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"El peor hostal en el que he estado en mi vida". "Las habitaciones son una verdadera caja de cerillas". "El personal tiene la facultad de hacerte sentir supremamente incómodo". "Las toallas que te dan son para lavarte las manos como mucho; no dan para más". "Un agujero de dimensiones reducidas que se usa para esconder a alguien o algo. Así es el lugar". "Las habitaciones no tienen sábanas ni jabón ni ducha". Son algunos de los comentarios que te puedes encontrar en el portal de viajes de TripAdvisor acerca del hostal Hans Brinker. "O el peor hotel del mundo", como se denomina así mismo. Y es, como sus propios dueños dicen, "viajar no es una cuestión de dinero, sino de coraje". Otro lema que han hecho suyo: "Honestamente, no somos el mejor hotel, pero sí el más memorable".
Ubicado en Ámsterdam, el alojamiento es conocido en medio planeta gracias a las agresivas (e irónicas) campañas publicitarias que ha llevado a cabo, que han logrado su objetivo: que se hable de él. Aunque sea mal. De hecho, cuelgan fotos en Internet riéndose de sí mismos mostrando a jóvenes borrachos en el bar con mil chupitos alrededor u otros metidos en una caja burlándose del tamaño de las habitaciones.
Es más, a sus responsables no les importa que critiquen los "hongos negros" que pululan a sus anchas por el baño, "demasiado insalubre y con capas gruesas de suciedad", como señala un cliente en las redes. Y remata éste: "El primer día tuve una infección en el ojo justo después de bañarme". Tampoco les molesta que "los dormitorios estén deteriorados y las sábanas, sucias", como señala otro internauta. O que el desayuno, "poco abundante", no entienda de alimentos refrigerados.
Es más, el Hans Brinker se vende así: un hotel sólo apto para viajeros a los que les gusten las emociones fuertes. Como encontrarte una cucaracha por los pasillos o que a medianoche te despierten los ruidos procedentes del bar del sótano, "lleno de adolescentes borrachos vomitando sin parar", apunta otro comentario en Internet. No en vano, el público al que se dirige tiene entre 18 y 40 años. Quien supera esta última edad no puede compartir habitación; debe reservar una individual, señalan en la web.
Los dueños son sinceros, está claro. O más bien satíricos al asegurar en tono de broma que "las bacterias te vuelven inmunes" y que hasta cuentan con wifi gratis, el de los vecinos. Es más, uno de sus lemas es "Ver no siempre es creer". También afirman que "la ficción es más fuerte que la realidad. Excepto aquí".
Por otro lado, los huéspedes de eate alojamiento holandés pueden estar tranquilos porque el elemento de un hotel que más virus transmite, el mando a distancia de la televisión (lo dicen diversos estudios científicos: el último, de la Universidad de Houston), aquí brilla por su ausencia porque carecen de estos aparatos en las habitaciones, así que un problema menos.
Lo que no te vas a encontrar, continúan desde el establecimiento, es concièrge, spa o gimnasio. Sí 500 habitaciones decoradas al estilo de una cárcel (de "mínima seguridad", eso sí) o un centro de acogida de jóvenes con problemas de adaptación social, un estridente pub, un restaurante (Ms. Chelin se llama, en clave irónica, jugando con las famosas estrellas) y una recepción abierta las 24 horas del día. Y sobre todo un precio de lo más competitivo para tratarse de la capital de los Países Bajos: desde 20 euros la noche en habitación compartida con otras siete personas, impensable en cualquier otro alojamiento de la ciudad.
También es correcta la ubicación, en la calle Kerkstraat, 136-138, ya que encuentra muy céntrico, a apenas unos minutos andando o en bici de los principales puntos turísticos y de la zona de marcha de Leidesquare, "en el corazón de la acción", como señalan desde el hotel. "Nosotros contribuimos a ello", agregan. En definitiva, "en un barrio con un ambiente muy bueno y un montón de bares", recalca otro usuario de TripAdvisor. No todo iba a ser negativo. La misma persona añade que tenía "un poco de miedo tras haber oído críticas muy malas". Pero, sin embargo, no le pareció tan mal al final: "Lo recomiendo como hotel económico al que ir a dormir después de visitar la ciudad".
Más información. Hans Brinker. Kerkstraat, 136-138, Ámsterdam. Desde 20 euros la noche.
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