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Agua y puentes. Agua nacida en los neveros de las montañas cantábricas, puentes sobre las que las cruzan los hombres. Estamos en Potes, la capital de la Liébana, comarca que desborda tipismo, naturaleza e historia por los cuatro costados y más allá, los potentes atractivos que residen en el valle abierto por el río Deva.
Camino al corazón de los Picos de Europa, aguarda la que tal vez sea la más admirable constelación de pueblos de la montaña cantábrica. Rodeados de bosques ancestrales, sobre todos se alzan las montañas del primer parque nacional español, declarado hace 107 años, destino inexcusable para los amantes del turismo activo y en contacto con la naturaleza.
Puentes y agua
Fundada en la unión de los ríos Deva y Quiviesa, los puentes de Potes son para algunos el origen del nombre de la villa, surgido durante la romanización: pontes. Otros, sin embargo, consideran que tal origen está en la palabra prerrománica pautes, que significa agua.
Como sea, los tres puentes que conserva Potes han dado a la población el sobrenombre de 'Villa de los Puentes' y la vista del de la Cárcel, el Nuevo y, sobre todo, el de San Cayetano están entre las imágenes referentes de la localidad. La otra vista inconfundible es la de la Torre del Infantado desde los populares soportales. No hay que perderse la muestra consagrada al Beato de Liébana en el interior de esta antigua torre fortificada.
Es obligado el paseo tanto por la tranquila parte alta del pueblo, donde se concentran las callejas de trazas más populares, como por los animados soportales. Fiel a su condición de capital cántabra de Picos de Europa, son el centro comercial de la villa, donde abren puerta una amplia nómina de establecimientos.
Los comercios más exitosos están especializados en los productos regionales. Conviven con las tiendas que venden la variada panoplia de artículos necesaria para practicar deportes de montaña. Punto y aparte merecen las ferreterías, almacenes de ropa y otros establecimientos dedicados a la venta de todo lo necesario para la vida cotidiana de los vecinos.
El paseo debe continuar por el entorno del río, donde se conserva un buen puñado de señoriales casonas. Entre ellas, las de Osorio, Calseco, Linares y, especialmente, la de los Orejón de Lama, cuyo interior acoge el inquietante Museo de la Brujería.
Maravillas de Liébana
Hablar de Potes es hablar de Liébana. Y hablar de Liébana es hacerlo de su monasterio y de sus pueblos. Apenas a 3 kilómetros de Potes, este año, Santo Toribio está de plena actualidad, al haber sido declarado 2025 Año Jubilar.
En las tranquilas alturas del cenobio aguardan dos maravillas. El Lignum crucis, el mayor trozo de la cruz donde murió Jesucristo, que se conserva desde hace siglos en Santo Toribio, y la vista que regala la ermita de San Miguel, la más hermosa de Liébana y Picos de Europa.
Por el valle se esparcen los pueblos, cada uno enclavado en un rincón escogido, todos con méritos propios, ninguno capaz de dejar indiferente. Lugar de parada y fonda, Cosgaya marca la mitad del recorrido de la Liébana. El pueblo conserva interesantes muestras de la arquitectura popular de la comarca, donde no faltan los característicos hórreos que conviven con apreciados hoteles y restaurantes.
Mogrovejo, al pie de su torre fortificada, Espinama y Pido son localidades para perderse por sus callejas. Más adelante se alcanza Fuente Dé y su teleférico, la puerta de entrada a la alta montaña de Picos de Europa.
Los quesos
De regreso a Potes, nada mejor que enfrentarse a la otra gran discusión de la comarca -la primera fue el origen del nombre de Potes-. Atañe al más admirable de los productos gastronómicos locales: los quesos. Y aquí conviene saltarse las fronteras artificiales trazadas por el hombre; la montaña piquera solo es una, y cualquiera de estos quesos, venga de donde venga, se vende tanto en la vertiente cántabra de los Picos, como en la asturiana y en la leonesa.
Quesos oriundos de Liébana, de Valdeón y de Cabrales; de Baro, Camaleño, Tresviso, Gamonéu, Pendes, Pido, Cabrales, Amieva, Peñarrubia, Pesaguero y tantos otros lugares que escapan de la memoria. Hablamos de los que para la mayoría son quesucos, mientras que los entendidos subrayan que bajo este nombre están los elaborados en Cantabria.
Como sea, detengamos aquí el relato y en alguno de los comercios que se abren en los soportales de Potes, hagámonos con cualquiera de estas delicias, de tamaño por lo general tan pequeño como enorme es el disfrute que regalan al paladar.
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