HISTORIAS
Historias

La búsqueda de desaparecidos con los perros Unah y Yagas: "A estas alturas, encontrar supervivientes es imposible"

Acompañamos durante dos jornadas de trabajo a los equipos de emergencia con apoyo canino que trabajan buscando desaparecidos

Labores de rescate en Catarroja con perros.
Labores de rescate en Catarroja con perros.Alberto Di Lolli
PREMIUM
Actualizado

Yagas está jugueteando con una pelota de fútbol reventada y cubierta de barro junto a lo que hace apenas una semana era un paso subterráneo que esquivaba las vías del tren a la altura de Catarroja. Hoy, todo el municipio es una amalgama de fango, basura, chatarra, restos de casi cualquier cosa, muebles desvencijados y, sobre todo, desolación. El túnel se inundó por completo tras la DANA del pasado 29 de octubre y una semana después seguía cubierto de agua y vehículos reventados, amontonados bajo el lodo y arrugados como si fueran coches de papel. Justo a la altura de la pelota de fútbol, Yagas señaló la noche del pasado lunes la presencia de un cadáver bajo todo ese revoltijo de destrucción.

Yagas es un pastor belga malinois y vino desde Almería a finales de la semana pasada junto a Wizel, otra perra de la Policía Nacional, para colaborar en las labores de rescate en los municipios de la provincia de Valencia más dañados por las inundaciones. Hace unos días localizaron los cuerpos sin vida de un hombre y de una niña. El lunes marcaron un nuevo punto en Catarroja.

En busca de más desaparecidos: "En el barro es imposible que haya supervivientes"RODRIGO TERRASA (IMAGEN)

«No se suelen equivocar», advierte la agente que sujeta a Yagas mientras el animal se empeña en morder el balón. «Los perros tienen distintos tipos de ladrido y uno es para decirnos que han detectado un cadáver. Si lo que encuentran es un animal muerto, el ladrido es distinto. Aunque aquí es más complicado por todos los tóxicos que hay, el agua estancada, los residuos de los coches...».

Bajo el túnel hay decenas de vehículos y, repartidos en las dos laderas del canal, varios bomberos llegados de Granada, Zaragoza, Navarra y Valladolid. Descienden por turnos hasta el agua a la altura que han marcado los perros de la Policía. Trepan por encima de los coches, retorcidos en formas imposibles. Rompen con un punzón las ventanillas, se asoman con linternas en busca de algún cuerpo, incluso en los maleteros, y después tantean con unas pértigas o con remos el interior de cada automóvil por si tropiezan con algún cadáver. «A estas alturas, encontrar a algún superviviente es imposible», reconoce uno de los bomberos.

Después de más de dos horas rebuscando en los coches que están más arriba, empiezan a sacar todos los vehículos arrastrados con un tractor mientras los camiones tratan de drenar toda el agua para que los bomberos puedan acceder a los que aún están sumergidos bajo el lodo. «Lo que hay aquí no lo habíamos visto nunca nadie», dice uno de ellos. «Esto no tiene precedentes. Lo que normalmente ves en televisión, porque ocurre en otros países del mundo, ahora lo tenemos debajo de casa»

Cuando cae la noche, los bomberos no han logrado localizar ningún cuerpo en el túnel de Catarroja.

Para saber más

Las oficinas habilitadas por la Policía y la Guardia Civil contabilizaron el martes 89 casos de desaparecidos «activos», aunque el Tribunal Superior de Justicia avisa de que todavía hay 62 cuerpos sin identificar que podrían corresponderse con algunas de las personas que aún no se han localizado.

«Bajo el lodo y el agua es muy complicado encontrar a alguien», explica Iván Muñoz, jefe de operaciones de Bomberos Girecan, un grupo internacional de rescate ante catástrofes naturales integrado por bomberos, médicos, enfermeros, logistas y expertos en coordinación de emergencias llegados de toda España. Su equipo lo forman 34 especialistas y se movilizaron a finales de la semana pasada para tratar de encontrar supervivientes. Con ellos viajaron hasta Valencia cuatro perros más: Unah, Vito, Titán y Marvel, entrenados para encontrar desaparecidos todavía con vida.

Adrián Arévalo es bombero del Consorcio de Alicante y guía de Unah, un border collie que está a punto de cumplir seis años y que trabaja en las operaciones de rescate de Girecan. «Cuando llegamos a la zona de la catástrofe, le hago saber que toca trabajar», explica Arévalo. «Hay que crearle una rutina para activarla. Luego hay dos opciones: o dejarla suelta y que vaya donde quiera hasta que encuentre un cono de olor entre los escombros o guiarla a algún punto concreto. Cuando encuentra algo, emite un ladrido constante y acerca su hocico al punto donde detecta vida. Si localiza un cuerpo, le damos un mordedor como recompensa. Para ella es un juego».

El equipo de Girecan cuenta también con escáneres de movimiento y con geófonos, aparatos capaces de detectar el sonido de una persona incluso si estuviera rascando una piedra con la uña a varios metros de profundidad. «Las condiciones en Valencia son mucho más difíciles porque el agua lo complica todo», explica.

«Es muy complicado para cualquier perro localizar a una persona en una catástrofe así», comparte Iván Muñoz. «El elemento sepultante, que en este caso son lodos y barros, es menos permeable aquí que, por ejemplo, los escombros de un terremoto o que la arena. Es casi imposible encontrar a alguien vivo», admite.

-¿Dónde pueden estar entonces los desaparecidos?

-Esta catástrofe es de las más complejas. Si se cae una casa o un edificio, hay más huecos de vida, puede haber más supervivientes. Aquí, si estás en altura, te salvas. Pero si no, es algo devastador, muy destructivo. Los cuerpos pueden estar en l'Albufera, en el mar... Si llegas a Valencia desde Chiva vas viendo el poder destructivo de la riada.

"Es muy complicado para cualquier perro localizar a una persona en una catástrofe así"

Iván Muñoz, jefe de operaciones de Bomberos Girecan

El equipo de Girecan se desplegó ayer en Sedaví. Es fácil reconocer las tareas de cada uno por los colores de sus cascos. Los verdes son médicos o enfermeros. Los naranjas son de logística. Y los bomberos llevan el casco rojo. Los perros descansan esta vez. Están entrenados para encontrar personas con vida, misión ya poco probable, así que Titán y Marvel han viajado de nuevo a Valencia pero están retenidos en un camión mientras los equipos de emergencias se sumergen en los garajes de la zona. Hay aparcamientos en los que el agua todavía cubre más de dos metros de altura.

«Sin localización no hay rescate y aquí localizar los cuerpos no es fácil», insiste Muñoz. «A lo mejor están debajo del lodo. Quizás están en el Turia encallados en la vegetación o aparecen dentro de 15 días cuando llueva. Quién sabe...».

Su equipo lleva horas achicando agua en un garaje. Cuando consiguen vaciarlo hasta las ventanillas de los coches, meten un detector de gases y accede un equipo. «Si en la primera inspección visual no encontramos nada, vaciamos hasta las ruedas y volvemos a entrar», cuenta el jefe de operaciones. «Las víctimas no tienen por qué estar dentro del coche. Pueden aparecer en ascensores, huecos de escalera, atrapados debajo de los vehículos, en cualquier rincón».

-¿Esta labor es más dura física o psicológicamente?

-Psicológicamente es muy dura la sensación de frustración. El querer ayudar y no poder hacer más porque la propia emergencia no te deja. Nosotros hemos estado trabajando en terremotos como el de Turquía y es algo muy caótico, pero la sensación aquí es diferente porque nos toca muy de cerca. Es nuestra gente y eso lo hace diferente a nivel emocional.

Adrián Arévalo viajó por primera vez a Valencia desde Alicante el jueves, dos días después de la DANA. Lo hizo acompañado de su perra Unah. «La sensación que teníamos es que ya llegábamos tarde», admite. «La perra buscó gente con vida, pero ya era una misión imposible».