La Reserva Federal estadounidense ha cumplido este miércoles todos los pronósticos manteniendo los tipos de interés en la horquilla del 4,25-4,50%. Ningún cambio. Pero lo que el mercado, los analistas y la Casa Blanca esperaban con mucho más interés, sin embargo, era la actualización de sus previsiones macroeconómicas, después de toda la incertidumbre generada por la errática política comercial de la nueva administración, la entrada en vigor de numerosos aranceles y la inminente aplicación de los "recíprocos" con todo el planeta el próximo 2 de abril, y las pérdidas en Bolsa en el último mes, con la destrucción de billones de dólares de valor. Y ahí es donde llegan los problemas. ""Han subido, pero no son altas", ha asegurado el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, cuando se le ha preguntado sobre las posibilidad de una recesión.
Las proyecciones económicas son bastante contundentes. Los técnicos de la Fed estiman que el crecimiento será significativamente más lento este año, con un 1,7%, cuatro décimas menos de lo que pensaban en diciembre, e igualmente apuntan que el desempleo, una décima desde el 4,3 al 4,4%, y la inflación (del 2,5 al 2,7%) serán ligeramente más altos. "La incertidumbre en torno a las perspectivas económicas ha aumentado", señala el comunicado publicado este mediodía, hora de Washington. Después de todo el ruido en los mercados, las hipótesis sobre las intenciones de Trump y las dudas a nivel global, lo peor que le podría pasar a la economía estadounidense es que se empiece a hablar de una estanflación, con inflación elevada y crecimiento bajo. Porque pocas cosas minan más la confianza y la inversión.
"Entendemos que el sentimiento es bastante negativo en este momento y que probablemente tenga que ver con la agitación al comienzo de una administración que está haciendo grandes cambios en la política económica", ha admitido el presidente de la Fed. Pero incidiendo en que si bien ese sentimiento ha caído, la actividad económica no lo ha hecho, al menos todavía.
La Reserva Federal está en una situación muy delicada y no sólo por la presión y la tensión constante por la posibilidad de que Trump, que ha arremetido ya contra todos los reguladores, quiera ir a por la institución. La inflación está mucho más controlada que en los dos últimos años, un 2,5% en enero frente al 5,5% de 2023, pero hubo un repunte a principios de año, y las políticas comerciales proteccionistas se esperan que tengan un efecto también sobre los precios. Por otro lado, las dudas sobre el desempeño de la economía se han multiplicado. Los datos de empleos siguen siendo positivos, pero no tanto como en trimestres previos. Y la política de shock que está aplicando el Gobierno, con decenas de miles de despidos o el cierre de agencias y organismos, además del intento de congelar el desembolso de decenas de miles de millones de dólares asignados por el Congreso, inevitablemente tendrán efecto contractivo sobre el PIB.
La decisión de mantener los tipos de interés, como se espera que haga el Banco de Inglaterra mañana y a diferencia del Banco Central Europeo, puede hacer pensar que todo sigue igual que el año pasado, ya que la institución sigue estimando uno o dos recortes de tipos este año. "Probablemente durante los próximos seis meses, esperaría que la Fed se mantenga atenta y no haga mucho", dijo hace poco nada menos que Eric Rosengren, expresidente de la Fed de Boston.
En su última revisión trimestral, en diciembre, ya había apuntado a dos recortes en 2025, presumiblemente de 0,25 puntos cada uno. Pero en septiembre, poco antes de las elecciones y las dudas, estimaba hasta cuatro posibles bajadas totales, un punto entero, hasta llevar los tipos por debajo del 4%. Pero aunque no hay novedad cuantitativa respecto a diciembre. Lo que cambia es el fondo. El resultado puede parecer el mismo, una cosa es seguir la relajación porque los datos son positivos, por ejemplo con la inflación disminuyendo poco a poco, o porque son negativos, como sería el caso de una contracción o incluso una recesión que genere inestabilidad. En la última parte de 2024 parecía que la teoría amparaba el primer escenario, pero la guerra arancelaria y el hecho de que grandes empresas, de retail, electrónicas, fabricantes de coches, etc, asuman recortes significativos de ingresos y beneficios, empuja más bien hacia el segundo.
"Al considerar el alcance y el momento de los ajustes adicionales al rango objetivo de los tipos de los fondos federales, el Comité evaluará cuidadosamente los datos entrantes, la evolución de las perspectivas y el equilibrio de riesgos", dice el comunicado. Esto, en lenguaje coloquial de EEUU se conoce como "wait and see", esperar y ver. Esperando dos bajadas, pero sin compromisos ciegos por la realidad cambiante.
Los indicadores de confianza, de empresas y familias, han caído este último mes y medio por esa incertidumbre. El equipo de Trump está lanzando el mensaje de que lo que ocurre en Wall Street es implemente una corrección, y que la economía quizás atraviese una serie de baches, pero más como un síndrome de abstinencia producto de la "desintoxicación del gasto público" que aseguran estar aplicando. Pero, prometen, será breve y el resultado final merecerá la pena
En el primer mandato de Trump, la Reserva Federal, con Janet Yellen al frente, bajó los tipos de interés muy pronto para impulsar el crecimiento, pero fue posible porque entonces la inflación era mucho más baja. Ahora, como ha reconocido implícitamente Powell, es todo mucho más difícil, para empezar porque aunque quisieran reaccionar, el Gobierno cambia constantemente de opinión, sobre los aranceles en particular, haciendo casi imposible maniobrar y anticiparse. "El Comité busca alcanzar el máximo empleo y una inflación del 2% a largo plazo. La incertidumbre sobre las perspectivas económicas ha aumentado. El Comité está atento a los riesgos para ambas partes de su doble mandato", dice el comunicado escueto de hoy.
Trump sostiene que los aranceles no provocan en absoluto inflación, pero en la conferencia de prensa de hoy Powell ha hablado claramente de "la llegada de una inflación arancelaria" y ha responsabilizado de la incertidumbre a las políticas de la nueva administración, pero cuidándose mucho de usar nombres y apellidos. Los aranceles, ha concluido, "podrían retrasar el progreso en la lucha contra la inflación".