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Grace Jones, el eterno icono de la moda, la música y la cultura pop, toda transgresión, actúa en España

Musa de Warhol, chica Bond, icono gay y leyenda de la música disco-club, Grace Jones vuelve a los escenarios con una esperada actuación en el próximo Bilbao BBK Live. Repasamos su meteórica carrera y aportación a la cultura pop.

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Grace Jones en la película 'Panorama para matar'.
Grace Jones en la película 'Panorama para matar'.GETTY

El rostro andrógino, la voz, el cuerpo imposible, el look transgresor. Grace Jones fue muchas cosas pero, en la retina popular, sigue siendo un icono disco, una modelo que rompió moldes en los 70 y una estrella de la moda a la que amaban los diseñadores.

Con 10 álbumes de estudio, ocho recopiltorios y 53 singles editados, Jones es hoy una estrella musical consagrada que no sólo sigue dejando huella en el escenario sino para quien la indumentaria y el maquillaje son dos herramientas esenciales de su persona escénica, vehículos magistrales de todo lo que la diva del pop art, la escena disco, y su contribución artística en los años 80 y 90 (dentro y fuera de la gran pantalla) puede conseguir. A continuación destacamos algunos de los motivos por los que Jones, su estética única y talento multidisciplinar son tendencia en 2024, justo antes de su actuación en el próximo Bilbao BBK Live.

El huracán de Jamaica

Nacida en Jamaica en 1948 en el seno de una estricta familia protestante, Jones se mudó a Nueva York cuando tenía 12 años y estuvo al cuidado de sus abuelos gran parte de su infancia. En Filadelfia estudió arte dramático y descubrió la música soul y después, el Verano del Amor hizo que Jones abrazase la filosofía más hippy y empezase a trabajar como modelo, ya establecida de vuelta en la Gran Manzana en los 70.

Pero antes de su triunfo como icono de moda y referencia musical alternativa en los 80, Jones se mudó a París a los 22 años y se convirtió en musa de Yves Saint Laurent, Alaïa o Claude Montana. "París me adoró... No tanto por mi aspecto, sino por lo chiflada que estaba", relató en su biografía ('Nunca escribiré mis memorias', 2015). Desde las portadas de las revistas femeninas, y en pleno auge de una moda distinta, menos encorsetada y más masculina -gracias en parte, al auge de diseñadores como Yves Saint Laurent o Azzedine Alaïa- la jamaicoamericana encajó como un guante en la escena de la capital gala; ataviada tan sólo con unos shorts de boxeo y pintura glitter. Todos la querían en sus fiestas y en sus desfiles.

Además, sus icónicos looks de Azzedine Alaia la convirtieron en una amazona urbanita y en la diosa de ébano -como predecesora de Naomi Campbell- que inspiró más de una colección del modisto tunecino, con quien labró una amistad de por vida. No es casualidad pues que este fuese el encargado de realizar el vestuario de la actriz para el rodaje y la promoción de 'Panorama para matar', el filme de James Bond en el que, en 1985, Jones interpretó a la espía (villana, como no podía ser de otra manera) May Day. Aunque no sería hasta bien entrados los 80 cuando conquistase, también, la gran pantalla con títulos como 'Conan el destructor' (1984, junto a Arnold Schwarzenegger), 'Vamp' (1987) o 'Boomerang' (1992, junto a Eddie Murphy). La artista no llegó a participar en la última entrega del agente secreto británico ('Sin tiempo para morir'), en 2021, ya que se fue del set nada más conocer la secuencia de su efímero papel.

Androginia y power looks

Fotografiada por Guy Bourdin, confirmó su status quo de icono de moda, especialmente con un icónico corte de pelo garçon más corto en los lados y cuadrado en el extremo superior (a modo de tupé pop). Su look andrógino y atlético físico (o como dirían Chic en su famoso tema: le freak, c'est chic!) solían llevar a confusión y, mientras que muchos preguntaban si Jones era un hombre o una mujer, la pantera negra se convirtió en un icono gay universal. De hecho, en varias ocasiones ha afirmado que las personas "somos como ostras" y que todos tenemos dos géneros, en una advocación de la bisexualidad latente universal.

La artista en una imagen de 1980.
La artista en una imagen de 1980.GETTY

Ese componente diferencial también la ayudó a hacerse un nombre en las pasarelas e incluso en el mundo de la música, donde el glam y el estilo disco en mayor medida eran, además de los géneros imperantes en las listas de éxitos, la máxima expresión mainstream de la sensibilidad gay, tal y como define Jon Savage en su nuevo libro ('The Secret Public: How LGBT resistance shape popular culture'): "La música disco pasó de estar en una escena exclusivamente negra y homosexual a ser un evento de masas, adolescentes, un hito suburbano". Así, desde Little Richard a Sylvester, pasando por The Rolling Stones, The Kinks o David Bowie, las influencias del glam rock predefinieron el género en un movimiento sin precedentes que la música disco (y, por consiguiente, Jones) abrazaron deseosamente bajo a un código de vestimenta sin código aparente, que pasaba por el "principio de la androginia", tal y como define Savage.

En el grupo de Warhol

Desde los trajes masculinos que usaba la cantante hasta las paillettes, bodies o accesorios como única prenda, la estela de Bowie bebía de una herencia de la década anterior con elementos de los Jazzers neoyorkinos o la Ivy League, que pasaba por el individualismo como fórmula de liberación (el primer reducto del consumismo en la cultura de masas) y que Andy Warhol y su Factory no tardaron en abrazar y moldear. Creado a mediado de los 60, el estudio del artista de Pittsburg también abundaba en una fluidez de género de la que la sociedad en ese momento carecía, otorgando esa libertad a los sujetos que entraban en su grupo.

Jones, obviamente, perteneció al selecto grupo cuya lista engrosaban nombres como Bianca Jagger, Jerry Hall (con quien Jones compartió piso en París) o Cher, rostros habituales de la escena neoyorquina y que siempre tenían entrada garantizada (y acceso vip) en cualquier club de mundo pero particularmente en el que fue el epicentro de la escena disco en la época dorada de los 70: Studio 54.

Glamourama

Se dice que cuando Warhol conoció a la modelo y socialité fue como un match made in heaven, que dirían en Inglaterra (o uno de esos encuentros llamados a ser escritos por el destino); ambos se atrajeron y reconocieron por su multidisciplinaridad y visión libre. El encuentro se dio al estar "inevitablemente unidos por un sinfín de intereses compartidos", tal y como recuerda José Carlos García, comisario de la muestra de Jones que tuvo lugar hace tres años en la Andy Warhol Foundation: "A Jones le encantaba llamar la atención, era andrógina sin complejos, teatral e inventiva", detalla. Como resultado de un vínculo que se convirtió en una verdadera amistad, Warhol produjo más de 30 fotografías y docenas de objetos de archivo relacionados con Jones y con los años de formación de su carrera, además de trabajos tan característicos como el famoso retrato del rostro de la artista sobre fondo rosa en 1986.

Con Christopher Walken en una escena de 'Panorama para matar'.
Con Christopher Walken en una escena de 'Panorama para matar'.GETTY

Así, y a golpe de flash, la modelo, socialité y actriz se convirtió en maniquí de Halston y en representante del outfit más buscado de la noche en Studio 54 o las famosas fiestas de David Mancuso, y que podía incluir desde una cabeza de serpiente un día, hasta una falda y top de volantes de inspiración jamaicana el otro. Además, en otra ocasión realizó una performance orquestada por Warhol cubierta en una obra de pintura corporal que estaba realizando Robert Mapplethorpe en la Factory (y que llevó 18 horas), probando que el maquillaje, la pintura y prácticamente nada tenían límites para Jones. Ambos artistas volvieron a trabajar en el videoclip 'I'm Not Perfect (But I'm Perfect For You)' del disco de Jones, grabado en 1986.

Portadas (y momentos) irrepetibles

Algo parecido le ocurrió cuando conoció al productor Tom Moulton y nació 'That's the trouble', el principio de muchos otros éxitos posteriores como 'I need a man' (1977), 'I've Seen That Face Before' (1981) o 'Slave to the Rhythm' (1987). A pesar de todo, en más de una ocasión Jones afirma haber descubierto la música profesionalmente (o viceversa) cuando Issey Miyake la invitó a participar en su desfile-perfomance que tuvo lugar en Osaka (Issey Miyake & Twelve Girls), liderando el grupo e interpretando un tema ante el gran público asistente.

Su prolífica carrera musical, además, ha dejado portadas tan icónicas como las de 'Nightclubbing' (1981) o el 'Slave to the Rhythm' (1985) de la mano del fotógrafo, director de arte e ilustrador francés Jean Paul Goude (con quien además tuvo una larga relación, fruto de la que nació su hijo Paulo). Para muchos, la portada del primero (también disco neófito de Jones) donde la artista aparece sobriamente representada con un cigarrillo colgando del labio inferior, ya en un marcado estilo ochentero, es la prueba de que Jones era capaz de convertir lo kitsch en cool.

Imágenes icónicas

Pero quizá la imagen más impresionante de la colaboración entre Jones y Goude fue la que se usó para la portada del recopilatorio 'Island Life' (1985) -aunque fuese la primera idea en la que ambos trabajasen juntos al poco de conocerse en 1978-. Se trata de una foto que la artista se hizo para un artículo de Nik Cohn en 'New York Magazine' (el que supuso su primer reportaje propiamente dicho) según cuenta en su autobiografía: "La imagen donde aparezco desnuda y resplandeciente con una pierna al aire", define Jones. "Goude buscaba encarnar esta energía brutal y animal que era en parte música disco, en parte teatro de la crueldad; dos formas lúcidas de representar un apetito por la vida." Funcionando como un trampantojo humano, la imagen final elegida para la portada retrata a Grace apenas con un bikini y en una postura gimnástica casi inalcanzable, elevando el momento a su nivel visual más poderoso. Para ello, el fotógrafo fusionó las extremidades de Jones mediante un proceso de montaje para obtener una pose perfecta con un efecto "atlético, artístico y extraterrestre".

Goude dijo estar fascinado por la extraordinaria apariencia de Jones, aunque ella confesó en el volumen sobre Goude editado en 2012 por Themes & Hudson que su química residía en otra combinación ganadora: "No creo que le atraigan mis looks, sino mi espíritu", concedió. A pesar de que ambos trabajaron juntos en la mayor parte de la carrera musical de la artista (desde portadas a dirección escénica y coreografías), ella reconoció que los 80 particularmente sirvieron como una "explosión de creatividad" nunca antes vista.

Influencia en generaciones posteriores

Jones era impredecible e indomable; un espíritu libre y multidisciplinar cuyo reinado trasciende tanto en los exuberantes 70 como en su prolífica época de los 80, y hasta la actualidad. Aun a día de hoy, la cantante, modelo, actriz y activista dice no considerarse una artista pop, sintiéndose más cómoda bajo la etiqueta "underground" (de un género más alternativo). Sin embargo, su influencia para artistas como Rihanna, Jannelle Monae o Lady Gaga es indiscutible. "Es como mi personal Jesús, no hay nadie a quien ame más", dijo Lady Gaga en una ocasión.

En su próxima actuación en el BBK servirá un poquito de su magia para todos los afortunados que asistan, a modo de aperitivo, a su apoteósica puesta en escena, fruto de un estilo personal, rompedor e inconfundible -y también de una época gloriosa de personalidad tan efímera como irrepetible- pero, sobre todo, por ejercer una singular contribución a la música, la moda y la cultura pop.