Un puñado de vecinos contemplan con curiosidad el trasiego de las mastodónticas máquinas piloteras que, desde el 6 de febrero, perforan sin descanso la A-5. Lo hacen desde el puente que cruza sobre la autovía, y por el que discurre el Anillo Verde Ciclista, a la altura del número 36 de la calle Seseña. Desde esa pasarela, con vistas a la Casa de Campo, se distinguen ya los primeros metros del túnel que engullirá el tráfico. Y allí, aprovechando la visita del alcalde, José Luis Martínez-Almeida, mimetizado con el entorno vía casco y chaleco de obra fluorescente, muestran sendos carteles dos vecinos del entorno. No de ese en concreto, sino del que hay unos kilómetros más arriba, ya en Cuatro Vientos. «Soterramiento hasta la M-40», vuelven a reclamar, como llevan meses haciendo en los balcones de esas últimas viviendas en la orilla de la vía de circunvalación. «Ahora os cuento», replica el regidor a ese mensaje silencioso que lleva resonando en Cibeles desde que se conoció las intenciones para esa segunda fase de soterramiento, en el marco de la Operación Campamento.
Y resulta que ese «ahora os cuento» era, ni más ni menos, que el Ayuntamiento incorporará al anteproyecto del Paseo Verde del Suroeste una extensión de algo más de 700 metros para que ninguna vivienda a orillas de la A-5 se quede sin soterrar. Un estirón al plan inicial, financiado en parte por el Gobierno, entre la avenida de la Aviación, pasada la Dehesa del Príncipe, y la frontera con la M-40. Un cambio que, según aseguraba ayer el alcalde, no modificará los plazos. Durante los casi dos años que van de legislatura, a Almeida le han venido pitando los oídos con este asunto. En los primeros días de marzo, los vecinos de Cuatro Vientos llegaron a trasladarse hasta la puerta del Palacio de Cibeles para reclamar que se tuviera en cuenta su reivindicación: «Nosotros también somos Campamento».
Así que, ayer, Almeida apaciguó a esos casi 7.000 residentes y, en parte, a quienes sostenían los carteles que reclamaban el soterramiento hasta pasados sus hogares. «Vamos a incluir en esa redacción de anteproyecto lo que es la prolongación también más allá de lo que es Campamento y, por tanto, podamos alcanzar los objetivos inicialmente previstos», pronunciaba el regidor, mientras el ejército de pilotadoras seguía triturando un terreno que esconde alguna que otra sorpresa del pasado. Según detallaba ayer el Ayuntamiento, ya se han colocado 1.650 pilotes (el 30 % del total), con una media de 70 diarios, en una primera fase de 3,2 kilómetros que supondrá una inversión de 408 millones. Y, según avanzaban en la visita, estará lista (a falta del ajardinamiento) en noviembre de 2026.
En esa segunda fase, el Ayuntamiento asume la financiación del 75% del coste de la obra, mientras que al Gobierno le corresponderá el resto, con un límite de 146,25 millones. Además, el 35% de este importe se abonará en el momento de la licitación por el Ayuntamiento, un 40% cuando se certifique el 75 % de la obra y el 25 % restante cuando se ponga en servicio. En el caso de que el coste final sea mayor, el exceso será asumido por el Consistorio. Serán unos 2,7 kms. de soterramiento (700 y pico metros más) para evitar las viviendas.
El recuerdo de los polémicos semáforos
Esos seis kilómetros del Paseo Verde del Suroeste, incluyendo los citados 2,7, son la obra por la que Almeida saca pecho recurrentemente. Un legado en forma de túnel para la A-5 que, como suelen insistir en Cibeles, y sumando las actuaciones en la Castellana y la M-30, le servirá para encaramarse al peldaño de Gallardón. Hay quien dice que incluso superarlo. Un entorno clave antes de hacerse con la alcaldía, allá por 2019, y donde siempre suele recordar a Rita Maestre (Más Madrid), también a Reyes Maroto (PSOE), aquellos icónicos semáforos ya desmantelados, que fueron una efímera solución (o problema) al tráfico en la zona. Allí, en compañía de Ayuso, cuando ambos eran unos desconocidos aspirantes, presentó su primer boceto para cubrir la A-5. Seis años después, se empieza a hacer realidad.
«Estamos cumpliendo los plazos previstos y no ha sido fácil. Confiamos en que la obra pueda estar concluida en noviembre de 2026 para que ya se pueda circular por este soterramiento», apuntaba envalentonado Almeida, mientras avanzan las obras entre la avenida de Portugal y la del Padre Piquer. Aún se ve lejana esa futura estampa de 80.000 metros cuadrados de color verde por la que suspiran los vecinos.
No fue el único anuncio en clave de obras que hizo el alcalde. Hubo un segundo, sólo que relacionado con la Fórmula 1 y con el trazado MADRING. «Estamos en condiciones de emitir la licencia del circuito de Fórmula 1 y, por tanto, de seguir avanzando en los pasos necesarios para que la F1 llegue a Madrid», desveló.