HISTORIAS
Planificación

Todo lo que se puede hacer para cuando llegue la próxima DANA: "Tenemos que coger el toro por los cuernos y empezar a diseñar soluciones para estas magnitudes"

Traslado de infraestructuras críticas construidas en zonas inundables, campañas de sensibilización social como las de Japón, medidas de autoprotección domésticas... Hablan los expertos: "Probablemente ha habido un exceso de confianza en la planificación"

Residentes en Sedaví (Valencia) transitan sobre la línea férrea a su paso por la localidad entre un semáforo caído y varios vehículos.
Residentes en Sedaví (Valencia) transitan sobre la línea férrea a su paso por la localidad entre un semáforo caído y varios vehículos.JOSÉ JORDÁNAFP
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"¿Qué fue lo primero que pensé al ver las imágenes de la devastación de la DANA en Valencia? Que era un déjà vu. Tuve esa sensación hace ya algunos días, cuando los meteorólogos informaron de que había probabilidades de que se produjera. Lo que me dije a mí mismo fue: ¿dónde se producirá el desastre esta vez?".

Joan Escuer es geólogo y profesor en la Universitat Carlemany (Andorra). Tiene 64 años. Las colosales trombas color café con leche por las calles de Chiva o la hilera kilométrica de coches achatarrados en la pista de Silla no le teletransportan a ninguna serie apocalíptica, sino a anteriores episodios acaecidos en el Levante español. Menos virulentos, tal vez. Y con un balance inferior de daños materiales y víctimas mortales, pero ante los que la población mostró la misma indefensión.

¿Cómo podemos prepararnos para la siguiente DANA? ¿Por qué volvemos a lamentarnos por la gota fría de 1982, la de la pantanada de Tous (ocho muertos)? ¿Sirvió de algo ver que en 2018 el mismísimo Rafa Nadal cambiaba la raqueta por la escoba para sacar el barro de una cochera de Manacor?

Escuer tiene claro que es hora de "empezar a cambiar algunas actitudes y métodos". Empezando por la propia categorización de unos fenómenos hidrometeorológicos extremos cuya frecuencia y gravedad a orillas del Mediterráneo se van a multiplicar en los próximos años debido a los efectos del cambio climático. "Estos desastres son más sociales que naturales", matiza. "Sus causas son naturales, pero la exposición y la vulnerabilidad al peligro son los principales factores que condicionan los altísimos niveles de riesgo", precisa a propósito, por ejemplo, de la construcción en zonas inundables.

El Gobierno detalló en 2021 que 2,7 millones de españoles residen en estas áreas especialmente expuestas. En ellas se ubican 985 colegios, 358 centros asistenciales, 45 hospitales y nueve aeropuertos, según revelaron los Planes de Gestión del Riesgo de Inundación (PGRI) presentados entonces por el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico. De ahí que en 2024, cuando se confirma el peor de los escenarios, todavía sigamos viendo residencias de mayores como la de Massanassa, en la que el agua casi cubría sus sillas de ruedas.

"Hay determinadas infraestructuras que no te puedes permitir el lujo de tenerlas en terreno inundable, aunque sólo se aneguen muy de vez en cuando", denuncia Escuer. "Una cosa es construir ahí un campo de fútbol de entrenamiento y otra, un geriátrico, un parque de bomberos, una comisaría o un hospital".

"Es evidente que los grandes polígonos comerciales que se han inundado o la autovía Madrid-Valencia no habían sido sometidos a una prueba así desde que se construyeron y se ha visto que tienen puntos vulnerables. Probablemente ha habido un exceso de confianza en la planificación", comenta por su parte Rafael Armengot, meteorólogo, doctor en Geografía y miembro de l'Associació Valenciana de Meteorologia (Avamet). "¿Cómo se atajarán esos puntos vulnerables? ¿Se acometerán obras costosas para eliminar este riesgo? No sé lo que harán, pero desde luego los planes de emergencia tienen que cambiar y hay que adecuar las construcciones para impedir que esto vuelva a suceder en el futuro".

Para saber más

Luis Mediero, catedrático de Ingeniería Hidráulica por la Universidad Politécnica de Madrid, matiza: "Sí que estamos preparados para un escenario como éste, ha habido un avance muy importante en todos los aspectos en las últimas décadas, ahí está el plan PATRICOVA [Plan de Acción Territorial sobre prevención del Riesgo de Inundación en la Comunitat Valenciana]... Lo que pasa es que este evento ha tenido una magnitud importante e infrecuente".

Escuer urge a "buscar soluciones y aprender" de una vez. A su juicio, eso implica que desde las administraciones se han de canalizar los recursos necesarios para plantar cara a esta fenomenología. "Tenemos que coger el toro por los cuernos y empezar a diseñar soluciones para esas magnitudes. Mire lo que han hecho en varias ciudades de Florida hace sólo unas semanas frente al huracán Milton. Evacuando a miles de personas seguramente han salvado muchas vidas".

También defiende que la sensibilización social es una cuestión prioritaria y abunda en la necesidad de formar a los escolares tanto sobre la naturaleza de estos eventos como de sus consecuencias. El docente pone como ejemplo el nivel de formación de los japoneses ante terremotos o tsunamis.

"Es el más alto del mundo", subraya. "La población local es muy consciente del riesgo que corre y sabe cómo y dónde evacuar después de que se emita una alerta, los científicos de las universidades e instituciones académicas organizan talleres... En España, la población debe saber que vive en un espacio inundable antes de que esto pase, para saber cómo actuar".

En cualquier caso, no habría que mirar al Golfo de México ni al Lejano Oriente para intentar minimizar los daños. Escuer recurre a un caso autóctono y reciente. "La gestión de desastres durante las erupciones de 2021 del volcán de La Palma y los flujos de lava en la isla canaria mostró un ejemplo de buenas prácticas en materia de preparación, alerta temprana y evacuación, a pesar de que habían pasado 50 años desde la última gran erupción en la isla. Estas importantes lecciones aún deben ser aprendidas", insiste.

La instalación de barreras estancas en las puertas y la impermeabilización de paredes formarían parte del catálogo de medidas de autoprotección a escala doméstica.

Es difícilmente olvidable la alerta que la Comunidad de Madrid envió en septiembre de 2023 por móvil a los residentes en la región precisamente ante la amenaza de una DANA. Primero, porque era la primera -y, de momento, única- ocasión que hacía algo así. Y segundo, porque la vibración del mensaje y su potente pitido soliviantó al personal la hora de la comida.

Mediero considera que esta herramienta también es clave en eso que los especialistas denominan educación para el riesgo. "Se habla de cambiar el color rojo de la alerta por el negro... Yo no lo cambiaría. A mí el rojo ya me da miedo", confiesa el catedrático. "El problema es que una DANA como ésta es impredecible y, además, muy variable, puede cambiar de rumbo en muy poco tiempo... Aunque científicamente se han hecho grandes avances estamos hablando, como en cualquier pronóstico, de un 60%, un 70% o un 80% de probabilidades. ¿Qué pasa? Que la gente quiere un sí o un no. Dice: 'Cuéntame si va a pasar y déjate de tonterías'. Pero eso no es posible. Y si no ocurre, hay quien protesta: 'Me han engañado. Todo es mentira. Ya no confío'".

Y concluye: "Nunca tendremos la certeza absoluta de lo que va a suceder en el futuro, porque si no, seríamos pitonisos... Si se envía la alerta y al final se produce el evento extremo, perfecto, porque estaremos todos en casa. Y si no ocurre, mejor".