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Los peores augurios de los investigadores que trabajan en Doñana se han hecho realidad. Santa Olalla, la mayor laguna del espacio natural, se ha secado por tercer año consecutivo por la "combinación" de una "intensa y prolongada" sequía y la sobreexplotación del acuífero, según ha explicado este miércoles Eloy Revilla, director de la Estación Biológica de Doñana (EBD), que depende del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
La laguna de Santa Olalla era casi la única de las más de 3.000 lagunas del espacio protegido que solía mantener agua durante todo el año. La gran variedad de lagunas, tanto temporales como permanentes, permite conservar especies con ciclos de reproducción y desarrollo diferentes, lo que convierte a Doñana en un refugio único en el mundo para la biodiversidad acuática. Doñana, además, es el humedal más importante del continente europeo y lugar de paso clave para las aves, en su migración hacia el norte de Europa o hacia África. Algunas de ellas están en peligro de extinción.
Desgraciadamente, no es Santa Olalla la única que se ha quedado sin agua por la sequía y la sobreexplotación del acuífero. La laguna de la Dulce, considerada hasta hace algunos años una laguna permanente, también se ha secado por completo durante la segunda semana de septiembre.
EL MUNDO visitó la zona el pasado junio. Entonces, los medidores del nivel de agua en la laguna de la Dulce marcaban el número 1 [ver la fotografía de esta información] y se veía una extensa masa de agua. Ahora, el nivel está a cero y el suelo está completamente seco. En junio, los investigadores ya alertaron de que la situación de Doñana era "dramática por la falta de agua" y que, con toda probabilidad, las lagunas que entonces albergaban agua volverían a secarse este año. Ya ha ocurrido.
En el verano de 2022, Santa Olalla se secó por completo justo al final del ciclo hidrológico anual, que se mide de septiembre a agosto. La situación se repitió al año siguiente y, en la segunda semana de agosto de 2023, la laguna más grande de Doñana ya no tenía agua. Es algo que no se había registrado nunca desde que la EBD-CSIC comenzó a tomar datos en el espacio protegido hace 50 años.
La tendencia sigue este año, lo que hace el fenómeno más alarmante. Pero en vez de secarse en agosto lo ha hecho en los primeros días de octubre. Desde hace algunos días, el equipo de Monitorización Ambiental de la ICTS-Doñana ya no puede tomar muestras representativas de agua en Santa Olalla para analizarlas, ya que solo queda humedad residual y barro. Los investigadores captaron este lunes imágenes de la zona [que se reproducen en esta información] donde se percibe la "situación crítica" en la que se encuentra la antigua laguna permanente, que ahora está prácticamente seca.
Matalascañas
Un 60% de las lagunas que existían en los años ochenta del siglo pasado en el espacio protegido de Doñana ya han desaparecido, según revelan estudios recientes de la EBD-CSIC. Además, gran parte de las que aún permanecen se inundan mucho menos y por un periodo de tiempo más corto de lo que se espera por el clima, lo que indica que la "acción humana directa" está interfiriendo en su ciclo natural, ha explicado la EBD-CSIC.
"Esto se confirmó cuando se observó que este fenómeno afectaba más a las lagunas más cercanas a los cultivos de regadío intensivo y a la localidad turística de Matalascañas. Además, gran parte de las lagunas que aún existen tienen parte de su cubeta invadida por vegetación terrestre, lo que indica un cambio sin retorno", ha señalado Revilla.
Las lagunas no sólo se secan, sino que cada año son más pequeñas y acumulan menos agua. Javier Bustamante, también de la EBD-CSIC, ha indicado que Santa Olalla ya ha perdido gran parte de su antigua extensión y desde hace unos años las imágenes aéreas demuestran que "sus orillas actuales y su isla central están siendo invadidas por tarajes y otro tipo de vegetación terrestre".
El acuífero
La ICTS-Doñana dispone de piezómetros distribuidos por todo el espacio natural con los que es posible medir el nivel freático del acuífero. Concretamente, el piezómetro situado más cerca de Matalascañas, el del carril de El Corte, apenas a unos 300 metros de la desaparecida laguna del Charco del Toro y a unos tres kilómetros de Santa Olalla, muestra un descenso muy acusado. "Hace unos cuatro años, en 2020, la altura de la capa freática en este punto se encontraba a unos 7,5 metros. En 2024, ha descendido hasta los nueve metros de profundidad, algo que no se había visto nunca hasta ahora", indica Revilla.
La laguna de Santa Olalla, así como todas las del Parque Nacional, que se sitúan en la zona próxima a las dunas, se inundan gracias a las descargas del acuífero, por lo que sus ciclos de inundación dependen de los niveles de las aguas subterráneas. Cuando llueve, el agua se filtra hacia el acuífero, haciendo que su capa freática ascienda e incluso aflore al exterior inundando las cubetas de las lagunas. Además, Santa Olalla también recibe agua procedente de las dunas.
Anfibios y reptiles
La falta de agua en las lagunas tiene un gran impacto en la fauna y flora de Doñana. Los más afectados son los anfibios y reptiles acuáticos, que son especialmente vulnerables. En una investigación reciente, se compararon los datos actuales de 11 especies de anfibios con los recopilados hace 18 años. Si bien todas las especies aún se podían encontrar en Doñana, su presencia había disminuido de forma general. Además, hasta hace poco, el espacio protegido mantenía buenas poblaciones de los dos galápagos autóctonos, el europeo y el leproso, pero estas están ahora a punto de desaparecer.