LITERATURA
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Karla Sofía Gascón: "A mí no me tiene que perdonar nadie nada"

La actriz reaparece tras la polémica de los tuits racistas y después de que Netflix la apartara de la promoción de Emilia Pérez para la presentación de la reedición de su libro Lo que queda de mí

Karla Sofía Gascón reaparece y asegura que no le "tiene que perdonar nadie nada"EL MUNDO (Vídeo) / SERGIO ENRIQUEZ-NISTAL (Foto)
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"Soy menos racista que Gandhi y menos de Vox que Echenique. Si queréis un titular, ahí lo tenéis". Apenas cumplidas las presentaciones protocolarias, Karla Sofía Gascón volvió a ser Karla Sofía Gascón. Retadora, directa, tajante y... con los deberes hechos. Se acabó el silencio que la ha tenido sin abrir la boca desde poco después de que a finales de enero, la competencia (o quien fuera) desempolvara unos viejos tuits directamente racistas. El escándalo (eso fue) la apartó de la carrera de los Oscar en la que figuraba como nominada por su trabajo en Emilia Pérez. Es más, Netflix, la distribuidora, prescindió de ella en la campaña de promoción de la cinta y el director, Jacques Audiard, hizo público su voluntad de ni acercarse a la que hasta entonces había sido su amada protagonista. Y ahí quedó, cancelada y resignada.

La declaración, la de Ghandi, tuvo lugar el jueves ante la prensa y una mesa con jamón con motivo de la presentación de Lo que queda de mí (Almuzara), el libro entre autobiográfico y todo lo contrario que en verdad reedita y amplia el texto anterior de 2018 Karsia, editado con anterioridad en México. Hablamos del mismo volumen que la editorial Dos Bigotes anunció a bombo y platillo que cancelaba. "En verdad, entre aquella editorial y yo no existía ningún contrato. Dijeron lo que dijeron, pero nunca hubo nada", aclaró la actriz después de un largo circunloquio sobre lo terrible de las redes sociales, de todas ellas.

Sea como sea, hay libro y, por lo que se vio, también hay Karla. Y para rato. Antes de aclarar que todos sus contratos previos a la publicación de los tuits siguen en pie, la actriz dejó claro que lo del perdón conviene relativizarlo. Ella pide perdón a los que se hayan ofendido, pero el camino de vuelta, cuidado. ¿Se siente perdonada por todo? "A mí no me tiene que perdonar nadie nada. El que se sienta aludido por cosas que haya podido hacer en mi vida, que venga y me lo diga. Lo que yo he visto ha sido mucha hipocresía. Se han dicho cosas tremendas de mí sin conocerme en absoluto. Han dicho que si soy de extrema derecha o racista o no sé qué... Pero si algo he hecho toda mi vida es estar contra todo esto. De joven, me peleaba con los skinheads". Pausa. "Cuando alguien se me acerca y le pregunto: 'Pero a ti, ¿qué es lo que te ofende de mí?' Nadie es capaz de concretarme nada ni decirme nada".

Karla insiste en que lo escrito, lo de los tuits, fue producto de su tiempo, de la ira del momento y, por qué no, de su tiempo libre; que eso no justifica ninguna de las barbaridades posteadas, pero pide comprensión: "¿Qué dijo la gente cuando sucedió el 11M? Yo o cualquiera de mi familia podía haber ido en ese tren. Lo único que hice fue comentar unas noticias como tanta gente. Pero que nadie me diga que estoy blanqueando el nazismo o que estoy a favor de Hitler... A las personas musulmanas las tengo un respeto enorme, pero no tengo ninguno al fanatismo, al terrorismo y a todas las barbaridades que se cometen en nombre de dios o las religiones". Y añade: "Desde que se crearon las redes sociales, podré haber escrito 20.000 comentarios. Lo sé porque hice la cuenta el otro día. Si a eso le sumamos las 500 páginas del libro, ¿cómo no va a ver errores?". Y así. Más Karla que nunca antes.

Cuenta que si no borró su cuenta de Twitter de donde salió lo que salió fue por pura vanidad. "De repente, me colocaron como usuaria VIP sin limitación de caracteres y no quise renunciar a ello", dice. También recuerda que le sorprendió que alguien pudiera llegar hasta 2016 de donde proceden algunos de los tuits porque ni a ella misma le dejaba la aplicación ir tan abajo. Un dato que le lleva a la conclusión de la que nunca se ha apeado: "Está claro de que hubo una campaña contra mí y que no desistieron hasta que consiguieron lo que pretendían". ¿Se arrepiente de algo? ¿Volvería a hacer lo que hizo? "Soy un animal que no teme tropezar dos y mil veces en la misma piedra. La vida siempre me pone en los lugares más difíciles para que aprenda. Y es de los errores de lo que se aprende", contesta trágica y se diría que feliz.

El libro arranca con una confesión de amago de suicidio. Ni lo confirma ni lo niega, aunque deja claro que ella siempre dice la verdad. "No soy capaz de mentir ni a mi mujer", aclara de forma soprendente quizá. "Por supuesto que me derrumbé, pero no puedo decir más porque sería un chiste. Estoy aquí y eso es suficiente", sigue sobre su fallido propósito de morir antes de esta comparecencia ante la prensa. Y desde ahí traza una vida entera tan perfectamente autobiográfica como fabulada. "Hace tiempo que decidí que mi vida era mía y que no tenía por qué hacer nada para agradar a los demás. Es más, de lo único que me arrepiento es haberme traicionado a mí misma por precisamente eso: por esforzarme como he hecho últimamente de agradar a los demás". ¿Se está arrepintiendo ahora del silencio guardado? "Tampoco. No, también eso fue una enseñanza. Tuve que aprender a controlarme". Contradictoriamente Karla.

Afirma que, pese a todo y contra todos, ninguno de sus contratos se ha caído. Mantiene que su relación con todo el equipo de Emilia Pérez es, pese a todo y contra todos también, inmejorable. "Adoro a Audiard y no voy a decir nada en su contra", puntualiza. Y no duda en echar flores a la gala de los Oscar. Ésta sí le gustó y no aquella en la que ganó Nomadland. "Yo fui dispuesta a pasar por la alfombra roja, pero no pisé otra alfombra que la que estaba debajo de mi butaca"; dice y se ríe.

El libro lo cierra con una párrafo que, leído con cuidado, vale como declaración de principios: "No busco redención, busco seguir siendo. No quiero compasión, quiero que mi voz se escuche por lo que es: un testimonio de lucha, de amor, de libertad. Que nadie nos arrebate el derecho de equivocarnos, porque sin error no hay evolución, sin sombra no hay luz, sin caída no hay vuelo... Y yo, después de todo, sigo volando". Karla multiplicada por mil. Y lo que queda.