MADRID
Entrevista

La voz de Eurovisión, de Pontevedra al mayor espectáculo del mundo: "Tras Uribarri y José María Íñigo, que una mujer retransmita un festival lleno de hombres, de la organización a los comentaristas, es un orgullo"

La periodista Julia Varela lleva 10 años recorriendo el continente desde la cabina de comentaristas de TVE. Tras pasar por la radio, también es reportera de 'Comando Actualidad', novelista e impulsora de un podcast sobre crianza

Julia Varela, durante una grabación de 'Comando Actualidad'.
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Con la venia de la Superbowl -ya saben, los caderazos de Beyoncé son imbatibles-, tal vez sea Eurovisión el mayor espectáculo del mundo. Esa suerte de batidora musical donde el europeísmo se bate en un chispeante duelo de lentejuelas y estribillos contagiosos al calor de los twelve points. Y donde España, desde aquel La, la, la de Massiel y el empate de Salomé un año después, bracea contra su propia historia a la caza de un triunfo que se resiste. Julia Varela es, quizá, la persona que mejor conoce los engranajes de este festival que lleva desbrozando himnos y fronteras desde 1956: las estadísticas, las alianzas entre bloques en una suerte de Guerra Fría imaginaria, la geopolítica del Este y del Oeste, del Norte y del Sur, los entresijos del televoto, los dimes y diretes del backstage, las filias y las fobias... Y es que desde hace 10 años, esta periodista gallega es encargada de retransmitir el festival desde la minúscula cabina de comentarista de TVE. Una cabina que antes ocuparon José María Uribarri y, en sus últimos años, José María Íñigo. Casi nada.

-Menudo papelón el de llenar el hueco de semejantes tótems...

-Tenía 33 años y me llamaron para una prueba, porque buscaban una voz de mujer joven que acompañase a Íñigo. Yo había visto el festival como todo el mundo, en casa y con amigos, no era ninguna experta. Pero salió bien, nuestras voces compaginaron y me dieron esa gran oportunidad.

-¿Y?

-Es que José María Íñigo es la historia de la televisión en este país. Un tipo que ha entrevistado a todos los artistas internacionales que pasaban por España porque era el único que sabía inglés. Y yo pensaba: '¿Qué voy a hacer yo al lado de este gigante?'. Lo que me encontré fue a un tío con un gran sentido del humor, un veterano con unas tablas increíbles, a veces un poco gruñón, aunque también usaba eso como arma, pero del que aprendí muchísimo. Yo venía de Radio 3, y había cubierto festivales como el Sónar, cosas muy modernas, y me di cuenta de que tenemos una imagen muy trasnochada de Eurovisión, quizá porque las victorias nos quedan demasiado lejos. Es un programa de televisión enorme, y la puesta en escena es absolutamente innovadora: la pirotecnica, los planos que se escogen...

A lo largo de la charla, sobrevuela, cómo no, el discreto papel de España en tantas ediciones que ya no nos alcanza la memoria para semejante inventario de derrotas. ¿Cuánto hay de mala suerte, de canciones sin pegada o la siempre socorrida geopolítica planetaria -ya saben, los nórdicos se votan entre ellos y España está aislada como un peñón en mitad del tablero mundial-? "Más que geopolítica, yo creo que hay algo de cercanía cultural", explica Varela. "Con mi oído español, me puede gustar el pop británico, pero siempre voy a sentir más cerca de la chanson francesa que del rock islandés".

A sus 43 años, Julia se reivindica como una rara avis en un esta gran celebración de Europa y sus ritmos. "Es un festival muy masculino, desde los comentaristas a los miembros de la organización. El otro día, en el Benidorm Fest, incluso los eurofans que estaban allí me decían: 'Es que sólo somos hombres'. Y salvo Beatriz Pécker, que lo comentó en dos ediciones, y yo, que ya llevo una década, la presencia de una voz femenina es algo casi aspiracional. Una manera de decirle al mundo que aquí estamos nosotras'.

Pontevedresa de la cosecha del 81, Julia ha tocado casi todos los palos del oficio. Desde sus orígenes en la redacción de EL MUNDO a su salto a la radio y la televisión. Fue reportera en el programa matinal de Mariló Montero -donde protagonizó uno de los 'tierra trágame' más comentados del momento, tras caerse a un río durante una conexión en directo-. "Había una ciclogénesis, y eso les encanta, porque queda muy bien ver al periodista en circunstancias tan adversas. Pero me levanté y, tras un 'me he caído, no pasa nada', seguí el directo". Ese 'me he caído, no pasa nada' ha sido, quizá, el leit motiv de toda su carrera. Como cuando aceptó dirigir y presentar el magazine vespertino de RNE y, un año más tarde, cogió las riendas de la madrugada radiofónica. Un salto sin red que aceptó sin pensárselo dos veces.

Pero con dos hijos pequeños, la conciliación se volvió un tetris casi imposible de encajar -«es inevitable, la maternidad siempre penaliza y nos obliga a renunciar a cosas»- y regresó a la televisión, donde hoy es reportera del programa Comando Actualidad. «La radio tiene una cercanía, una rapidez... Hay muy pocos intermediarios entre tu voz y el oído de la gente. En televisión hay un maquillaje, una puesta en escena, un vestuario, un guión... Es más estricto, aunque cuando algo sale bien, sobre todo gracias al trabajo de todo un equipo, es muy estimulante». También es la creadora del video podcast Te crío mucho, en RTVE Play, donde deshoja todas las aristas de la crianza en este siglo raro de pantallas e infinitas teorías sobre lo mejor y lo peor para nuestros hijos. Y aún le queda tiempo para cultivar el género literario, con una novela en el mercado y otra en camino.

-De este rally por Europa y las Españas, ¿qué recuerdo guarda para contarle algún día a sus nietos?

-Cuando José María Íñigo me dijo, en la edición de Kiev, en 2017, que estaba muy enfermo y se iba a morir. Estábamos escribiendo el guión y me lo soltó de golpe. Yo le pedí que se fuera a descansar. Pero me respondió una cosa que se me ha quedado grabada para siempre: «He vivido como he querido, me he enamorado, he sido feliz... Me voy muy tranquilo». Ojalá yo pueda decir lo mismo cuando llegue el momento.