Gisèle Pélicot, la mujer que fue drogada por su marido para que la violaran, además de él mismo, otros 50 hombres mientras ella estaba inconsciente, ha querido que el juicio contra ellos sea público. Ha querido también que se difundan algunos de los vídeos que su marido grabó, con el consentimiento de ellos, durante los actos sexuales. Porque son pruebas del proceso y porque permiten contradecir la versión de algunos de los acusados, que edulcoran su participación en los hechos.
Sin embargo, y a pesar de la voluntad de la víctima, el presidente del tribunal de Aviñón, donde tiene lugar el proceso, ha decidido este viernes que estos vídeos no se proyecten de manera sistemática "por moralidad y decencia" y que se excluya a la prensa, que hasta ahora sí estaba en la sala, para "proteger la dignidad del debate".
Los abogados de los acusados han denunciado que la exposición de los vídeos es un "espectáculo nauseabundo" y han criticado el sensacionalismo: "Son proyecciones indignas" y "voyerismo", ha dicho otro de los letrados.
Hablamos de algunos de los más de 2.000 vídeos y fotografías que Dominique Pélicot grabó durante los actos sexuales de esos 50 hombres con su mujer mientras ella estaba totalmente inconsciente. Cabe recordar que la mayoría de estos individuos aceptaron ser filmados o incluso grabaron ellos. Ella nunca hubiera sabido que su marido la drogaba para entregarla a otros si no hubiera sido porque la policía encontró todo este material en su teléfono y ordenador.
La decisión se produce después del visionado el jueves de tres filmaciones en las que se ve cómo uno de los acusados (Jacques, 73 años) viola a Gisèle Pélicot. Se mostró en sala para revelar las contradicciones de éste, que decía que no llegó a penetrarla y defiende, por tanto, que lo suyo fue una agresión sexual. El visionado de los vídeos en la sala le dejó en evidencia.
Durante los cinco minutos aproximadamente que duró la secuencia, la mayoría de los acusados metía la cabeza entre las piernas y algunos hasta se tapaban los oídos, como si les diera pudor. O vergüenza. O ambas cosas. Pocos miraban, entre ellos Dominique Pélicot y el otro implicado en el vídeo. La víctima también. Era la primera vez que se mostraban secuencias de vídeo. El día anterior se vieron fotos.
"Estamos protegiendo la indignidad", han denunciado los abogados de Gisèle Pélicot, que recuerdan, además, que esta decisión se toma en contra de la voluntad de la víctima. Antoine Camus, uno de sus letrados, ha recordado: "Sin estos vídeos no habría proceso. Lo que ha sufrido Gisèle Pélicot no se habría sabido ni perseguido sin ellos. Por tanto, esto es como decir que el sumario mismo no es digno".
Hoy le tocaba declarar a Cyril D., que, como su compañero de banquillo el jueves, reconoce sus actos a medias. Como él le quita hierro al asunto, se iba a visionar un vídeo en el que se ve cómo la víctima se está asfixiando mientras él le obliga, aunque ella está inconsciente, a practicarle una felación. Dominique Pélicot le dice: "Déjala respirar". Él ignora su orden.
"Puede cambiar la sociedad"
Gisèle Pélicot, muy expuesta en este proceso, aceptó que los vídeos de sus violaciones se proyectaran y que la prensa pudiera verlos por una razón: "Porque este es un proceso que puede cambiar la sociedad, tiene el poder para cambiarla, y para que esto ocurra hay que tener el valor de enfrentarse a lo que es una violación", ha dicho Stéphane Babonneau, su abogado.
El argumento de muchos de los acusados es que ellos no eran conscientes de que violaron a la víctima. Consideran que, como el marido estaba delante, pensaban que tenían autorización, aunque ella estaba inconsciente. En el banquillo los conceptos de violación y consentimiento están muy difusos: "Para mí violar es cuando fuerzas a una mujer en la calle", dice Lionel. "El consentimiento es algo de esta generación. En la mía es más la idea de propiedad (de la mujer), pero esto tiene que cambiar", cree Jacques. "Con el tiempo espero que se enseñe en los colegios. He trabajado y discutido mucho esto con la psiquiatra: que la mujer no pertenece al hombre", asegurae Cyril. Estas son las justificaciones de los tres hombres corrientes que ya han declarado. Quedan 46.
La defensa de los acusados ha criticado desde el principio que no se protege su presunción de inocencia, y ahora tampoco su dignidad. Estos días fueron abucheados a su salida de la sala de audiencias, su defensa protestó y se prohibieron los abucheos. El miércoles, Gisèle Pélicot dijo sentirse humillada porque "parece que, en este proceso, ellos son las víctimas". Fue después de que una de las abogadas de uno de ellos la increpara de manera agresiva.
"Cuando escuchamos en esta sala que no se pueden ver vídeos porque hay que proteger la dignidad de los acusados, es difícil no sentir que se está protegiendo la indignidad", ha dicho Stéphane Babboneau. "Nuestra clienta ha decidido abrir las puertas de esta audiencia porque su ambición es la de intentar mover cosas para cambiar la sociedad, no por ella, porque su vida esta destruida, sino por sus nietos, y resulta en lugar de mover las cosas volvemos a 50 años atrás", ha dicho.
Algo sí debe estar removiendo su caso: Jossef trabaja en una cafetería cercana al tribunal, donde varios grupos de acusados van a veces a tomar cervezas. Dice lo siguiente: "La verdad es que, a raíz de este caso, me he planteado muchas cosas... Porque a mí a veces me apetece tener relaciones sexuales con mi mujer pero ella no quiere. Yo me salgo con la mía y luego la oigo llorar en la ducha. Y ahora me planteó que igual yo también soy un violador, como todos esos hombres que parecen normales".