YODONA
La Lupa de Beatriz Miranda

Sofía Palazuelo: cómo dar lecciones de marca España

La Casa de Alba no podía haber soñado con una mujer que la representara tan bien.

Actualizado
Sofía Palazuelo en la Feria de Abril de 2018.
Sofía Palazuelo en la Feria de Abril de 2018.

Sofía Palazuelo es de esas bellezas y elegancias como creadas por IA. Algo Melania Trump –pero sin pasado misterioso y sexy– por perfecta, simétrica, saber estar... Un prototipo de mujer que nos debate al resto entre la envidia y la admiración.

Tan guapa, tan estilosa, tan lista, tan educada, tan buena esposa, madre, hija, nuera y amiga, al menos en apariencia... La actual duquesa de Huéscar es tan todo a primera vista que en un inevitable agravio comparativo tiene la capacidad de hacernos sentir miserables al común de las mortales.

En su espléndida treintena, encarna el fin de raza sobre el papel –cuché– y supera en expectativas a aquella heredera que alguna vez soñó doña Cayetana, empezando por Eugenia Martínez de Irujo y acabando con su suegra, Matilde Solís.


Pues eso, si la Casa de Alba la hubiera inventado, no le habría salido mejor. Sin embargo, tanta excelencia, tanta ausencia de rock and roll se torna arma de doble filo y puede saberle a algunos a acelga discreta. Aunque bueno, a mis ojos no es tanto así.

Como todes, Sofía –Sofi, Sof, Poppy, en dialecto aristorrancy– tiene sus cadáveres en el armario, en su caso exquisitos. Entiéndase por cadáveres no novios a lo Philippe Junot, sino vivencias que la han hecho espabilar con toda seguridad.


Sofía se crio enfundada en vestiditos de nido de abeja, única niña entre tres chicotes –Fernando, Beltrán y Jaime–, en Mallorca. Sus padres, el arquitecto Fernando Palazuelo Basaldúa y la experta en arte Sofía Barroso Fernández de Araoz (emparentada con Teresa Urquijo, esposa de Almeida), la llevaron a buenos colegios privados y la animaron a hacer márketing en el CIS (College fo International Studies), donde conoció a Fernando Fitz-James Stuart. Es decir, le labraron un futuro digno de duquesa de Alba.

En eso recuerdan un poco a los Middleton, dinastía no noble pero bien conectada, que invirtieron su tiempo y dinero en la escalada social de sus vástagos, acercando a Kate a círculos royal.

Juntos, Sofía y Fernando montaron un interesante proyecto personal, Arte Express, que aunaba las profesiones de ambos. Tuvieron éxito, pero tristemente acabaron como el rosario de la aurora. Fernando Palazuelo, hermano de Teresa ídem –que firmó el traje de novia de Sofía– y primo de las famosas modistas nupciales Basaldúa, se marchó a Perú, donde se volvió a casar y tuvo dos hijos más. Al principio todo parecía fluir entre sus dos familias, pero al final la cosa terminó tan mal que Sofía no invitó a su padre a su enlace con la alta alcurnia.
Hoy son madre e hija las socias en la sofisticada empresa Around Art, que ofrece experiencias premium a turistas vip. A eso se dedica la invitada más fascinante -como la boutique multimarca España de su amiga Valentina Suárez-Zuloaga– de cualquier acto social que se precie.

Sofía Palazuelo es la mejor vestida allá donde va, de Dior de pies a cabeza en la inauguración de la expo de Joana Vasconcelos en Liria. Con la tiara ducal en una foto íntima. De Jan Taminiau en la pedida del último cachorro de la jet. De Inés Domecq en el bautizo de sus niñas, Rosario y Sofía. De trapillo deluxe en la cubierta de un barco en Sotogrande. El clasón lo lleva puesto. Y la hispanidad también. Porque cómo le queda el traje de flamenca... No me extraña que Sevilla levite con ella.