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Las alarmas han saltado en Doñana. Las lagunas permanentes del espacio protegido, una compleja red de lagos interconectados que albergan una gran biodiversidad y son refugio de especies amenazadas y endémicas, se han secado. La sequía y la sobreexplotación del acuífero que da vida al parque natural son la combinación de factores que han conducido a una situación "crítica" al humedal más importante del continente europeo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Las imágenes del antes y el después de las lagunas son de lo más elocuentes. El día 7 de octubre, los investigadores de Doñana hicieron un completo reportaje gráfico que ilustra la dramática situación que atraviesa el espacio protegido. En la laguna de la Dulce, el listón que evalúa el nivel del agua no tiene ningún líquido que medir, como se puede ver en la imagen que ilustra esta información. Los restos de barro se quedan justo por debajo del número 8. Y todo está absolutamente seco.
Esta situación contrasta con la que había a finales del pasado mayo, cuando EL MUNDO estuvo en la zona con diez científicos que trabajan en la Infraestructura Científica y Técnica Singular (ICTS) - Reserva Biológica de Doñana, dependiente de la Estación Biológica de Doñana, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Entonces, como se puede apreciar en las imágenes que ilustran esta información, el agua marcaba algo más de 7,5 y llegaba casi a la cintura de las investigadoras Rocío Fernández Zamudio y Nieves Díez Navarro, que estaban en la laguna de la Dulce recogiendo muestras para analizarlas. En tan sólo cuatro meses y unos días, el agua ha desaparecido completamente. Y no sólo el agua. También peces, anfibios, aves...
Para colmo, la laguna de la Dulce y también la de Santa Olalla, la más grande del espacio protegido, hasta hace bien poco eran lagunas permanentes y albergaban agua durante todo el año. Pero todo cambió hace dos años. En verano de 2022, Santa Olalla se secó por completo. La situación se repitió al año siguiente y, en la segunda semana de agosto de 2023, la laguna más grande de Doñana ya no tenía agua. Es algo que no se había registrado nunca desde que la EBD-CSIC comenzó a tomar datos en el espacio protegido hace 50 años.
"Hemos perdido la mayoría de las 3.000 lagunas que había en Doñana hace cuarenta años, a pesar de que la Unión Europea (UE) las considera hábitats prioritarios para la conservación", explica a este diario Eloy Revilla, director de la EBD-CSIC. Es una tendencia global. Pero es preocupante que ello ocurra en un lugar como Doñana, un parque nacional que tiene "el máximo nivel de protección que podríamos esperar".
Las lagunas de Doñana son -detalla Revilla- un "tipo de ambiente muy raro y muy especial, con una serie de hábitats asociados", de los que dependen unas plantas y unos animales que son "únicos". "Si esos ambientes desaparecen, perdemos esos hábitats y esas especies", aclara. Por poner un ejemplo, en la laguna de Santa Olalla, por ejemplo, había, históricamente, peces. Una de las especies que habitaba allí era la anguila, declarada en estado crítico de conservación. Pero han desaparecido.
Hay otro dato alarmante. Hace años, un estudio concluyó que el 60% de las lagunas que existían en Doñana en los años 80 del siglo pasado habían desaparecido. Este porcentaje se ha agravado en la actualidad, como señala el director de la Estación Biológica de Doñana. "A estas alturas, es más del 60%. Ese dato se calculó con información de hace unos años y la situación ha seguido empeorando. Sí, hemos perdido la mayoría de las lagunas y vamos camino de seguir perdiendo", apostilla.
Si las lagunas no se inundan, van desapareciendo los "hábitats prioritarios y especiales", que han sido sustituidos por vegetación terrestre, por matorral y árboles, indica Revilla.
Matalascañas
Entre las amenazas que quiebran el difícil equilibrio hídrico en Doñana están las captaciones de agua subterránea para dar suministro al núcleo urbano turístico de Matalascañas (Almonte, Huelva), que cada verano recibe unos 150.000 veraneantes. Este enclave está a muy pocos kilómetros de la laguna de Santa Olalla. Los investigadores, de hecho, han observado cómo, desde que comienza el periodo estival y Matalascañas se llena de turistas, los medidores de agua que hay en las lagunas comienzan a bajar.
- Si este núcleo turístico no existiera, ¿se habría secado la laguna de Santa Olalla?
- Si Matalascañas no existiera es posible que no se hubiera secado la laguna de Santa Olalla, pero tampoco estaría en un buen estado de conservación. El acuífero no distingue quién saca el agua ni si es para la industria, para consumo humano o para la agricultura. El efecto es el mismo porque lo que cuenta es el consumo total. Por tanto, la actuación ha de ser integral y en todos los frentes.
Aves, en mínimos históricos
Desgraciadamente, la sequía y la desecación de las lagunas influyen en todo lo demás. "Las aves de Doñana están en mínimos históricos. Tenemos datos desde hace 60 años y nunca habían sido tan bajos" como ahora, asegura Revilla. Además, "vegetación típica de Doñana está desapareciendo y hay árboles muriendo de manera masiva por la falta de agua", como los alcornoques, que dependen de una elevada humedad.
"La situación que muestran los datos es mala ambientalmente y muy interesante desde el punto de vista científico, porque nos está enseñando cómo se producen los cambios. En este caso, es la combinación de cambios de usos del suelo y el cambio climático que se está notando de manera intensa y acelerada", resume Revilla.
Para el director de la Estación Biológica, es muy difícil revertir esta situación a corto plazo. Sin embargo, es ligeramente optimista con el pacto sellado entre el Gobierno central y la Junta de Andalucía sobre Doñana. Y confía en que dentro de tres o cinco años se vean en el espacio protegido los resultados del acuerdo político entre administraciones con competencias en este lugar único en el mundo.
"El acuerdo político entre la Junta y el Gobierno debería permitir que mejorase el acuífero" del espacio protegido, afirma Revilla. De este acuífero bebe Matalascañas y extrae agua la agricultura intensiva. Años atrás, el acuífero "descargaba agua en invierno" y provocaba el llenado de la red de lagunas, "pero ya no ocurre porque está sobreexplotado".
La falta de agua en Doñana es "un problema complejo sin solución a corto plazo", lamenta Revilla, que expone cómo "la agricultura intensiva" en la zona, sobre todo de frutos rojos, "es el principal consumidor del agua del acuífero".
Además del pacto político sobre el parque natural, se necesitan precipitaciones, pero, "para que la situación hídrica mejorase, tendría que cambiar el patrón de lluvias" porque "Doñana no se arregla con unos días de lluvia intensa", apostilla.