mandos. También podría ser laminado, como sus diputados más leales, en una hipotética reconfiguración del grupo parlamentario en la Asamblea. Pero en cualquier caso es la cámara madrileña el escenario en el que Lobato prevé mantener su posición e incluso volver a hacerse fuerte en un terreno que López no podrá pisar.
¿Con qué objetivo? ¿Volver a disputar el liderazgo orgánico del partido en la región? ¿Ir más allá incluso? En el equipo de Lobato ni desmienten ni confirman los rumores que apuntan a una candidatura de cara a las siguientes primarias autonómicas. «Queda un mundo», expresan estas voces para despejar el asunto, «igual que queda un mundo» para el Congreso regional de febrero. Tiempo en el que el ex portavoz en la Asamblea espera recuperar la confianza de muchos en el seno del PSOE que en los últimos días le retiraron el apoyo. El problema, eso sí, es que esa plaza en la que prevé resurgir, la Asamblea, afronta ya el desierto de enero, mes inhábil a efectos parlamentarios en el que no hay actividad ordinaria y, con su ausencia, mucho menos foco.
No obstante, el detalle de que Óscar López tenga asegurada su posición como secretario general del PSOE-M pero no como candidato abre una ventana de oportunidad para que Lobato, a través de otro enfoque, trate de recuperar posiciones de manera interna haciendo valer los sondeos que manejó hasta su caída, en los que se situaba a los socialistas ya por delante de Más Madrid con él de candidato. Pero las fuentes consultadas, en cualquier caso, remarcan que tres años, dado el delicado contexto que atraviesa el partido en la región, es un plazo demasiado largo como para poder prever un plan de actuación y que conviene centrarse en los siguientes meses.
Unas semanas que van a resultar cruciales, además, para conocer el alcance de la investigación que salpica al PSOE sobre la filtración de datos reservados de la pareja de Isabel Díaz Ayuso y que puede implicar tanto a Lobato, que ya ha declarado ante el Supremo por depositar ante notario unos mensajes, como a Óscar López, ya que su mano derecha, Pilar Sánchez Acera, es la persona que facilitó a Lobato dichos datos sobre el novio de la presidenta regional. Y un tiempo en el que el ex líder del PSOE-M no prevé quedarse en silencio.
Ayer mismo se demostró en un nuevo cruce de acusaciones televisadas entre el pasado y el presente del PSOE-M: en una entrevista concedida a Antena 3 Juan Lobato defendía el haber acudido a un notario y admitía que lo haría «cien veces más». Y lanzó un dardo a Ferraz: «No hay esa cultura de que pueda haber iniciativa alternativa a la dirección», dijo tras reconocer que el PSOE, pese a ser «totalmente democrático», se estaba convirtiendo en una formación mucho más «piramidal» que lo que era años atrás. Minutos antes, López, en declaraciones a la prensa, había considerado a Ayuso la líder de una «contrarrevolución cultural».