- Samantha Vallejo-Nágera "¿Sufrir? Los niños con síndrome de Down son superfelices. Han venido aquí para querer"
- Sandra Morales "El cateto critica a quien cecea. Los catetos no somos nosotros"
- Tras casi 40 años de carrera sacan un disco con canciones como 'Delito de odio', o 'España te folla'. A ver si este 'Cuarto asalto' va a ser como los de Rocky, que le caen leches por todos lados...
- Lo que nos resulta más difícil con el paso del tiempo es mantener el pulso creativo a la altura de lo que hemos hecho anteriormente. Cualquier artista veterano siempre está sometido a la dictadura de sus éxitos anteriores, de modo que a la gente le interesa muy poco lo nuevo que haces, sea lo que sea. Y puede que hagas cosas muy buenas, pero en España la música se vive con mucho anclaje emocional. Es decir, depende del momento de tu vida en que hayas escuchado una canción para que la valores. Crees que eres objetivo, pero en realidad es una subjetividad absoluta: un verano que fue muy emblemático, que aquel día ligaste o no... Todo eso forma parte de lo que te vincula a un grupo. Gente que te siga en el tiempo hay, tenemos unos fans muy fieles, pero en general, al público mayoritario le llegan los singles más conocidos. Si de cada disco que vas haciendo quedan dos temas que puedes tocar en directo y la gente los corea y baila sus pogos te puedes dar con un canto en los dientes.
- Esto debe ser un reto.
- El mayor reto es acercarte a la misma capacidad de ser rupturista, de ser molesto, de ser incómodo, de resultar poco previsible. Dentro de eso, en un mundo de susceptibilidades tan diversificadas como las que hay hoy, hostias te caen por todos lados y te van a caer siempre, pero es que forma parte del juego. Es un poco como subirse al ring: hay que saber encajar, hay que saber para hacer una finta cuando toca y, sobre todo, mantener cierta distancia con ese juicio constante que existe hoy en día en redes sociales.
- El de las redes sociales no es el único juicio, ni el más importante, al que se ha enfrentado en su carrera: estuvo a punto de ir a la cárcel por enaltecimiento del terrorismo por un tuit.
- Sí. A ver, esto se enmarca en la persecución ideológica que hubo entre los ministros Jorge Fernández Díaz y Juan Ignacio Zoido. Creo que a día de hoy ya se puede reconocer como evidente que hubo una estrategia de coordinación entre fuerza política, policial y judicial para recortar un Derecho Fundamental que es el derecho a la libertad de expresión. La libertad de expresión, en mi opinión, es el derecho fundamental de la democracia: entender que la gente puede opinar distinto a ti y puede hablar, puede decir cosas que te molesten e incluso que te hieran, que te resulten agrias. Pero no por eso tienes que intentar callarlo.
- Y a usted intentaron callarle.
- Yo me sentía como Sam Lauri, el personaje de Brasil, que es un ciudadano que de repente se ve metido en una especie de persecución que no entiende por parte del Estado. Me sentí completamente inmerso en una distopía igual que todas las que yo había admirado del mundo del cine y del cómic. Me costaba comprenderlo, pero quizá por esa afición a las distopías lo entendía, pero lo más difícil era que la gente entendiera que era así. En general tuve una sensación muy dolorosa de que había gente de mi entorno, incluso familiar, que me culpabilizaba. Al público general le cuesta entender cosas así, porque cree mucho en el sistema. Yo no intenté convencer a nadie de lo que estaba pasando, simplemente traté de llevarlo lo mejor que pude dentro de lo que es mi derecho a jamás reconocer que eso podía ser un delito en un país democrático, por supuesto.
- ¿Se arrepiente?
- El otro día mi abogada me dijo que están utilizando mucho la jurisprudencia sentada por el Constitucional en mi absolución de cara a otros casos de libertad expresión. Yo públicamente siempre intenté mantener una cara desafiante, de no reconocer jamás lo que se me pedía: yo no puedo disculparme por ejercer mis legítimos derechos. Pero después de cinco años de persecución tengo esa satisfacción de que lo pasé fatal, pero mereció la pena.
"Quien encumbra el derecho a ser ofendido son siempre las dictaduras y las teocracias"
- Comentaba que hubo gente de su entorno que no lo entendió. ¿Le decepcionó alguien durante el proceso?
- Por un lado, me decepcionó muchísima gente de la que esperas un apoyo incondicional y que se ponen de perfil: muchísima gente del sector, gente muy cercana y de mi propia familia. Todo el mundo te culpabiliza porque lo ven un telediario. Cuando se me detiene y se me expone públicamente poco menos que como el cabecilla de una supuesta organización criminal de tuiteros proterroristas se habla de 19 detenidos en una operación llamada Araña, III. Fue una operación que policial que se hizo cinco días antes de las elecciones en las cuales el PP perdería el Ayuntamiento [de Madrid]. El sistema genera estas alarma para condicionar el voto. Ni los policías sabían quién era y a qué me dedicaba. No fue una operación policial, fue una operación ante todo publicitaria.
- ¿Por qué cree que le dieron de lado?
- Del mundo de la música yo lo entiendo y por supuesto que no se lo tengo en cuenta a nadie porque da mucho miedo que el Estado vaya contra ti y te quiera meter en la cárcel. He pasado mucho miedo y me he sentido muy solo. Pero hacerle frente también me ha servido para hacer una especie de terapia de la cual he salido reforzado como persona.
- ¿Y para bien?
- Donde vino la sorpresa fue de la gente anónima, de un montón de gente que hizo un crowdfunding para costearme la defensa jurídica con una predicción de tres meses para llegar al objetivo y se completó en nueve días. Hubo una solidaridad enorme de muchísima gente a la que le estoy muy agradecido. Cuando me di cuenta de eso fue cuando empecé a remontar.
- ¿Se vio en la cárcel?
- Sí, sí, sí: me vi en la cárcel, porque no pensaba transigir. Me vi y llegué a pensar cosas muy locas con respecto a eso, porque no me apetecía nada pasarme un año en la cárcel. Y además tampoco me apetecía, ni me gustó, ni me interesó el personaje de mártir que se creó en torno a mí. No era eso lo que quería ser; yo quería ser un ciudadano que defiende sus derechos. Y al final salí absuelto, pero en ese trayecto se me denostó, públicamente, se me insultó y lo más grave es que no solo a mí, sino a mi grupo entero. En el grupo hay gente que tiene familia, que tiene una vida entre comillas normal fuera de la música. También les afectaba cuando sacan un vídeo en la televisión y sale el batería tocando y pone enaltecimiento del terrorismo junto a la foto de un tipo que no tiene nada que ver con ese tuit. El grupo no tiene nada que ver y se empezaron a cancelar conciertos de Def Con Dos. Incluso a nivel de seguridad, por ejemplo, hubo un concierto en Valladolid en el que hubo una manifestación de ultraderecha en la puerta del recinto. Que al final fueron cuatro mataos, pero había este tipo de iniciativas.
- ¿Les beneficiaba el ruido?
- Empezamos a descubrir lo que era el efecto Streisand cuando había un concierto y empezaba la polémica y se le hacía una promoción tremenda y se superaba con mucho la audiencia esperada.
- ¿Qué sintió cuando le dieron la razón?
- Fue muy peculiar, porque la absolución llegó a finales de febrero del 2020. El 14 de febrero sacamos un disco, Gilipollas no tiene traducción, llegó la absolución y el primer concierto de presentación de ese disco, que iba a ser una gran celebración de la absolución, el 14 de marzo. [Ríe] No había otro día. Fue una especie de coitus interruptus: era la gran celebración y llegó el confinamiento. Pero bueno, a mí me vino muy bien, la verdad, porque yo arrastraba un agotamiento psicológico de la hostia porque me vi sometido a una vida de perfil público, que, aunque siendo rockero tienes un bagaje, me acerqué mucho a lo que podía sentir un político, a la exposición constante. Conseguí salir en Billboard no por mis méritos como músico; salí en todos lados, eso requería una atención constante. El confinamiento me vino bien porque fue un poco de paz y me dio tiempo a lamerme las heridas, que tenía muchas.
- Hablaba antes de la cultura de la cancelación.
- También la he sufrido. Cuando tienes un criterio independiente siempre tienes que saber que en ningún caso hay que dejar de criticar todo lo que consideres injusto. En todos los lados del arco parlamentario hay cosas de las que reírse, que criticar, de las que hay que ironizar. Y no hay que perder la capacidad de tener sarcasmo cruel, porque es legal. Pese a que ahora mismo el derecho de ofensa se está encumbrando por encima incluso del derecho a la libertad de expresión, dentro de lo que es la educación y el respeto por la gente, también hay que tener ese margen de socarronería, de saber reírte sin que eso te lleve a la cárcel o te suponga una multa. Yo creo que la libertad de expresión es como la sangre que fluye por las arterias de una democracia sana. No puedes concebir una democracia en la cual se consiente que hablen unos y otros no puedan hablar. Quien encumbra el derecho a ser ofendido son siempre las dictaduras y las teocracias, si queremos democracia tenemos que entender que la gente puede decir cosas que nos hieran. Querer matar al bufón es una cosa que nos convierte a todos en tiranos.
- En este sentido, ¿cree que hoy se podrían hacer canciones como algunos de sus clásicos?
- Recientemente hemos hecho una gira de celebración del disco Armas pal pueblo, que salió en el 93 paralelamente a la película Acción mutante. Tanto ese disco como son productos culturales que hoy en día generarían mucha polémica porque existe una hipersensibilidad absoluta. Todo se mira con lupa: las expresiones, las palabras... En la película hay actitudes que pueden ser criticadas desde el punto de vista de muchas sensibilidades que hoy en día se reivindican. Me parece que son como obras vintage, pero que beben de una época y un momento en el cual la cultura y el punk no estaban sometidos a esta autocensura. Al final todo el mundo y todas las sensibilidades políticas acaban autocensurándose, no porque creas que es bueno autocensurarse, sino porque acabas harto del juicio constante y del reproche constante. Yo soy el primero que reconozco que ahora tengo mucho cuidado con lo que digo en público y eso es una sensación muy jodida. Hasta quien diga que no lo hace miente: todo el mundo se está autocensurando.
"Hasta quien diga que no lo hace miente: todo el mundo se está autocensurando"
- Tengo la sensación de que la única constante en sus letras es que la gente es tonta. O, al menos, que no hay que idealizar a las personas.
- Este grupo surgió como una intentona paródica de hacer algo parecido a lo que en el momento eran Beastie Boys, Public Enemy, Run DMC... Y dentro de eso, la máxima que acuñamos fue que este es un grupo hecho para luchar contra la estupidez humana. Esa máxima se mantiene hoy en día porque la estupidez, empezando por la propia nuestra, es lo que hace que grandes ideas de la humanidad se acaben traicionando. Ese renunciar a cumplir tus sueños, a las utopías, muchas veces va relacionado con pequeños detalles de la estupidez absoluta de las personas. Lo vemos constantemente cuando surge un escándalo político y vemos la mezquindad a la que estamos sometidos como personas. A eso hacemos referencia, por ejemplo, en la canción '¿IA o estupidez humana?'. Yo siempre he pensado que somos muy tontos, yo el primero, y que como especie nos autoboicoteamos. En la inteligencia artificial se me ha antojado ver una esperanza: que una máquina sea capaz de pensar sin todo el peso emocional de la biología, reproducir un sistema de pensamiento kantiano y conseguir que no seamos tan tontos. Eso es lo que nosotros llamamos estupidez: la incapacidad del ser humano para llevar acabo y desarrollar las grandes ideas que es capaz de generar.
- Si quiere dar ejemplos de esa estupidez siéntase libre, que me da un buen titular.
- [Ríe] Hay muchos casos contradictorios, pero me voy a ahorrar los personalismos porque estoy harto de polémicas. Estamos en un mundo muy jodido, sobre todo por la judicialización de casos que no tendrían que haber llegado a juicio.
- Uno de los más recientes es el de la tuitera Barbijaputa.
- Yo creo que al ser un caso referido a Twitter la jurisprudencia sentada por mi sentencia debería favorecer su absolución de un modo inequívoco.
- En el disco plantea una pregunta que creo que nos hemos hecho todos: ¿cómo puede un rapero español llamarse Strawberry?
- Cuando yo tenía tres años en el colegio mi amigo Juan no sabía pronunciar César y entonces decía fresa, de ahí viene. Y luego cuando hicimos el grupo quisimos ponernos nombres artísticos y cuando me tocó a mí, Julián Hernández de Siniestro total, que me llamaba Fresa porque un día se me escapó, dijo que me llamase Strawberry porque habíamos leído que a las prostitutas que ejercían a cambio de crack las llamaban strawberries.
LA PREGUNTA IMPERTINENTE
Pregunta: ¿Cuál ha sido la pregunta más impertinente que le han hecho y qué respondió?
Respuesta: Son muchas, pero una más actual, porque va relacionada con mi edad es "¿oye, y tú no eres ya muy viejo para estar cantando esas gilipolleces?".