Un actor consagrado, envejecido y consumido por sus kilos y sus excesos se enfrenta al reto de representarse a sí mismo en el ocaso de su carrera. Gérard Depardieu no sabía dónde se metía cuando aceptó el papel semiautobiográfico que le ofreció Jean Becker en Les volets verts ("Las contraventanas verdes").
Corría el año 2021, el movimiento #MeToo estaba en su apogeo y el actor que encarnó a Cyrano de Bergerac, Edmundo Dantes y Obélix entre otros grandes personajes de la mitología francesa decidió comportarse con su habitual licencia para "sobreactuar" con las mujeres.
Una escenógrafa y una ayudante de dirección decidieron denunciarle por asalto sexual y agresiones. El juicio se iba a celebrar en octubre, pero el actor excusó su presencia por su problemas de salud (un bypass y la diabetes). La nueva cita con la justicia quedó fijada para los días 24 y 25 de mazo en un tribunal penal de París. Depardieu jugó otra vez al ratón y al gato hasta el último momento, en el que anunció a través de su abogado que esta vez pensaba dar la cara.
A las 12.50 h, vestido de negro, el actor de 76 años bajó del coche y avanzó en silencio ante la nube de periodistas y decenas de feministas que le recibieron a gritos de "agresor" y con pancartas donde se leía "Justicia cómplice" o "¡No a la cultura de la violación".
"La verdad está de nuestro lado", habló por él su abogado Jérémie Assous. "¿Qué verdad?", reclamó al aire una periodista. Horas antes, en declaraciones a una radio local, Assous fue así de claro: "Mi cliente es víctima de acusaciones totalmente falsas, y de una verdadera campaña de calumnias".
Assous aseguró que Depardieu dará su testimonio personal durante el juicio, pero en el primer acto fue el abogado quien llevó la voz cantante, pidiendo directamente al juez la anulación de la totalidad del proceso por las "enormes carencias" en el pliego de cargos contra su defendido. Si es encontrado "culpable", Depardieu se enfrenta a cinco años de cárcel y una multa de 75.000 euros.
Ante los jueces, Assous defendió con un largo alegato la nulidad del proceso, al considerar que la investigación policial fue "chapucera" y criticar los, a su juicio, "métodos estalinistas" del fiscal.
Alzando la voz varias veces, el abogado apuntó con el dedo tanto a las demandantes como a los periodistas para denunciar una conspiración en la que, en su opinión, también participó la policía para "hacer caer a un monstruo sagrado".
Arropando a Depardieu estuvieron, entre otros, su hija Roxanne, acompañada de su madre Karine Silla, y el actor Vicent Pérez. Al otro lado de la sala tomaron asiento las denunciantes, identificadas con los nombres supuestos de Amélie y Sarah.
Amélie, escenógrafa de 54 años, asegura haber sido víctima de "acoso sexual", "agresión sexual" e "insultos sexistas". La denunciante afirma que Depardieu le hizo una encerrona en un pasillo, la inmovilizó "cerrando las piernas sobre ella como un cangrejo" y la manoseó la cintura, el vientre y los pechos, con los guardaespaldas del actor como testigo. "Nos volveremos a ver, cariño", fue la sarcástica despedida del actor.
Sarah, tercera ayudante de dirección, denunció también a Depardieu por tocamientos obscenos. La primera vez, cuando le puso la mano en el culo mientras le acompañaba de los camerinos al escenario, decidió "no decir nada" aunque quedó "conmocionada". El actor volvió a hacerlo otras dos veces, tocándole también los pechos, pese a sus intentos de "decir que no".
Las dos denunciantes alegan el comportamiento obsceno del actor durante gran parte del rodaje, incluida la ocasión en que pidió a gritos un ventilador "porque con el calor no se me pone dura".
El juicio puede no ser el último clavo en la más que dudosa reputación del monstruo venido a menos del cine francés (nacionalizado ruso en el 2013 y viejo amigo de Putin). Más de una veintena de mujeres (entre ellas la española Ruth Baza) aseguran haber sido víctimas de sus acosos y abusos sexuales. En agosto de 2024, la fiscalía de París solicitó que Depardieu fuera remitido al tribunal penal departamental en relación con la denuncia por violación y agresión sexual presentada por Charlotte Arnould. Y eso sin contar sus pleitos con el fisco francés.
La actriz Anouk Grinberg, coprotagonista de Les volets verts, ha tomado partido por las víctimas y se ha encarado con el director Jean Becker, a quien acusa de "cobardía" por proteger a Depardieu "a sabiendas de que dos mujeres habían sido gravemente agredidas durante el rodaje".