TELEVISIÓN
La familia de la tele

Inés Hernand, la musa "un poco rojilla" de RTVE: "Tienes que tener mucha conciencia de lo público para atacarlo"

Inés Hernand hace tiempo que entró por la puerta grande RTVE, pero ha sido con la llegada de La familia de la tele con el que la presentadora ha acabado por cumplir su sueño de estar en lo más alto del mundo televisivo. Políticamente incorrecta, hasta meter en algún que otro charco a la Televisión Pública, Inés Hernand no tiene intención de callarse

Inés Hernand
Inés Hernand y Belén Esteban, en la presentación de La Familia de la Tele.EFE
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Inés Hernand nunca ha ocultado que su sueño es poder vivir de la televisión comunicando. Con cada proyecto con el que RTVE ha contado con ella, la presentadora ha sentido estar más cerca de afianzarse como comunicadora. El sueño, sin embargo, se ha cumplido con lo que ella nunca llegó a imaginar: siendo una de las presentadoras de La familia de la tele, junto a María Patiño, Aitor Albizua y Belén Esteban.

Aunque desde hace tiempo es calificada en los mentideros televisivos como la musa de RTVE, ella prefiere no hacer demasiado caso ni a las alabanzas ni a las críticas, más aún cuando las segundas le llueven cada vez que abre la boca. Y es que si algo caracteriza a Inés Hernand es precisamente que lo de políticamente correcto no va con ella. Cada vez que ha estado al frente de un programa en la Televisión Pública ha sido el centro de atención de decenas de polémicas, algunas justificadas y otras, simplemente porque lo dice Inés Hernand y cuando ella habla, sube el pan.

En la presentación de La familia de la tele, por ejemplo, una frase suya asegurando que había que dar visibilidad a todos los tipos de familia y "revertir" el concepto de "familia tradicional", provocó, una vez más, una avalancha de críticas. "Hay que llevártela a la familia que eliges, las personas con las que compartes tu tiempo, a las que quieres abrazar y las que te dan buenos consejos", aseguró la abogada y presentadora, precisamente con conocimiento de causa, pues ella misma ha relatado muchas veces que no tiene ningún tipo de relación con sus padres desde hace mucho tiempo porque ella lo eligió y porque era lo mejor para no sufrir ni su padres ni ella.

Al día siguiente Inés Hernand era para muchos el azote de las familias. ¿Y qué hizo? Pues responder, porque Hernand siempre responde: "Para muchos de los que me habéis escrito defendiendo a la familia nuclear y a los menores y que en la misma frase habéis dicho "normal que nadie quiera a una guarra de 13 años que la chupa en un instituto (...) Sólo os deseo que os abracen, entiendan, conversen y sostengan como lo hacen mis amigas conmigo. Ojalá vuestra familia de sangre, o vuestra familia elegida, pero que lo haga alguien porque invertir tiempo en odio en una vida tan corta es verdaderamente una chorrada".

Es esta libertad y su ideología, que manifiesta abiertamente siempre que puede, lo que, por un lado, la ha transformado en "la musa de la nueva RTVE" y, por otro, la ha convertido en el objetivo de otros tantos. Es como si Inés Hernand fuera un símbolo de esa polarización cada vez más presente. Y es Inés Hernand la que vuelve ahora a RTVE con La familia de la tele, pero también con la continuación del programa Las abogadas y compañía, que ya se estrenó en RTVE Play cuando la emisión de la serie de Las Abogadas, y que ahora regresa con 10 nuevos episodios que se podrán ver de momento en la plataforma de la Televisión Pública y en los que explorará desde la crisis de la vivienda hasta el auge de la extrema derecha, pasando por la salud mental, la justicia o la memoria democrática.

En resumen, Inés Hernand ha logrado su sueño, convirtiéndose para otros en su pesadilla. Es consciente, lo acepta, lo asume y asegura que no puede "morderse la lengua" porque "me desdibujaría a mí misma". Más allá de polémicas, de ideologías o de líneas editoriales, Inés Hernand es de los pocos personajes públicos que no esquiva ninguna pregunta y que si es necesario meterse en decenas de charcos, se va a meter. Con La familia de la tele que nadie espere que no ocurra lo mismo.

¿Cómo fue la llamada en la que te ofrecieron presentar este nuevo Sálvame?
La pregunta ya en sí misma tienes dos cuestiones capciosas que no son así. Primero, no me llamaron, me lo dijeron en directo. No fue una llamada de La Osa -productora de La Familia de la Tele- sino que Óscar (Cornejo) y Adrián (Madrid) -los productores- quedaron conmigo y me lo dijeron en directo. Se me pusieron los ojos vidriosos porque cualquier persona que se dedique al entretenimiento le dicen los nombres de este proyecto y se viene abajo. Lo segundo, en ningún momento se ha dicho que esto vaya a ser un nuevo Sálvame. De hecho, creo que ellos lo que quieren es desdibujarse de Sálvame y crear un magacín de entretenimiento que incluya una pluralidad de contenidos y que, por supuesto, también incorpore socialidad o corazón.
¿Y cómo va a ser entonces?
El programa va a tener muchas capas. Mercedes Milá me dijo una vez que la televisión es imprevisibilidad, algo inesperado. Y yo creo que eso lo han sabido hacer muy bien Óscar y Adrián. Lo que nosotros vamos a hacer es un metaprograma porque ellos han sabido crear su propio ecosistema.
Vienes de hacer un programa en solitario que todavía no ha visto la luz y que no se sabe cuándo se estrenará y ahora pasas a presentar con varias personas. ¿Cómo lo afrontas?
Todos los formatos que tienen una pluralidad o una coralidad de presentadores o presentadoras requieren de un tiempo de adaptación. Yo lo afronto bien, igual que afronté bien ese proyecto que no ha visto la luz y que no sé siquiera si la verá -se trata del programa Pasa sin llamar con Alba Carrillo-.
Sabes que en RTVE no se va a poder hacer un Sálvame por mucho que guste a una parte del público.
Me imagino que están trabajando para que eso no ocurra. En cualquiera de los casos, la labor del presentador es precisamente esa, conducir para que eso no ocurra, no se desmadre el programa o no se permitan cierto tipo de actitudes o de conversaciones.
¿Y si la que se desmadra eres tú?
Pues para eso está el director. Eso me da tranquilidad, porque hay otras personas igual de dementes que yo colaborando conmigo. Ahora, me imagino que habrá alguien al otro lado que diga algo para que esta chica se calle y no siga empantanando 35 años de cotización.
¿No te preocupa entrar en conflicto con tu ideología?
Lo que veo es que hay muchas cosas que se firman y luego no se cumplen y hay muchas cosas que se cumplen sin firmarse, con lo cual yo tengo unas directrices y una línea editorial personal que es clara y que he mantenido siempre, desde los 13 o 14 años. Hay muchas cosas que me he revisado y otras que corrijo, incluso sobre la marcha. Todo está sujeto a revisión, pero creo que esto es un programa de entretenimiento y no van a entrar en confrontación. Hombre, a lo mejor si se ponen hablar de la maternidad subrogada, pues tengo que retirarme y decir que yo tengo otra opinión y que prefiero abstenerme. Pero me imagino que como lo contrario al debate es una dictadura, pues podremos posicionarnos. En principio siento que el programa es bastante libre y que desde el primer momento han aceptado todas las propuestas que he hecho.
¿Qué opinas de quién cree que el dinero público no se debe destinar a un programa que bebe de Sálvame?
Es un debate muy complejo. Tú tienes que tener mucha conciencia de lo público para poder atacar a esto de frente. No se puede ser tan reduccionista. Es un debate que me cuesta mucho reducir a una frase porque, insisto, creo que requiere un amplio conocimiento de lo público que la gente tendría que tener.
¿Cuál es la audiencia de corte que ha impuesto RTVE al programa?
Pues lo desconozco. Sé por otros proyectos y otros contratos que se establece esa audiencia de corte. Igual esta vez no la han puesto y esto es corrupción en Miami.
¿Te has marcado algún objetivo para esta nueva etapa como presentadora? ¿Morderte más la lengua?
No quiero mostrar otra Inés. Soy la que soy y me cuesta desdibujarme a mí misma porque me disociaría demasiado. Lo que creo es que como el propio formato propone una cosa divertida, humorística y de entretenimiento, pues la gente verá a un Inés como la que vio en MasterChef, que también es divertida. Bueno, un poco rojilla a veces, pero divertida (Risas).
¿Y cómo vas a llevar las críticas?
Yo estoy muy tranquila. Hay una cosa, que es como una especie de olfato natural del espectador. La gente percibe la verdad. Es un error que en muchas ocasiones cometemos los profesionales que nos dedicamos a esto, que es infantilizar a la audiencia. El público es perfectamente inteligente. Lo que sí me molestaría serían las críticas por la cara. Por eso hay debates en los que directamente no voy a entrar.